El repunte de casos de
coronavirus en Ceuta ha hecho que
el Ejecutivo local tome distintas medidas para intentar frenar la curva de contagios. Una de ellas ha sido
cerrar en horario de noche-de 00:00 a 06:00 horas- el acceso al arenal de las playas y la explanada de la Marina porque era un lugar habitual de reunión entre los jóvenes en donde realizaban una práctica ilegal: el botellón. Pero eso no evita que haya quienes busquen otros recovecos provocando el enfado de los vecinos de la zona, ya que a pesar de las múltiples llamadas al 112, la Policía no se persona. Esa situación es la que están sufriendo desde hace varias noches los vecinos de las torres del Hacho, ya que el espacio entre sus casas y el campus de
la Universidad de Granada en Ceuta lo utilizan para estacionar sus coches y realizar esta práctica ilegal del botellón, además de poner música muy fuerte hasta altas horas de la madrugada. Los vecinos se han puesto en contacto con El Faro de Ceuta para denunciar esta situación públicamente, porque no encuentran una solución al respecto. Además insisten en que a pesar de llamar al 112, no son escuchados y tienen que repetir las llamadas durante varias horas para que se persone un vehículo de la Policía Local. Asimismo, los coches cuando ven a los agentes bajan el volumen de la música, pero al marcharse vuelven a subirle el volumen provocando un gran desasosiego en el descanso de estas personas.
Barriadas afectadas por el botellón
Asimismo, han querido denunciar que si la práctica del botellón está prohibida en la ciudad por las ordenanzas y se han puesto medidas en algunas partes para que no se lleve a cabo, se debe tener equidad y buscarse una solución en su barriada. Los casos de coronavirus siguen en auge y estos jóvenes se reúnen “sin distancia y todos sin mascarillas” lo que hace que sea más complicado el control y la curva de contagio se encuentre cada vez más elevada dejando a nuestra ciudad en riesgo muy alto. En Ceuta se están celebrando botellones en más puntos del lugar como la explanada de Juan XXIII o las inmediaciones del Hacho, Valdeaguas o la ermita de San Antonio. El cierre de la Marina lleva a desviar esta práctica ilegal a otras zonas.