Es cierto que toda persona tiene derecho a opinar, pero ello no quiere decir que tenga razón y ni siquiera si era oportuno hacer pública esa opinión.
Las opiniones no deben ser ligerezas y menos aún en personas con una cierta relevancia social ya que tienen la obligación -por el puesto destacado que ocupan en la sociedad- de decir la verdad en todo momento. De no hacerlo así podrán perder muchos puntos en la estimación de muchas personas y hasta llegar al rechazo cuando la acumulación de falsedades o de juicios ligeros pase de un determinado nivel a juicio de quienes las escuchan. Esto suele ocurrir cuando una persona es elegida o aspira a un determinado puesto relevante en la política; con las salvedades de rigor.
Hemos podido comprobar, a lo largo del tiempo pasado, lo mucho que están obligados a hablar los candidatos a altos puestos del entramado político, tanto nacional como internacional. Se recuerdan actuaciones en las que se afirmaban unas condiciones económicas de nuestro país que eran totalmente inexactas, como la realidad ha demostrado muy poco después, cuando esa persona dejó de ocupar el puesto político que desempeñaba. ¿Eran opiniones sinceras y bien fundamentadas o, por lo contrario, el intento de crearse una falsa aureola de eficacia completamente inexistente? La realidad de los hechos posteriores confirmaron lo que algunos decían de esas opiniones y la estimación por esa persona bajó a límites muy severos.
Ahora con motivo de las elecciones al Parlamento europeo estamos viendo a una señora Valenciano mucho más dinámica en sus desplazamientos a diversos lugares de España y a no parar de hablar. Incluso su fisonomía ha cambiado, mostrando una mayor apertura a la sonrisa y a gestos que pretenden mostrar simpatía y hasta alegría por verse reunida con tanta variedad de personas cada día, Presenta una imagen más atractiva y eso, en una mujer, es siempre una señal de apertura y simpatía. Es natural que se cuiden esas formas externas cuando tanto tiene que hablar en sitios muy diversos y gentes a las que, normalmente, no conocerá a muchas de ellas. Bien, pues, por la presencia física de la señora Valenciano, pero eso no es todo.
Ni es todo y tampoco lo más importante porque esto se espera que sea lo que hable, lo que señale como misión fundamental para la labor que pretende desarrollar en el Parlamente europeo - caso de resultar elegida y es aquí donde la señora Valenciano no está al nivel que se espera de un persona inteligente, conocedora de la Sociedad y de lo que en ella se piensa y hasta se considera fundamental: ¿Cómo se le ha ocurrido ese disparate de poner al mismo nivel a Jesucristo con Felipe González y el Che Guevara? Señora Valenciano usted está sometida a la tortura de tener que hablar y hablar, día tras día, pero nadie la obliga a decir tamaño disparate. Sinceramente, me da usted verdadera pena.
Europa necesita políticos de la máxima categoría y que en ningún momento - ni siquiera por descuido - suelten disparates, como ha hecho la Sra. Valenciano. Sinceramente, me da verdadera pena esa falta de inteligencia y sensibilidad que ha demostrado y desearía que no ocupara puestos de importancia para Europa ni para ningún otro lugar; incluida España, naturalmente. Con todo mis respetos que como persona merece la citada señora.
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