El próximo domingo, todos los españoles estamos convocados a decidir qué sociedad y modelo de convivencia queremos durante los siguientes cuatro años.
Estas semanas, en las clases de valores éticos y de Filosofía hemos charlado y debatido sobre el sentido de la democracia, la política, la importancia del voto, los pactos, la mayoría absoluta, la moción de censura, la sesión de investidura del Presidente del gobierno, las funciones de los diputados y de los senadores…En fin, las clases del Camoens se convirtieron en un gran parlamento imaginario en el que, de una manera o de otra, todos los alumnos tenían una tarea encomendada: salvar la polis.
Compruebo cada curso académico la falta de interés y desconocimiento de los discentes por temas de esta índole; siempre me responden con las siguientes frases: que si no entiende del tema, que todos los políticos son unos ladrones, que si gobierne quien gobierne caerán en la corrupción, que si el enchufismo, que si el amiguismo y un largo etcétera que me lleva a reflexionar el por qué de esta situación insostenible para la construcción del Estado de Derecho que habitamos.
Muchos chicos y chicas ejercerán por primera vez el derecho al voto y se jactan de no hacerlo. Justifican su decisión amparados en una desidia contagiada por un pensamiento acrítico basado en que “en estas lides, todo es lo mismo y nada merece la pena”
¿ Cómo es posible? , ¿ Qué nos pasa? ¿ De qué manera hemos llegado hasta aquí?
Siguiendo la máxima de Savater; “ Si no te emocionas, si no sientes pasión, no puedes transmitir conocimientos” he explicado en cada rincón de mi instituto, cual Sócrates con sus discípulos, la importancia y el significado del voto.
Las urnas, las elecciones, el sufragio universal, el voto femenino, el voto de los negros en los EE UU, el referéndum. Con estas armas, el pueblo ha derrotado a las dictaduras, hemos derrocado a los tiranos, derribado murallas, construido formas de convivencia respetuosa en una sociedad diversa.
La conquista del voto no ha sido gratuita, más bien todo lo contrario: guerras, muertes, asesinatos, manifestaciones, huelgas….pero lo hemos conseguido. Hemos conquistado el bien más preciado de los seres humanos, lo que nos hace individuos que viven en la colectividad: el derecho y la obligación de ser libres. No podemos traicionar a nuestros antepasados, a la memoria de los pioneros que dejaron su vida en ello.
Llenar las urnas el domingo es un respeto a la memoria, un homenaje a todos aquellos que se dejaron la vida en ello, un imperativo categórico irrenunciable de la ciudadanía.
(*) Profesor de Filosofía del I.E.S Luis de Camoens.
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