Orígenes

La formación de los sistemas geológicos le debe mucho a los volcanes pues son los grandes creadores de sustrato, el arrecife rocoso de Canarias está cimentado en el puro volcán. Ríos incontenibles de magma incandescente que han estado fluyendo desde los orígenes de estos benditos archipiélagos, gracias a un vulcanismo extraño, relacionado con un gigantesco depósito de magma que guarda las entrañas del continente africano bajo el gran Atlas.

El conjunto de conos volcánicos, constituyen las salidas geológicas de toda esta incontinente cantidad de piedra fundida en movimiento que se va extendiendo como una red de arterias telúricas. Pareciera un gran monumento del propio interior de la tierra, un grito existencial de Gea, que trata de autoafirmarse, y demostrarse así misma que está viva, reflejando su vivacidad oculta. Nuestro planeta tiene que sacarse así mismo una parte de su vitalidad, de alguna forma muere así mismo, pues con cada vómito de magma se apaga algo de su calor interior. Los planetas muertos, como la Luna, son los que no guardan energía geotérmica, ni tienen un núcleo y un manto activo; en ellos no existe tectónica de placas ni movimientos de continentes; solo son roca y polvo, todo en ellos está en silencio bajo la esfera celeste. Normalmente, el volcán crea meandros, cauces y verdaderos ríos de lava, pero hay ocasiones en las que desarrolla un auténtico conducto, a modo de vena, por donde se produce un manantial interior de magma rodeado por una perfecta costra basáltica.

Cuando cesa la erupción queda el precioso tubo lávico como testigo inerte de lo sucedido, a veces estos espacios pueden ser inundados por el agua del mar, y se llegan a formar maravillas naturales como el sorprendente y único túnel de la Atlántida y su sistema de lagos que le dan merecida fama a la isla de Lanzarote. Hábitats rocosos tan insólitos como estos aludidos, pueden ofrecer descubrimientos biológicos muy sorprendentes pues ante todo se trata de pasillos de comunicación entre mundos, mar y tierra se dan la mano produciendo posibilidades para los organismos más valientes y aguerridos. Los misterios del mar son realmente insondables, pero el estudio científico bien hecho termina por revelar algunos secretos muy bien escondidos a los ojos de los estudiosos. Gracias a la exploración promovida por la espeleología subacuática, sabemos que hay una serie de organismos que habitan estos extraños ambientes aislados del resto del mundo. Lo más sorprendente, es que muchos de ellos están relacionados con especies de las profundidades marinas que debido a complejos procesos de migración han llegado a exportar larvas hasta las zonas superficiales. En estos ambientes encontraron un ambiente oscuro propicio para proliferar, y se adaptaron a una nueva realidad ecosistémica que en esencia no difería mucho de su medio profundo. La oscuridad absoluta y una elevada dependencia de lo que se va hundiendo desde la superficie del mar. Un auténtico nuevo mundo difícil de imaginar, sino se explora y se observan estas preciosas criaturas hialinas nadando de un lado para el otro en aguas cristalinas. Los artrópodos y anélidos especializados son los grandes pioneros de estos medios; su distribución actual en las dos orillas del océano Atlántico, repartidos por este tipo cuevas, jameos y túneles, demuestra que es un proceso continuo, y muy especializado de colonización que se ha tenido que estar produciéndose desde hace millones de años. La variedad de características anatómicas y fisiológicas que exhiben, es otra de las pruebas de los procesos evolutivos y adaptativos que se han estado desarrollando para conseguir especies tan únicas y singulares. Si en las profundidades se vive merced a los organismos muertos que se van hundiendo también en las cuevas se aprovechan todas las entradas de alimento que provienen del medio emergido; los restos de plantas y animales que habitan los medios de cuevas son la principal fuente de energía que utilizan estas especies, en su gran mayoría pequeños detritívoros y comedores de carroña. Las masas de agua de estos ambientes tienen características propias de un medio anquialino, es decir una zona de encuentro entre aguas marinas y dulce con importantes influencias tanto terrestres como marinas.

