No puedo sino sentir cierta tristeza por un antiguo compañero que ha cometido una de las traiciones más notorias de nuestra política local. José María, como él mismo explica en su último artículo, fue mi profesor. Lejos de ser un ejemplo para mí, como ha hecho mención, sí que fue alguien a quien guardé respeto y cariño.
Me es difícil entender su toma de decisiones en los últimos meses y aunque en su línea, la redacción de un artículo vacío de sucesos y repleto de filosofía literaria a modo de excusa escapista. No existen argumentos, ni defensa, de lo que, a mi pesar, difícilmente tiene perdón.
Dante Alighieri, en la Divina Comedia, ubicaba a los traidores en el noveno círculo del infierno, en el más profundo y doloroso, donde el hielo cubre a Judas y Efialtes. La diferencia entre la traición y el fraude (octavo círculo), es que en la primera existe el agravante de quebrantar una relación de amistad, familiar o especial. El peor de los pecados.
De todo se ha escrito sobre traición a lo largo de la historia y grandes traidores la historia también ha dado. Marco Junio Bruto, pese a lo estrecho de su unión, conspiró para asesinar a Julio César. Benedict Arnold renegó de los estadounidenses para buscar un mayor rango de prestigio en el ejército británico durante la Guerra de Independencia. Y tratándose de Ceuta, con una conjura para la moción de censura en boca de todos, no puede caer en el olvido la traición del conde Don Julián.
Cuando José María alude a mi ideología “fascista” para justificar su marcha, me invade la curiosidad por conocer sus verdaderos ideales, los que supuestamente le llevaron a compartir trincheras conmigo tanto tiempo y ahora, en cambio, le hacen votar propuestas de marcado carácter socialista. Incluso ha votado contra el Pin Parental esta semana, estandarte de VOX en ideología educativa.
Cuando se pasa de defender VOX a ser un socialista de facto, la única excusa posible para camuflar a un mercenario codicioso pasa, como queda constatado, por los mantras que aluden al fascismo. Sorpresivamente también alude a mi edad, denotando un fuerte complejo oculto tras el falso paternalismo de quien ha parasitado la constancia de los idealistas, con el mero aval de su antigüedad en el partido.
José María, mi responsabilidad como representante público es pedirte el acta porque has usurpado la voluntad de los ceutíes para, tras negarte un cargo el Gobierno por tu condición desleal, codearte con Hernández y Alí. Por otro lado, contamos con los cuatro diputados necesarios para sacar adelante acuerdos beneficiosos para la ciudad, ergo realmente no eres necesario. Intuyo que tu intención es aguantar tres años como tránsfuga vendido a la izquierda y por ello no te deseo ningún mal, pues ser Judas a ojos de Ceuta ya es penitencia suficiente.
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