Opinión

Las oposiciones de Piter

Hoy, mientras lees este CAÑONAZO, mi amigo Piter estará examinándose de oposiciones.  Piter me recuerda la etapa en la que yo preparaba ese camino plagado de horas, de días, de meses y años que no te garantizaban nada.

Entre cientos de hojas, en una enorme mesa, se esparcían libretas, apuntes, notas, resúmenes, libros, enciclopedias, artículos, recortes de periódico y todo lo que caía en mis manos.

Recuerdo esa época como un viaje en un barco en el que íbamos cientos de pasajeros pero que muy pocos llegarían a su destino. Yo tenía 24 años y me encerré en un apartamento de verano que tenían mis padres. Allí, en todo el edificio eran dos las casas habitadas. Incluso me daba pánico usar el ascensor por si me quedaba encerrado sin poder pedir auxilio: encontrarían mi cuerpo en el cubículo, más tieso que un ajo y con un folio entre las manos en el que repasaba la ‘Crítica de la Razón Pura’ de Kant.

Corría el año 1991 y era licenciado en Filosofía Pura aunque más pobre que una rata pero esperanzado que algún día podría trabajar. Así fue, aprobé sin plaza y conseguí ser interino durante 12 años por tierras andaluzas y valencianas.

Me curraba mucho las clases y decidí aparcar el tema de las oposiciones pues la tarea cotidiana dejaba poco tiempo para ponerse a zamparse de nuevo los temas como una mula.

En el 2004 estando destinado en Algeciras se convocaron tres plazas. Quise conocer la ciudad y pasar un día en esa tierra extraña que oteaba desde la playa de Getares.

Saqué billete, en una bolsa de plástico metí “dos bragas y un sujetador” como decía César Varela, un catedrático de matemáticas sabio como todos los gallegos pero con un humor nada usual en esas tierras.

Y como la resurrección de Lázaro se produjo otro milagro: conseguí ganar una plaza. Lo que iba a ser un día ya va para 21años.

Luego ya fui miembro de tribunales y compartía mi trabajo con cientos de personas que estaban en ese mundo laberíntico de  las eternas oposiciones.

Hoy,  jornada de lluvia y vientos de poniente con levante mi compañera Isa me invitó a comer al Oasis, ella había conseguido la plaza en la última convocatoria luchando durante años. Su rostro era lo más parecido a la felicidad: " aponía y ataraxia" ( La tranquilidad del cuerpo y del alma). Su vida, su estabilidad laboral y sus planes de futuro comenzaban a ser una realidad.

Piter volverá a intentarlo después de dejarse la piel en cada momento. No es sencillo lidiar un morlaco con la suerte, con un pasado lleno de dificultades, con un trabajo de horas y horas para poder pagar un alquiler, agua, luz y comida, con un no saber si dentro de tres meses estarás en la calle porque no consigues que alguien te contrate o por cualquier motivo que pueden ser cientos.

Todos lo que lo conocemos lo hemos visto recitar temas, acariciar a su gata leyendo la Constitución, mientras cocina lo oigo con el tema tres. Mientras limpia la casa para un instante y quiere que vea un resumen que ha hecho, mientras toma un café me habla de pe a pa en qué consisten las competencias de los auxiliares de clínica, legislación, derecho laboral... Hoy pensé que se lo llevaría el viento y ni se enteraría.

-Con la mala suerte que tengo lo mismo me caigo o una rama me parte la cabeza. Me lo dice mirando de un lado para otro, quiere evitar todo lo que le pueda dejar manco, tuerto, cojo, mudo. Tendrá que estar escribiendo los temas que le caigan en suerte dentro de unas horas.

Encomendarse a los Santos, rezar a la Virgen de África, pedirle a San Apapucio ( protector de los opositores).

Pasear con él es escuchar una cantinela que se repite como un mantra : ¿Cómo lo llevas? ¿Cuándo te examinas? ¿Tienes estampita de Santa Rita? ¿Cuántas plazas salieron? ¿Hay que leer los temas ante el tribunal?

Piter se sentará en una mesa mientras espera el número de las dos bolas, agarrara los folios, dibujará un boceto sobre el desarrollo y comenzará a volar como si hubiera activado el piloto automático.

¡Tengo que conseguirlo! Ahora, a mi edad  se me acaban las oportunidades y no queda otra que la esperanza acompañada de cientos y cientos horas de estudio.

Va este poema para mi Piter, es de Borges y creo que lo escribió para él:

"A la luz de una lámpara estudiosa, pasa las noches del invierno oscuras”.

Sé que llevará 23 bolígrafos por si fallan los 22.

Pase lo que pase, querido Piter, ya eres un ganador.

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