Normalmente, este tipo de medios suelen estár aislados, pero también hay ambientes abiertos que comparten aspectos esenciales con este tipo de ambientes. Este es el caso de zonas rocosas con permanente influencia de masas de agua dulce, común en la desembocadura de ríos, en los que se produce una estratificación de la masa de agua, diferencias de salinidad y oscurecimiento de la columna de agua. Si se trata de archipiélagos volcánicos, está mezcla de aguas y la influencia del volcán en diversas épocas eruptivas, ha podido seleccionar a las poblaciones de organismos colonizadores de corales más apropiados y resistentes a las coladas de lava sumergidas.

Así en las pequeñas pero interesantísimas Islas Chafarinas (frente a la costa de Cabo de Aguas, en el litoral mediterráneo norteafricano) se producen unos cinturones de la gorgonia látigo, Ellisella paraplexauroides, muy superficiales y fuera de lo común, que pienso están relacionados con estos dos efectos combinados: disminución de la luminosidad y diferentes erupciones volcánicas que han favorecido la expansión ecológica a esta interesante especies de octocoral.

Así vemos que la mezcla de aguas y de condiciones oceanográficas diversas, lejos de impedir el desarrollo de la vida, es una oportunidad de colonización para determinadas especies, siempre que sepan aprovechar sus oportunidades adaptativas. De hecho, la propia colonización de la lava en el mar es un gran ejemplo de sucesión de organismos vivos desde los más oportunistas y de rápido crecimiento, que van progresando, y quizás, procurarán el asiento necesario a otras especies de mayor calidad ecológica lento desarrollo. Así la lava virgen es, en general, en fondos someros entre 10 y 30 metros de profundidad, primeramente colonizada por algas filmentosas, algas calcáreas, briozoos (animales musgos), hidroideos (plumas de mar) y pequeñas esponjas. Para pasar a las siguientes fases, las condiciones oceanográficas y la producción larvaria de las otras especies de crecimiento más lento deben favorecerlo.

De esta forma, si el ambiente se encuentra muy estresado por diversos motivos, tenderá a reproducir el mismo sistema biológico pionero sin dar paso a nuevas y más complejas comunidades. Si por el contrario, el ambiente es favorable, las larvas especializadas en construir comunidades más complejas y desarrolladas podrán generar el ecosistema más óptimo posible. De esta manera, el arrecife volcánico de Canarias va evolucionando y generando complejidad biológica, aprovechando todo lo que tiene a disposición. Esta aventura de la vida, tenemos que explicarla atendiendo a muchos y variados factores: las cambiantes condiciones físico-químicas de las masas de agua, el flujo de las corrientes, las influencias de la tierra firme, la fundamental historia geológica y la propia conformación de los ecosistemas y de su estado de salubridad. Unas especies de mayor calidad ecológica reemplazarán a otras, si ejercen la presión suficiente como para llegar a desplazar a las pioneras, mucho más efímeras y veloces en su crecimiento. Las especies oportunistas tienen como característica básica crecer rápido y recubrir la mayor parte de los arrecifes rocosos; las de crecimiento más lento, necesitan espacio para desarrollarse y condiciones estables para poder desplazar a las pioneras. La colonización de los arrecifes es una danza sin fin, en la que existen bailarines espasmódicos que molestan y ocupan todo el espacio del salón haciendo los mismos movimientos, no progresan ni se aprenden nuevas acrobacias. Por otra parte, existen los grandes maestros del baile, que por lógica van más tranquilos y progresan sin cesar en la incorporación de movimientos.

Entre todos ellos están los que tienen características intermedias. Lo cierto es que todos quieren estar junto a estos maestros, pues los más grandes no cesan de crecer y ser admirados por todos procurando también el crecimiento de otros. Entre los principales virtuosos del progreso biológico de los ecosistemas rocosos están los corales, y quiero pensar que son tan admirados, tanto por los naturalistas, como por las propias especies que los necesitan para poder proliferar junto a ellos.