Cuando se califica la situación del pabellón de La Libertad de “insostenible” es por algo. Convertir una de las instalaciones deportivas de Ceuta en una especie de centro de inmigrantes paralelo es una aberración. Ni están preparadas para ello ni cuenta con el personal suficiente para garantizar, sencillamente, que no ocurra una desgracia. Allí hay más de un centenar de inmigrantes marroquíes que fueron trasladados de las escolleras del puerto, algunos vulnerables recogidos de las calles, un puñado de transfronterizos y una mujer. Frente a todo esto un cúmulo de despropósitos: enfrentamientos, falta de personal, peleas y extremos que nunca deberían haberse permitido.
Lo más grave –desgraciadamente hasta el momento- es lo ocurrido en la madrugada de este martes, cuando vigilantes de seguridad que prestan servicio en el pabellón salvaron directamente la vida de uno de estos inmigrantes al que descubrieron en el interior de uno de los baños intentando quitarse la vida. Su rápida intervención evitó una desgracia y la misma pone el foco de atención sobre la gravedad en la que se sostiene la vida en este habitáculo.
El interno quería una dosis mayor de la medicación que se le tiene pautada por los facultativos, al denegársela adoptó esta actitud extrema. En el pabellón hoy por hoy solo hay tres vigilantes de seguridad de Prosegur en el turno, después de que esta empresa se adjudicara la vigilancia del lugar. Encontraron en el interior del baño a este interno colgado de una de las vigas del techo, con una camisa hecha a modo de soga y atada al cuello. Entre los vigilantes lo cogieron para evitar la asfixia, cortando la camisa para que se eliminara el peligro.
Policía Local fue informada de lo sucedido, así como los coordinadores de emergencias y la Cruz Roja. Entre todos ellos y los vigilantes que evitaron esta desgracia se recuperó la normalidad en este lugar. Una normalidad entre comillas porque nada de lo que pasa en el pabellón es normal. A la falta de personal para garantizar que no se producen más tensiones se suma el hecho, irrefutable, de que este lugar nunca se debería haber empleado como una especie de CETI paralelo en donde se tienen mezclados a inmigrantes de las escolleras con trabajadores marroquíes atrapados en Ceuta y personas recogidas de la calle. No se diferencia a quienes tienen antecedentes de los que, por ejemplo, tienen adicción a algún tipo de droga o disolvente. Los propios transfronterizos alertaron a este periódico de la situación de tensión en la que viven.
La intervención de los vigilantes evitó un mal mayor, pero en el temor de todos los que han conocido esta situación queda el saber qué hubiera pasado si se llega a tardar un poco más en atender al interno, si la seguridad privada no hubiera sido rápida… Entonces, ¿a quién se le piden responsabilidades?
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