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Oussama y Amanas, testimonio del engaño

Oussama El Hakkioui, de 21 años, y Amanas Mardi, de 16, son dos de los miles de marroquíes que cruzaron a Ceuta a mediados de mayo y, transcurrido casi un mes de la que fue calificada como la peor crisis migratoria en la historia de la ciudad, ambos aseguraron que “fueron engañados”, pero que no están dispuestos a volver a Tetuán. Amigos de la infancia, nadaron unos 30 minutos hasta llegar a Ceuta el lunes 17 de mayo y aseguraron que lo hicieron “porque la Policía de Marruecos les dijo que lo hicieran porque la frontera estaba abierta” y porque “en España encontrarían trabajo”, además de otras oportunidades que no tendrían nunca en su país natal. Ambos, esperanzados de que así fuera, nadaron hasta nuestra ciudad, pero al llegar se dieron cuenta de que no era exactamente lo que esperaban. Desde que llegaron a Ceuta viven en la calle y no tienen qué comer. Oussama contó que aunque tiene su certificación de barbero, que la obtuvo en Marruecos, le ha sido imposible encontrar un trabajo “porque no tiene papeles”

Los jóvenes viven en las calles de Ceuta y no tienen para comer ni dónde dormir

“Tengo 15 días buscando un trabajo aquí, pero eso no vale de nada porque no hay trabajo para mí, yo le pregunto a la gente y le digo que quiero trabajar, pero cuando les digo que no tengo papales me dicen que no y me toca dormir en la calle porque no tengo familia aquí, no tengo nada”. Su situación irregular le impide optar por un empleo y lo ha llevado a “comer de la basura”.
Amanas, en su país, hizo un curso de instalación de aires acondicionados y su intención es seguir estudiando en España, si tiene la oportunidad de hacerlo.
A pesar de no tener documentos ambos insisten en buscar un empleo para poder mantenerse y también para poder ayudar a sus familias en Marruecos, porque aseguran que no quieren “ser una carga para este país”, sino por el contrario ganarse la vida de manera honrada.
Oussama dejó en Tetuán a cuatro hermanos, dos de ellos mujeres, así como a sus padres. Pero lo hizo porque no tenían casa propia y su padre es el único con un trabajo que apenas les deja unos 10 euros diarios en una cafetería. “Mi familia no tiene casa, vivimos en la de otra gente”, contó Oussama sobre cómo era su situación en Marruecos.
La tragedia tocó las puertas del hogar de Amanas, pues dos de sus tres hermanos murieron en un accidente sobre el que no dio detalles y quienes le quedan son su madre y un hermano, que es el único que tiene trabajo para mantenerlos.

Amanas tiene un esguince en un tobillo pero no quiere buscar ayuda

La situación de Oussama y de Amanas es crítica, en Ceuta no tienen a nadie, tampoco tienen techo ni comida, pero a pesar de eso insisten en que no van a volver a Marruecos porque sienten que no solo les mintieron, sino que también “los echaron de su propio país”.
Para sumar otro problema, Amanas tiene un tobillo torcido por algo que le ocurrió justo antes de venirse y el dolor empeoró por los 30 minutos que tuvo que nadar para llegar a Ceuta. Ahora debe moverse con la ayuda de unas muletas que pudo conseguir, pero se niega a pedir ayuda. En Marruecos no tenía el dinero suficiente para que lo atendiera un médico y en Ceuta tiene miedo de buscar asistencia porque está seguro de que “lo van a devolver”. Mientras tanto debe seguir soportando la incomodidad producto del esguince.
Junto con estos jóvenes cruzaron otras cinco personas conocidas por ellos, pero algunos de ellos se trasladaron ya a otras ciudades. Oussama y Amanas permanecen juntos e insisten en que no quieren vivir de ayudas, sino que quieren trabajar y estudiar para poder hacer lo propio con quienes dejaron en Marruecos.

Reciben apoyo de otro inmigrante en Ceuta

En estos momentos, los dos jóvenes reciben el apoyo de otro inmigrante que llegó a la ciudad hace 11 años desde Sudamérica y que aunque en principio vivió duros momentos, hoy afortunadamente ha logrado una vida estable. El hombre, que pidió reservar su identidad, dijo que Oussama y Amanas “son víctimas de su propio país”. Pidió que no se “criminalice” a todos los inmigrantes, pues insiste en que “no todos son delincuentes” y aclara que han venido a la ciudad por las penurias que viven en su lugar de origen. “Ellos quieren trabajar para ayudar a sus familias, lo que quieren es una oportunidad para hacerlo”. “Su Gobierno los envió para acá engañados”, insistió el hombre, que dijo que “solo quieren una oportunidad”.

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