Hace unos días, el puerto de Gibraltar batía el récord de suministro de Gas Natural Licuado (GNL) al abastecer en sus aguas al ‘Sleipnir’, el buque semisumergible más grande del mundo. Se trata del mayor suministro de bunkering de GNL que hasta ahora se había llevado a cabo en Europa, 3.200 toneladas a los ocho depósitos con los que cuenta esta plataforma. Una operación que, según detalla el Estrecho Digital, habría facturado entre 800.000 y un millón de euros.
Sin embargo, la idea original era que esta operación se llevase a cabo en el puerto de Algeciras, pero fue la negativa del Gobierno español para tramitar los visados de los 150 trabajadores del barco para que pudiesen desembarcar mientras se llevaban a cabo los trabajos, lo que hizo que la compañía decidiese optar por el puerto más cercano, el de Gibraltar, perdiendo ese desembolso para las arcas de la Autoridad Portuaria algecireña.
Este hecho no ha pasado desapercibido para el sector, que alerta de este tipo de decisiones burocráticas que afectan, principalmente, a los operadores que se benefician de la llegada de estos barcos, pues además de suministro de combustible, estos fondeos implican trabajos de mantenimiento así como avituallamiento, generando un desembolso en las empresas dedicadas a estas labores.
La entrada en el mercado del GNL y la apuesta por el bunkering en Ceuta ha supuesto para todos estas empresas la apertura de una nueva vía de ingresos para un sector que tendía a caer en el estancamiento. Según la ‘Evaluación del impacto económico del Puerto de Ceuta’ elaborado por la Universidad de Cádiz, el bunkering genera en el puerto ceutí 65 empleos directos y unos ingresos que superan los 12 millones de euros anuales, según datos del 2016, cuando aún no se había popularizado el uso de GNL.
Por ello y con miras a que el sector se enfoque en este tipo de actividades, las empresas que se benefician de estas actividades piden una mayor flexibilidad burocrática, ya que ejemplos como lo ocurrido en Gibraltar hace que estas inversiones acaben en países extranjeros y no en los puertos españoles, como en este caso Algeciras, pero también podría suceder con Ceuta.
Asimismo, el hecho de que España prohíba en todos sus puertos el abastecimiento ship to ship (de barco a barco), impide este tipo de operaciones que, sin embargo, se pueden acometer a 12 millas de nuestros mar territorial, según aclara la normativa y confirma Capitanía Marítima. No sería el caso de Gibraltar, que al no contar con mar territorial no podría operar de esta manera, pero sí de otros puertos fuera de la Unión Europea, donde esta actividad no está bien vista por su impacto ecológico en caso de vertidos.
Es por ello que las grandes petroleras están llevando a cabo esta actividad lejos de España, pese a ser operaciones de gran envergadura que, por consiguiente, suponen un gran desembolso económico que redundaría en las empresas que se mueven en torno a este tipo de actividades.
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