Acabo de oír la investidura del nuevo presidente de la Generalidad catalana. Ya era hora que hayan conseguido la mayoría para tener un nuevo presidente. Como ya conocerán, se llama Quim Torra i Pla. Quienes le conocen dicen de él que tiene 62 años, ha sido vendedor de seguros, independentista radical, que a la vista de sus primeras declaraciones lo único seguro que de entrada ha venido a vendernos, es que Cataluña hoy está menos segura que ayer y todavía menos puede estarlo mañana si no se les pone pies en pared. Oscuros nubarrones se ciernen sobre la Comunidad.
Los augurios no pueden ser perores. Vistas las distintas declaraciones públicas de Torra ponen de manifiesto que estamos en presencia de un supremacista, xenófobo y radical que odia a muerte a España y a los españoles, y que hasta se odia a sí mismo siendo español, al verter por su boca expresiones tan ineducadas, sectarias y anti españolas como las de: “los españoles ni tienen vergüenza ni saben lo que es la democracia. Sólo saben expoliar”.
Y quizá a este personaje, aunque no vea más allá de sus propias narices, no le falte razón llamándonos a los demás por su propio nombre cuando dice que les expoliamos, porque se dedica a vivir, como los demás separatistas, del expolio al que tienen sometida a la malvada España que tanto odian, por ellos esquilma con todo lo que le roban a los españoles quedándose por la cara con dinero del FLA y de otros organismos estatales.
El Juez Llarena bien sabe los millones que documentalmente tiene acreditado que se han quedado por la cara para que su mentor y amo, Puigdemont, prófugo de la Justicia, pueda pagarse en Bélgica y Alemania alquileres de mansiones de 4.500 E mensuales. Lo que sí hacemos los españoles de bien y que somos demócratas de verdad, es tener mucha más vergüenza y educación que él y los de su misma calaña para no saltarnos la ley. No atentamos contra la Constitución, ni desobedecemos las sentencias de los Tribunales, ni damos golpes de Estado.
¿Hay algo más antidemocrático que hacer todo eso y mucho más, como ellos han hecho?. Por lo visto, para el ya molt honrable President Torra, lo auténticamente democrático es someterse sumisamente a los dictados de la “dedocracia” del presunto delincuente golpista que lo ha designado a golpe del “ordeno y mando” como simple marioneta o pelele suyo, incluso imponiéndole la condición prohibitiva de que ni siquiera pueda utilizar el despacho desde el que él cobardemente huyó al extranjero.
¿Acaso se merecen los muchos catalanes dignos y de bien que también se hacen llamar españoles un personaje así que tan indignamente les represente?. Pero al flamante Torra no le ha bastado con insultarnos a los españoles y a más de la mitad de los buenos catalanes con tan indignas frases como las anteriores.
Ha llegado a mucho más; como a soltar por su viperina lengua perlas como las que siguen: “El fascismo de los españoles que viven en Cataluña es infinitamente patético y repulsivo”, “si seguimos aquí algunos años más terminaremos de acabar tan locos como los mismos españoles”, “los catalanes votan, y los españoles vienen a vigilarnos. ¡Fuera de aquí de una vez. Dejadnos vivir en paz!”, “los catalanes vamos en coche particulares y nos lo pagamos todo. No hacemos como los españoles”.
Pero, hombre, Torras, si usted es un President tutelado y, además, lo reconoce, lo admite y hasta lo tiene a gala en su discurso de investidura, cuando con evidente regocijo aseveró: “Hoy no debería estar aquí; debería estar Carles Puigdemont, legítimo president de Cataluña”. ¿Acaso cree el “honorable” Torra, al que tanto “honor” parece producirle el hecho de poder representar a Cataluña en nombre de Puigdemont, que todos los catalanes pueden sentir el mismo “honor” como él al saberse gobernados por un President de la Generalidad que dice gobernar en nombre de un presunto delincuente imputado en los graves delitos de rebelión o sedición y malversación de fondos públicos, y que, encima, quien se ha ofrecido a hacerlo así se dice satisfecho de gobernar tutelado a modo de como si fuera una marioneta, un títere, un monigote, un guiñol, o un “hombre de paja” , de una persona huida por miedo a verse las caras con la Justicia, y que está en busca y captura en la Unión Europea por una euroorden de detención?. Pues ese presunto delincuente va a ser el verdadero presidente de Cataluña teledirigiendo desde el extranjero a los catalanes.
