La muerte del guardia civil Salvador Moreno ha sido uno de los golpes más duros, ya que terminó sus últimos días sin recibir los cuidados paliativos a los que debía acceder por derecho. La burocracia manda y las administraciones olvidan. Nos toman como meros objetos y ante los intereses ni las vidas importan. La AEGC no solo dio la cara por Salvador, su esposa y la denuncia de tan miserable situación, sino que además evidenció una problemática que puede afectarle a cualquiera. De hecho pone de manifiesto la pérdida de coberturas médicas en ISFAS, algo que repercute en todos los agentes. A Salvador nadie le podrá ayudar ya, nadie le podrá dar los cuidados paliativos reclamados por su viuda. Pero son muchos más agentes los que pueden necesitarlos o pueden requerir de otras prestaciones. AEGC no se pasa lo más mínimo cuando dice que se juega con las vidas de las personas. Así es, se juega con sus vidas ante una falta de previsión que permite situaciones vergonzosas que, después, tienden a pasar al olvido. Eso de ahorrarse un dinero a costa del bienestar de los demás es no solo hiriente sino lo más odioso y denunciable de todo. Y aquí alguien tiene que intervenir ya. No se puede dejar esto en un mero impacto mediático sobre el que mañana se pase página. No, porque es demasiado grave que agentes pierdan coberturas médicas o terminen sufriendo enfermedades al límite porque se les niega lo más básico.
La Dirección General de la Guardia Civil es conocedora de esta situación, de todo se entera y todo fiscaliza, pero parece que gusta más de arrinconar estos episodios en algo por lo que peleen las asociaciones cuando su máxima obligación es implicarse por el bienestar de los componentes del Instituto Armado. Esta situación debe generar algo más que indignación, debe provocar una reacción al más alto nivel para que nadie después sufra la mayor aberración como es dejar que alguien muera implorando lo que se le debía.