De pronto, todos se han acordado de Ceuta la ciudad olvidada, desde el Gobierno hasta la Unión Europea y desde la prensa internacional hasta el mismísimo Frontex. Y han aparecido temas sobre los que algunos venimos predicando en desierto durante décadas como un Plan Estratégico para Ceuta que ahora es una ciudad sin rumbo, el ingreso en la Unión Aduanera, la aplicación del Tratado de Schengen y, desde luego, la revisión del también Tratado de Washington, texto fundacional de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que no cubre a las ciudades de Ceuta y Melilla, aunque esto entrañaría grandes dificultades.
Los aliados occidentales que vencieron a las potencias del Eje, se encontraron muy pronto con otro peligro representado por la Unión Soviética y los entonces llamados países satélites. Para oponerse en caso necesario a lo que se consideró una política expansionista de las naciones citadas, el 4 de abril de 1949 se creó la citada OTAN.
Los territorios cubiertos por el mencionado Tratado, se encuentran definidos en los artículos 5 y 6, revisado posteriormente por el artículo 2 del Protocolo de Adhesión de Grecia y Turquía a la OTAN. La previsión respecto a lo que se considera un ataque armado, se refería en principio al territorio de cualquiera de las partes de Europa o América del Norte, contra los departamentos argelinos de Francia, contra el territorio de Turquía o contra las islas bajo jurisdicción de cualquiera de las partes en el área del Atlántico Norte al Trópico de Cáncer.
Como es sabido, el Trópico de Cáncer se sitúa al sur de las Islas Canarias (que por tanto quedaron cubiertas por la OTAN) y penetra en África por Dakla (la antigua Villa Cisneros) en el entonces Sahara español. Posteriormente, quedaron excluidos los departamentos argelinos de Francia, tras la sangrienta lucha por su independencia. En estas condiciones, España se incorporó a la OTAN en mayo de 1982 y todo quedó congelado hasta el referendum de 1986 que tras el Sí, la decisión siguió adelante, salvo en lo referente a la estructura militar de la Alianza que no se materializó hasta enero de 1999.
Sin embargo, desde aquellos tiempos de la llamada Guerra Fría y las tensiones Este-Oeste ha llovido mucho: disolución de la Unión Soviética, reunificación de Alemania, celebración de elecciones en los antiguos países comunistas y muchos acontecimientos más.
Según Jaime de Ojeda que fue Embajador en la OTAN y en Estados Unidos, España defendió en su día que Ceuta y Melilla debían estar incluidas en el territorio que protege la Alianza con base en el precedente de Argelia, pero según el citado diplomático, no fue posible por varias razones: desde el modelo de integración inicial de España fuera de la estructura militar que la situaba en una posición más débil que la de países que se oponían a la inclusión de las dos ciudades, particularmente los del norte. Y puede que tuviera alguna influencia la existencia del mando del Estrecho a cargo de los británicos en Gibraltar (GIBMED) que podrían encontrar una competencia, sobre todo en Ceuta. Otras opiniones estiman que la diplomacia española, siguiendo instrucciones, no defendió la cobertura de Ceuta y Melilla, ni el GIBMED tenía suficiente importancia como para influir en el tema, hasta el punto que se disolvió muy pronto.
Por tanto, España no consiguió sacar adelante su supuesta tesis de incluir a Ceuta y Melilla en la cobertura de la Alianza y, en aquella ocasión, se optó por fingir la firma de un feliz acuerdo que realmente produjo agrias diferencias que fueron saldadas con la exclusión de las dos ciudades y el silencio político, a pesar de que Adolfo Suárez ya había advertido que no debía aceptarse la inclusión en la Alianza a cualquier precio. También, en aquel momento, se estimó que, de todas formas, la citada protección de la OTAN en el texto, no era imprescindible para la defensa de las dos ciudades norte africanas y así el citado Jaime de Ojeda estimaba que “un ataque armado contra ellas exigiría necesariamente un ataque a la Península y quizás también a las Islas Canarias, lo que caería bajo el alcance del artículo 5. Existía además la incertidumbre de los peñones que constituyen islas en el Mediterráneo y, por tanto, están incluidas en el territorio protegido por el Tratado. Por último -afirmaba Jaime de Ojeda- es difícil concebir un ataque a Ceuta y Melilla que no envuelva a buques y aviones españoles que caen igualmente bajo la protección aliada”
Después de los acontecimientos del pasado mayo en que miles de marroquíes mayores y menores asaltaron la frontera comunitaria de Ceuta con la complicidad o tolerancia de Marruecos y aduciendo la excusa del responsable del Polisario que estaba siendo atendido en España, la situación ha cambiado y España debe solicitar la inclusión de las ciudades autónomas no solo en la Unión Aduanera y totalmente en el Tratado de Schengen, sino sobre todo en el llamado paraguas protector de la OTAN.
En este momento hay varios factores que jugarían a favor de esta postura española. Primero, porque la Alianza se inclina ahora por abandonar esa vieja estructura del gran frente integrado, a favor de “mandos regionales flexibles y móviles” que coincide con el modelo de participación que ha tenido España y que es precisamente la estructura que pueden aportar Ceuta y Melilla en una zona realmente conflictiva. Cuando Argelia se encuentra en una profunda crisis y enfrentada a Marruecos, mientras este último país mantiene una política de enfrentamiento selectivo con países europeos y con graves problemas sociales en el norte, la presencia militar de la OTAN en Ceuta y Melilla puede resultar conveniente para la propia Alianza en su conjunto. No hay que olvidar que se contaría con dos bases servidas por fuerzas de la Alianza, una situada muy cerca de Argelia y otra incrustada en Marruecos y próxima a la Península, también para tranquilidad del país magrebí.
Por otra parte, en estos momentos, Ceuta y Melilla con posturas unificadas en el tema de los partidos constitucionalistas, puede mantener un diálogo fluido y ejercer una cierta influencia en este asunto, respecto a lo que realmente interese a ambas ciudades. Para ello España debe demostrar que es un aliado fiable y la participación de políticos de izquierda radical en el gobierno, no es algo que ayude. A favor de España que nuestro país dispone de unas Fuerzas Armadas profesionales y de eficacia demostrada que por cierto, deben ser reforzadas en Ceuta y Melilla.
Estamos por tanto ante un tema importante que debe ser objeto de estudio y negociación en el seno de la OTAN, porque Ceuta y Melilla son ciudades con posiciones estratégicas que no deben permanecer por más tiempo fuera de la estructura de defensa de la Alianza.
Este artículo se publicó en El Faro de Ceuta de 22 de septiembre de 1996 hace 25 años y fue reproducido en el libro Ceuta, problemas y soluciones (1997). Tan solo ha sido actualizado en algunos detalles.
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