Torras irá de inmediato a Berlín a darle cuenta a su “amo” y “señor”. Y menos todavía podrán sentirse satisfechos cuando sepan que el nuevo President de Cataluña se ha venido dedicando a escribir artículos y twites en los que dice que los catalanes castellanoparlantes “son bestias que beben odio”, como el publicado en el diario “El Mont” que ese sí que rezuma odio y racismo antiespañol. Resumo lo que escribió: “Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar las bestias.
Pero son de otro tipo. Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana, sin embargo, que beben odio. Un odio perturbado, nauseabundo, como de dentadura postiza con moho, contra todo lo que representa la lengua. Están aquí, entre nosotros.
Los repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiana en estas bestias. O un pequeño bache en su cadena de ADN. Pobres individuos! Viven en un país del que lo desconocen todo: su cultura, sus tradiciones, su historia. Se pasean impermeables a cualquier evento que represente el hecho catalán. Los crea urticaria. Los rebota todo lo que no sea español y en castellano. Tienen nombre y apellidos, las bestias. Todos conocemos alguna. Abundan, las bestias. Viven, mueren y se multiplican.
Una de ellas protagonizó el otro día un incidente que no ha llegado a Cataluña y merece ser explicado, como un ejemplo extraordinario de la bestialidad de estos seres. Pobres bestias, no pueden hacer más. Una de las escasas compañías aéreas que vienen aceptando con normalidad el catalán es Swiss (aerolínea suiza). Si han cogido alguno de sus vuelos a la vieja Confederación, deberán constatado como se viene utilizando nuestra lengua a la hora de despegar o aterrizar el aparato. Una excepción, ya que, desgraciadamente, con el resto de compañías venimos siendo tratados exactamente como lo que somos, la última colonia en tierras de Europa.
Pues bien, hace un par de semanas viajaba en un vuelo de Swiss una de estas bestias. Al llegar al destino, se anunció en catalán las típicas observaciones previas al aterrizaje. La bestia, automáticamente, segregó su boca agua rabiosa.
Una hedor de cloaca salía de su asiento. Se removía, inquieta, desesperada, horrorizada por que oír cuatro palabras en catalán. No tenía escapatoria. Un sudor mucosa, como de sapo resfriado, le manaba de las axilas. ¡Hay que imaginarse a la bestia, después de tanto tiempo!, ellas que pueden vivir en su mundo español sin ningún problema, escuchando cuatro palabras en una lengua que odia. Indignada, decidió escribir una carta en un periódico alemán de Zúrich, quejándose del trato recibido ya que «se violaban sus derechos» al ser el castellano la «primera» lengua oficial de España. Y, a toda plana, la queja de la bestia salió publicada. Gracias a Dios, los buenos amigos del Casal Catalán de Zúrich han replicado y han dejado las cosas claras (tantas embajadas y consulados de Mar y, mira tú, un pequeño Casal Catalán es quien ha movilizado gracias a la decencia y dignidad de sus miembros). Pero por qué hay que movilizarse cada vez? ¿Cuándo acabarán los ataques de las bestias? Como podemos en 2008 aguantar tanta vejación, tanta humillación y tanto desprecio?”.
Con gente así de energúmena, tan tozuda, tan terca, tan fundamentalista y fanática, malos augurios se vislumbran sobre Cataluña.
El abandono de la confrontación en que podía pensarse al menos por algún tiempo una vez se restableciera la normalidad con un nuevo govern, no sólo se ha esfumado, sino que lo que Puigdemont ha venido a traernos de nuevo con su designación a dedo desde su refugio en Bélgica y Alemania, es bastante sombrío. Se busca por el prófugo y el nuevo President testaferro la máxima radicalidad, el enfrentamiento permanente para tratar de doblegar al Estado por cansancio y agotamiento, hasta volver a declarar la independencia de Cataluña, ahora de forma real y efectiva, tal como pretendían con la anterior declaración que luego resultó fallida debido a la aplicación del artículo 155 y a que Europa no les apoyó.
