Y seguimos igual

El TSJA volvía a incluir en su memoria anual la crítica a la falta de un Palacio de Justicia en condiciones en Ceuta. No lo tenemos a pesar de las promesas disfrazadas de caramelos envenenados que nos hizo la clase política durante tanto tiempo y que ahora siguen con el culebrón de la obra del Banco de España, que es algo así como la del Escorial a lo caballa. Continuamos igual, soportando unas instalaciones tercermundistas en donde los profesionales del sector trabajan como pueden en áreas en donde la incongruencia, la dejación y las malas decisiones cobran protagonismo.

Así, nos enfrentamos con juicios complicados en donde la tensión se acumula y en donde los pasillos terminan llenos de personas, mezclándose supuestos agresores con supuestas víctimas. Tenemos una ‘jaula’ que costó más de 85.000 euros y que nació, precisamente, para separar a familias enfrentadas, sobre todo en asuntos de violencia de género. Aquella fue la excusa inicial dada, luego se encargarían de contarnos otras milongas. La jaula queda bonita, da trabajo a los que limpian cristales... mientras en los pasillos se tiene que pedir apoyo extra de las fuerzas de seguridad para que no se produzcan incidentes mayores. ¿Lo ven normal?

Hay días en los que los accesos a la Audiencia o a los juzgados de lo Penal más parecen las inmediaciones de un mercadillo en el que se cruzan las malas miradas de unos con las que piden compasión de otros y por donde tienen que pasar profesionales de distintos sectores sin remedio alguno.

¿Se imaginan al alcalde o a la delegada desarrollando su labor en este tipo de instalaciones?

Quizá si la clase política viviera en sus propias carnes este tipo de situaciones no estaríamos así. ¿Se imaginan a un Juan Vivas sorteando a multitud de ciudadanos que le miran de aquella manera antes de llegar a su despacho? No, porque para eso lleva escoltas y desde hace años un cordón impide que cualquiera siga las escaleras hasta Presidencia. ¿O a una delegada del Gobierno que tuviera que hacer lo mismo? Igual de impensable. ¿Por qué entonces ninguna de las dos administraciones ha tenido miramiento en acelerar, como se debía, la dignificación de las instalaciones judiciales?

Seguimos esperando, llegará un día en que tengamos esa ciudad de la justicia, en donde quizá nos vayamos acercando algo más a lo que sencillamente es normal. Pero mientras hay que soportar escenas que no son más que el reflejo de las estafillas políticas que encima no tienen ni la debida condena.