Opinión

"Que no te engañen: otro virus nos acecha"

Desde muy pequeño acompañé a mi padre todo el tiempo que pude. Tenía debilidad por él. Pienso que además era una forma de protegerlo, porque estando conmigo era más comedido cuando hablaba de política. No era ningún intelectual, pero sabía lo que quería para su país y para su familia.

Los domingos de mi niñez -entre las doce y las dos de la tarde- iba con mi padre a Casa Juanito Arroyo. Allí se reunían todos los amigos de la barriada O’Donnell, el Morro y Hadú. Uno de ellos, Antonio Fernández Márquez ‘el poeta’. Un ilustre periodista ceutí que ganó el premio nacional sobre la figura de Pemán en el diario ABC. Recuerdo aquel día, porque todos los amigos celebraron orgullosos el premio.  ‘El poeta’ era un extraordinario contador de cosas, así se definía, porque contar lo que pasa, la verdad de lo que pasa, es la misión de un periodista.

Uno de aquellos domingos, Antonio Fernández me dijo que una de las diferencias entre democracia y dictadura radica en que la información que se trasmite suele ser veraz y no pasa por ningún filtro. Mantenía que eso era así, porque en las democracias se podían desacreditar y desmentir las informaciones falsas. El argumento que sostenía la frase era tan sólido como ella. Esa frase -que no es mía- la repetí una y otra vez a mis amigos y en el colegio hasta que dejé de hacerlo por consejo expreso de Don José Acosta. Mi viejo profesor me dijo “deja de decir eso que vas a meter a tu padre en un lío”. No la dije más.

No necesité muchas más explicaciones, porque en aquellas reuniones en Casa Juanito Arroyo, por cierto -la única bodega que queda en Ceuta- el bueno de Arroyo de vez en cuando les decía “dejar de hablar tonterías que me vais a meter en un lío”. Por esa razón no necesite más explicación. Entendí que aquellas conversaciones eran privadas y lo que oía no debía repetirlo públicamente.

El bueno de Antonio Fernández Márquez murió hace unos años y no tendrá la oportunidad de actualizar aquellas frases que tanto me gustaban. Hoy el periodismo no se caracteriza precisamente por aquella filosofía. Contar la verdad de lo que pasa, contar lo que ha pasado sin constreñir la realidad de las cosas, sin otro interés que informar, es cosa de unos pocos y esos pocos no interesan. La censura no se acabó con la dictadura ahora pasa por filtros previos que se denominan ‘línea editorial’. Una diferencia con la que no contaba ‘el poeta’.

Los años han pasado y estamos saturados de información. Recibimos cientos de WhatsApp o mensajes con informaciones falsas que tratan de manipularnos y convertirnos en zombis vivientes. Nuestros padres y abuelos estaban ansiosos de recibir información certera, intentaban contrastarla en aquellas radios clandestinas. Sin embargo, los que tomamos el relevo de aquellos españoles deseosos de información veraz, somos tan ingratos e imbéciles que no sólo recibimos informaciones falsas y la aceptamos con tal sino que también las enviamos a los amigos sin pararnos a pensar en la mierda que estamos enviando. No les importa la verdad, porque los poderes fácticos han conseguido convertirnos en zombis, en imbéciles que comen, cagan y dan por bueno todo lo que reciben.

Esta semana recibí un WhatsApp de un amigo y le contesté que la información era falsa. Entendí que era mi obligación como amigo y una forma de defender el legado de millones de españoles que lucharon para conquistar los derechos que hoy disfrutamos. La respuesta fue “me da igual que les den por culo”. Da igual desacreditar con mentiras. Da igual que nos manipulen. Da igual traicionar los principios más básicos de la democracia. Da igual decepcionar y traicionar a nuestros padres y abuelos.

Llevo unos días que cuando recibo un mensaje con información falsa contesto simplemente: FALSO, ES MENTIRA. Parece que este antídoto va funcionando. Ahora cuando me envían un mensaje me preguntan: ¿ES FALSO? Es mi forma de combatir lo que hoy vienen a llamar Fake News, que no es otra cosa que un veneno que mata los principios más primitivos de la democracia y de nuestra Constitución. Los españoles tenemos derecho a recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión.

Recibir información veraz, de eso se trata.

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