Categorías: Opinión

Pabellones. Intromisión ilegítima e injerencias arbitrarias

Los distintos artículos publicados en el Faro de Ceuta sobre la utilización irregular de los pabellones de la Guardia Civil, nos lleva a matizar la postura de AUGC en el hecho que nos ocupa. AUGC no defenderá ninguna ilegalidad de ningún funcionario de la Guardia Civil, pero tampoco tolerará la intromisión ilegitima en la vida personal y familiar de los guardias civiles; que dos conductas iguales no tengan el mismo reproche o que se excusen investigaciones en denuncias de otros compañeros,  porque la situación era de sobra conocida por todos los componentes –desde el teniente coronel al último guardia civil-.
La Guardia Civil se ha transformado en los últimos quince años. Hemos conquistado el poder de desplazarnos en nuestros días libres donde nos plazca como el resto de los ciudadanos españoles. Esta conquista no ha sido fácil y atrás quedan miles de sanciones disciplinarias, miles de arrestos privativos de libertad, miles de familias rotas, alguna huelga de hambre y, sobre todo, el sufrimiento de miles de guardias civiles y sus familias. Pero tampoco podemos obviar que la propia sociedad ha cambiado y que los guardias civiles formamos parte de ella.
La incorporación de la mujer al mercado laboral ha llevado consigo que miles de guardias civiles trabajen en un lugar distinto a la de sus cónyuges y que éstos disfruten los días libres fuera del lugar donde prestan el servicio. Somos “como personas” nos gusta estar con nuestras familias cuando estamos libres de servicio, aunque les pese a los intolerantes y a los sectores sociales más rancios. ¡Qué irregularidad tan despreciable!
Sin embargo, uno de los derechos más importantes conquistados y del que todavía no hemos hecho mención es el derecho a asociarse y a defenderse de los abusos e intromisiones en la vida personal y familiar. Recordar el escándalo mediático cuando se autorizó a residir en las Comandancias a parejas del mismo sexo. No creo que exista algo tan íntimo como elegir la opción sexual o la forma de compartir la vida en pareja. 
La Comandancia ha tenido la oportunidad de atacar las irregularidades coherentemente y además hubiera contado con el apoyo de AUGC. Pero no se puede matar una mosca a cañonazos;  que paguen “justos por pecadores” y, mucho menos, elegir a compañeros con criterios pocos ortodoxos y difíciles de digerir. Criterios que nos llevan a la conclusión de que se ha intentado hacer una caza de brujas con determinados compañeros y, por supuesto, que los asesores han aconsejado muy mal; o que como dice el refrán “aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid…Este también”.
La Comandancia “al parecer” pidió los consumos de las viviendas de los guardias civiles que residen en los pabellones y, curiosamente, no sólo la de los que “se sospechaba que no residían”. Una empresa ha dado los consumos de los contratos particulares suscritos por los adjudicatarios “con nombre y apellidos”. La Comandancia –insistimos al parecer- tomó el criterio del gasto efectuado para definir que poco gasto es sinónimo de no ocupación. Pues bien, este criterio ha provocado comentarios irónicos contra los afectados, porque “si gastan poca agua es que…” manchando la imagen de éstos.
Desde AUGC venimos manteniendo que nadie puede ser objeto de injerencias arbitrarias en la vida privada, en su familia, en su domicilio y que los guardias civiles somos parte de ese NADIE. Este derecho recogido expresamente en el artículo 18 de la Constitución Española -La intimidad es aquella esfera secreta y reservada de la persona que debe ser protegida contra las intromisiones ajenas-, además de estar expresamente protegido en el artículo 11º de la Declaración Universal de Derechos Humanos: “Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o a su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques”.
El propio Tribunal Constitucional, define que no debemos creer que las únicas injerencias a la intimidad provienen de excesos en las libertades de expresión o información, al contrario, la protección del derecho se muestra imprescindible también en el ámbito laboral, donde habrá que deslindar aquel control idóneo, necesario y equilibrado de la actividad laboral (STC 186/2000, de 10 de julio), de aquéllos otros que supongan una injerencia en la intimidad de los trabajadores afectados injustificada o desproporcionada (STC 98/2000, de 10 de abril). 
Como se desprende de las sentencias nos parece desproporcionado pedir los consumos de todas las familias de la Comandancia, cuando la propia Comandancia tenia medios adecuados para controlar estos posibles excesos en el uso de estos pabellones, o incluso haber pedido dichos consumos a los guardias civiles que fueron denunciados –según los escritos enviados-. Por eso decíamos “Matar moscas a cañonazos”, porque la desproporción es evidente. Desproporción que no tiene cabida al amparo de la sentencia del Tribunal Constitucional.
No podemos valorar el soporte Jurídico en el que se apoyan los requerimientos de la Comandancia, porque no tenemos las informaciones reservadas solicitadas por los servicios jurídicos de AUGC, como tampoco podemos valorar argumentos en los que se apoya la empresa “XXXXX” para dar consumos de los contratos particulares de las viviendas de los guardias civiles. Pero podemos garantizar que la mayoría de los requeridos cumplen los requisitos de habitabilidad de los pabellones y, por lo tanto, se podría haber evitado este descrédito a la imagen de los guardias civiles y de la Institución.
Desde AUGC hemos intentado permanecer fuera de este conflicto, porque sería entrar a valorar aspectos de la vida privada de nuestros compañeros y eso no es tolerable bajo ningún concepto. Conocemos de primera la mano la situación personal y familiar de los compañeros por expreso deseo de los mismos y, en muchas ocasiones, lo que se ve no es lo que parece y todo no vale para conseguir el objetivo perseguido. Eso debía de saberse, sobre todo cuando tenemos la obligación de respetar los derechos de los ciudadanos –GUARDIAS CIVILES O NO-.
Este nuevo episodio nos hace reflexionar sobre la pasividad de muchos a defenderse por miedo a las represalias, pero no  vamos a excusarlos, cuando estas presuntas venganzas que aducen son dejar de prestar servicio en determinados puestos por no poseerlos en propiedad, ni corresponderles. Lamentamos profundamente que esta aprensión llegue al extremo de servilismo, porque este tipo de conductas tarde o temprano nos afectan a tod@s y son aprovechadas por los que tratan de perpetuar sus privilegios y prebendas. Otros muchos se defenderán y ellos se servirán de la honestidad de los que se sienten indignados por esta intromisión.
Una cosa no es justa por el hecho de ser ley; debe ser ley porque es justa (Montesquieu). Una vida escondid@ detrás de la mata es vivir media vida (AUGC).

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