Lo ha anunciado el mismo Torras: Pretende restablecer las 16 leyes que fueron anuladas o suspendidas por el Tribunal Constitucional. Da validez al referéndum ilegal del 1-o. Activará la república catalana, que será dirigida desde Cataluña y Bélgica. Considera president legítimo a Puigdemont y pretende investirlo de nuevo. Quiere crear un gobierno paralelo en el exilio, al que él estaría subordinado. Recuperará la Hacienda propia de Cataluña. Impulsará un parlamet alternativo de secesionistas. Quiere reponer al jefe de los Mossos, Trapero. Desobedecerá al Tribunal Constitucional. No reconoce el orden constitucional vigente y sólo obedecerá al Parlament catalán. Pretende convocar Cortes constituyentes. Es decir, Torras no viene a hacer autonomismo, sino a hacer república.
Está claro que va a ser un presidente de resistencia puesto para retar, desafiar y mantener el choque directo con el Estado. Parece ser que el programa de Torra contiene la promesa expresa de crear las condiciones para un nuevo intento de golpe de Estado.
Las cosas que ha dicho y escrito este personaje van mucho más allá del peor racismo que hayamos escuchado a Le Pen, a los neonazis de Alternativa por Alemania, o a los paleonazis griegos de Amanecer Dorado, o al ultraderechista holandés Geert Wilders, o al nacionalsocialista KIM. Mientras tanto, vuelve a cundir el pánico en los medios económicos y sociales catalanes. Ya se han cambiado allí de domicilio y se han dado de baja hasta 4.550 empresas desde que arreció la confrontación con el Estado. Es por ello, que los partidos constitucionalistas deberían pensar más en serio sobre la nueva situación, y dejar ya de ponerse a jugar a la guerra unos con otros buscando ganar más votos.
"Lo que sí hacemos los españoles de bien, es tener mucha más vergüenza y educación"
Hace falta ahora más que nunca la unión sin fisuras de los constitucionalistas aunque tenga que ser a costa de propias cesiones y renuncias, para así poder hacer frente al nuevo desafío.
Está en juego el propio Estado, y es la hora de tener altitud de miras para salvarlo en bien de todos. Puigdemont y sus secuaces estarían ideando una nueva intentona golpista, cuyo programa de actuación separatista estaría diseñado en varios actos.
Primero, estaría la estrategia de la bifurcación. Mantener la máxima provocación en todo lo retórico y lo simbólico y, a la vez, sostener la cuerda bien tensada en el terreno de los hechos, bordeando todos los días la raya de la ilegalidad, pero sin llegar a rebasarla descaradamente, para no volver a incurrir en el mismo error que la vez pasada.
Eso permitirá, por una parte, mantener hirviendo la caldera emocional separatista, meter en el gueto a la Cataluña no independentista y sembrar la duda y la discordia en las filas del constitucionalismo. Como tal bifurcación entre retórica y práctica no puede sostenerse durante mucho tiempo, sino sólo el justo para dar paso al segundo acto, el que anunció Puigdemont en 'La Stampa': unas elecciones convocadas por Torra, en un clima de máxima exaltación nacionalista, para conseguir una mayoría absoluta clara. Y, desde ella, pasar al tercer acto, el del “apartheid” agresivo que desempate de una vez y para siempre a la sociedad catalana. ¿Cuándo serían esas elecciones?.
"Pues bien, hace un par de semanas viajaba en un vuelo de Swis una de esas bestias"
El mismo Puigdemont lo ha delatado: sería una convocatoria sincronizada con el juicio a los líderes golpistas en el Tribunal Supremo. Juicio en Madrid y campaña electoral en Cataluña; no cabe imaginar mejor escenario para convertir las elecciones no ya en un plebiscito, sino en un tumultuoso motín. Pues que el Estado de derecho permanezca atento y previsor.
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