Les escribo en relación con unos hechos acaecidos semanas pasadas en el Hospital Universitario de Ceuta, donde acudió para ser atendido mi marido, y lo allí ocurrido nos ofreció la cara más humana y profesional de nuestra sanidad, y a la vez la más detestable y digna de ser denunciada, para evitar que otros pacientes pasen por lo mismo.
El caso se inicia cuando acudimos al hospital ya que mi marido llevaba varios días con molestias, cada vez más intensas, al orinar. El diagnóstico fue infección grave de orina, y en principio nos indicaron que no necesitaba hospitalización. Tras un tratamiento farmacológico inicial que empeoró la situación, le cambiaron la medicación y pese a que en un principio parecía responder al tratamiento, el día 12 tuvo un empeoramiento y acudimos a la clínica concertada con el seguro médico de mi marido (es miembro de la Fuerzas Armadas), donde dado el cuadro de fiebres altas y el empeoramiento de su estado le derivaron de urgencia, al hospital Universitario.
El hecho es que los doctores que estaban de guardia, tras evaluar su estado, consideraron que debía quedar ingresado (el diagnóstico apuntaba a principio de septisemia, que debían tratar de inmediato y en régimen de hospitalización).
Sin embargo, cuando cambió el turno, y sin que se le hubieran hecho nuevas pruebas y sin haber experimentado una evolución positiva de su estado, llegó un médico, urólogo, que decidió que no se quedara ingresado. Este médico acudió al hospital vestido con ropa deportiva (chándal y auriculares para escuchar música) y le atendió sin guantes, sin ropa sanitaria, y sin más datos que algunas palpaciones en las zonas doloridas, a simple tacto, decidió que no se quedara ingresado. Le dio el alta, con la sonda puesta, e indicando “que se buscara la vida con su seguro”.
La única opción era volver al médico del seguro privado, que se echaba las manos a la cabeza al ver en qué estado se encontraba mi marido y el riesgo que se estaba corriendo.
La conclusión que sacamos después de toda esta situación es que el referido médico quería despachar el asunto cuanto antes para irse a hacer footing (de hecho, le vi haciéndolo un rato después) sin atender a un paciente en estado grave como sus obligaciones éticas y profesionales exigían.
En cualquier caso, mi marido tenía derecho a ser atendido en la sanidad pública, porque es bien sabido que posteriormente facturan esos importes a las sociedades médicas privadas, que son las que se hacen cargo de todos los gastos. Si en Ceuta no hay ya hospital Militar, estos tratamientos se hacen en el Universitario, y luego se facturan al seguro médico de los miembros de las FF.AA.
Lo que es inconcebible es que un ciudadano español, militar de profesión, no sea atendido, cuando nuestro hospital Universitario soporta una fuerte carga de trabajo por tratar a ciudadanos extranjeros, que han de ser atendidos -eso no lo estoy poniendo en cuestión- cuando se encuentran en territorio español, como ocurre a diario.
Quiero agradecer las atenciones y la profesionalidad de todo el personal del hospital público de Ceuta, a excepción del referido urólogo, de cuyo nombre he dado cuenta en la reclamación que he presentado en la inspección médica.
Mi marido evoluciona favorablemente, ya en casa, después de toda esta desagradable situación, donde se puso de manifiesto los grandísimos profesionales que tiene nuestra sanidad, pública y privada, y a la vez, las nefastas ovejas negras que manchan el buen nombre de la profesión médica.
Con mi agradecimiento por su atención, le saluda atentamente.
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