He visto pasar por la Plaza de los Reyes a muchos delegados del Gobierno, cada uno con sus peculiaridades. Pero hablar de Ory es hablar de una mujer humilde, cercana, sencilla y educada. Unos valores que no están reñidos con el liderazgo que necesitaba el cargo que ocupaba hasta hace unos días. Además, ha sido capaz de ser la Excma. Sra. delegada del Gobierno sin dejar de ser Ory para todos los ceutíes. Esa virtud tan escasa hace a Salvadora Mateos ‘Ory’ una persona especial, una política muy querida.
Durante estos cuatro años me he reunido en varias ocasiones con la delegada del Gobierno para dialogar sobre cuestiones que había denunciado la Asociación Española de Guardias Civiles o por otras causas que ella y su equipo consideraron que era necesario. Todas estas reuniones se hicieron en un ambiente cordial y de máximo respeto. Ella utilizaba un arma de destrucción masiva: su exquisita educación, su sencillez y su inteligencia. Una forma de desarmar al enemigo, siempre que el enemigo tenga vergüenza, porque los sinvergüenzas ven en estas armas una debilidad y, como siempre, se equivocan.
Puede que usted, que lee esta opinión, considere que estos principios son básicos en una reunión para los que tienen un cargo de esa responsabilidad, pero les digo por pura experiencia que no es así en algunas ocasiones y, en otras muchas, los responsables políticos se apuntan tu nombre, no el nombre de la organización que representas para pasarte la oportuna factura.
“Te deseo lo mejor, porque a los mejores hay que desearle lo mejor. Eso es lo que le deseo, mucha suerte en esta etapa”
Como vengo diciendo, no todas las reuniones con los delegados del Gobierno fueron tan cordiales. Recuerdo reuniones en la Delegación en la que el máximo mandatario me amenazaba con sanciones disciplinarias si seguíamos denunciando problemas y carencias en la ciudad y en la Guardia Civil.
Le tuve que recordar que se tranquilizara, porque le podía dar un infarto y no quería que me tacharan de homicida. Recuerdo algún que otro escrito oficial donde el delegado del Gobierno se refería a mí como un guardia civil que roza el anarquismo y otras ocasiones he visto que cuando me proponía para condecoración el teniente coronel de la Comandancia, era respondida negativamente por la Delegación de Gobierno al considerar que mi actividad asociativa no era la correcta, iba contra sus intereses.
El pasado domingo Ory me envió unos WhatsApp y me dijo “cuando puedas tomamos un café” y le respondí que muy bien. El martes, después de ser destituida, por seguir un orden cronológico, le dije que “nuestro café queda pendiente. Te deseo lo mejor, porque a los mejores hay que desearle lo mejor”.
Eso es lo que le deseo a ella y a todo su equipo. Lo mejor y mucha suerte en esta nueva etapa que les toca vivir.
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