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Orcas y su conducta "no violenta" al interactuar con los veleros

Se echaron al mar en un velero para estar mano a mano con las orcas. El objetivo no era otro que desmitificar la imagen peligrosa de estos seres vivos y trasladarlo con voz propia a la ciudadanía. Ecologistas en Acción, junto a un grupo de ONG, ha viajado por aguas del Estrecho y, una vez finalizada la aventura, traslada sus primeras conclusiones a El Faro de Ceuta.

Estas estimaciones no son otras que golpean el timón no porque se sientan amenazadas, si no porque es una especie de interacción. Juan Antonio Martínez, coordinador del área marina de la organización en la comunidad andaluza, asegura que en ningún momento ello fue percibido como “una conducta violenta” e informa de que, en total, se han registrado en torno a ocho avistamientos y ‘ataques’ a lo largo del viaje.

Este ha durado, en total, un mes. Llegó a término el pasado 5 de agosto. Cada día este grupo de miembros de distintas ONG partían hacia las corrientes marinas, donde pasaban alrededor de siete horas diarias.

Esta información recopilada tan solo es el principio de un proyecto. La idea es elaborar un informe con conclusiones definitivas y asentadas tras realizar más recorridos como este. Asimismo, la idea es organizar jornadas de sensibilización, un aspecto que, Lola Yllescas, responsable de comunicación de la entidad, considera relevante. Esta necesidad de enseñar y borrar los miedos hacia las orcas se debe, sobre todo, a las prácticas que algunas personas realizan a bordo.

No solo se trata de llevar consigo petardos y emplearlos para que estas se asusten y se alejen. Se han localizado en la zona de Barbate otros sucesos como, por ejemplo, el uso de un arma para tratar de disparar con la finalidad de amedrentarlas. La última novedad de la que han dado cuenta los ecologistas es la instalación de cuchillas en la quilla de las embarcaciones. Ello conlleva un riesgo para ellas y para su integridad.

Ocho observaciones

Los viajes han dado sus frutos. Sin hacer mucho esfuerzo ni interferir, han contado un total de 8 observaciones entre avistamientos e interacciones. Algunos especímenes se veían atraídos por el velero y optaron por aproximarse. Sin embargo, otros decidieron pasar de largo. El más relevante de todos los que han experimentado se dio con un grupo de unos siete ejemplares. Durante más de 20 minutos dieron pequeños toques hasta que, finalmente, decidieron seguir su rumbo.

“Hemos tenido bastantes acercamientos. Hemos visto orcas que no nos han hecho ni caso como lo fue una hembra con la cría, que nadaban de lejos”, comenta Yllescas. “Lo que sí tuvimos es uno con unas siete. Se dirigieron al barco y como no hacía mucho viento, dejamos el timón el libre. Ellas estuvieron jugando como lo hacen los delfines”, detalla.

Si ya no tenían pavor de ellas, ahora menos. Es una sensación que quieren transmitir al resto de personas para tratar de evitar cualquier tipo de medida no recomendada que pueda perjudicarlas a ellas.


No es el único peligro que enfrentan en su día a día. Otro de los problemas que encaran es la intensa actividad de los barcos en los mares, especialmente en esta época del año en el que el flujo es mayor. “Es una zona con muchísima presión y tráfico. Los motores, al estar en el agua, hacen más ruido ya que se transmite mucho más que en aire. Eso las molesta”, especifica Martínez.

La contaminación también es otro de los grandes inconvenientes de esta especie, que se ven expuestas a sus efectos al igual que otros animales marinos. Este pequeño subgrupo que vive en aguas del Estrecho se ve avocado a sobrevivir. “Vemos que la población no aumenta; todo lo contrario. Está entre los 35 y los 40. Cada vez cuesta más identificarlos. Solo se han detectado unos 15 este año. La cosa no pinta bien”, menciona Yllescas.

El enigma de las interacciones de las orcas con las embarcaciones aún está por descubrir, una cuestión que se desarrolla tras el telón de las amenazas que padecen.

2020, año de partida de estos comportamientos

Actualmente en la zona del Estrecho estos episodios se dan “casi a diario”, tal y como apunta Martínez. Empezaron en 2020 y desde entonces se desconocen las razones. Solo hay hipótesis y teorías. Lo que se sabe con certeza es que van en aumento y que habitualmente suelen atacar un navío muy específico. Suelen aproximarse a aquellos que tienen la quilla debajo y el timón detrás. No suelen acercarse tanto a aquellos que la tienen de corrido y el timón integrado en la guía. El año en el que se iniciaron estas curiosas acciones se registraron 52, en 2023 fueron 197 y, el dato más reciente, en 2022, calcula hasta 207.

 

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