‘La maldición de Rookford’. Ambientación de época (en la posguerra británica de 1921), un caserón aislado lleno de niños en el que se rumorean apariciones más allá de la comprensión humana, secundarios sospechosos y una protagonista descreída que llega una temporada para desmentirlo todo o morirse de miedo. Ciertamente lo expuesto es una colección de tópicos del género “salto en la butaca cuando el golpe de cámara y el sonido lo ordenen”, pero además, todo ello bien mezclado se convierte en el argumento de esta a ratos correcta cinta, de la que sobra decir que sus guionistas no han recibido reconocimiento alguno a la originalidad.
La susodicha chica lista, escritora de profesión, pero que se dedica en sus ratos libres a desenmascarar estafadores y espiritistas de feria está interpretada con empaque y solvencia (al menos los primeros tres cuartos de metraje) por Rebecca Hall (Vicky Cristina Barcelona), y anda flanqueada por los también británicos Dominic West (protagonista de la estupenda serie The wire) e Imelda Staunton (Shakespeare in love, El secreto de Vera Drake, Harry Potters varios…); sin duda el reparto, junto a la sobriedad del comienzo de la historia y la brillante dirección de fotografía por parte de un Eduard Grau que debe de haberse sentido algo foráneo entre tanto hijo de la Gran Bretaña se antojan lo mejor del proyecto…
El interesante comienzo deriva a la media hora escasa de metraje en una sucesión de ideas ya contadas, de imágenes ya vistas en otros proyectos del mismo pelaje y en efectismos para transmitir algún que otro susto que pretenden disimular la indiferencia del espectador al supuesto “desasosiego sobrenatural”. Por supuesto, no nos libraremos de un final autoexplicativo que desvela secretos tramposamente ocultos a los ojos del público y que se muestra especialmente alocado y neurótico, sacando de quicio a todo el que se tercie, ya sea en la butaca del cine o ante la cámara, evidenciando los protagonistas el histrionismo del que ya no está convencido de qué narices pinta en la película. Y puede que sea precisamente este contraste poco recomendable entre la sobriedad y contención del principio y los excesos del desenlace lo que más ayude a subrayar tanto lo bueno como lo malo de ambos.
Sin llegar a sentirse uno que ha tirado el dinero de la entrada, sólo me atrevería a recomendarle esta cinta a los muy aficionados al susto fácil (aunque con cuentagotas, también hay que mencionar el asunto) y poca esperanza de ser impresionados o sorprendidos en demasía.
Puntuación: 4
corleonne76@yahoo.es
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