Opinión

Las persecuciones al cristianismo

Creo que hasta las personas más indiferentes y menos sensibles a las causas justas y humanitarias no habrán tenido más remedio que sentirse indignadas, estremecidas y conmovidas por los tristes sucesos recientemente ocurridos en Sri Lanka, isla asiática próxima a la India (capital Colombo), donde últimamente se perpetraron una serie de atentados, cuya autoría fue reivindicada por el llamado “Estado Islámico” (Dahesh). Es un país de 18 millones de habitantes, con numerosas etnias. El 70 % son de religión budista, un 7,6 % de musulmanes y el 7, 5 % cristianos. Tiene preciosos bosques tropicales, playas de ensueño y lindos paisajes. Hasta el año 2002 estuvo en guerra civil contra los llamados “Tigres Tamiles”, que llevaban 30 años luchando por su independencia. Es la última persecución cometida en el mundo contra los cristianos.

El suceso tuvo lugar cuando los cristianos estaban celebrando la Pascua de Resurrección en varias iglesias, con el bárbaro y salvaje resultado de 250 personas inocentes asesinadas, más otros 20 por sobreactuaciones de la policía. Su único delito fue asistir en un templo a los actos religiosos de tan solemne y tradicional celebración como la Resurrección de Cristo. En la triste tragedia también falleció una pareja de jóvenes españoles cuando se hallaban en el hotel que se hospedaban celebrando su último día de vacaciones: Alberto Chaves, de 31 años, de Rianxo, que trabajaba en la India, y María González, de Pontecesures, de 31 años, su prometida que fue a visitarlo. Descansen en paz ambos jóvenes coruñeses y todos los demás fallecidos tan inútilmente.

En 2002 los bandos contendientes firmaron un acuerdo y desde entonces reinaba la paz, la tranquilidad y un óptimo desarrollo turístico selecto y rentable. Ahora los atentados han vuelto a sembrar allí el pánico, la muerte y el terror de los fanáticos del Daesh, enrabietados y embrutecidos tras haber sido desposeídos y expulsados del extenso territorio que habían ocupando en Siria y otros países, como represalia por su derrota. El fanatismo es ciego, irracional, sin sentido común, sin conciencia, sin humanidad y sin corazón, más todavía cuando tiene raíces independentistas.

¿Y en nombre de qué dios o religión unos cuantos facinerosos terroristas -pertenezcan a una u otra religión- pueden matar por matar, asesinando a personas inocentes que nada tienen que ver con lo mal que a ellos les pueda haber ido haciendo la guerra, para asesinar en nombre de la ira, del odio y del rencor, que cualquier dios o confesión prohíben?. Porque ninguna religión ni autoridad divina autorizan a matar masiva e indiscriminadamente a ancianos, mujeres y niños.

Una terrorista embarazada y con dos niños de la mano, al ver que detenían a su marido, explosionó su cinturón-bomba, matándose con su feto, sus dos niños y demás personas, todas indefensas, que se encontraban pacíficamente en un templo, cuando varios fieros terroristas la emprendieron de repente a tiros por la espalda, detonando bombas y mochilas explosivas, segando vidas humanas, sembrando muertes, terror, sufrimientos, penalidades y toda clase de desdichas. ¡Pobres criaturitas inocentes!. ¿Pueden salvajes de tal calaña vivir o morir felices tras haber perpetrado tan horrendos crímenes?. ¿Qué clase de gloria o cielo esperan alcanzar quienes así se comportan?. Hace 2.350 años, Platón dijo: “Es imposible que pueda ser feliz quien vive para hacer mal a los demás”.

Fíjense cómo serán de sanguinarios terroristas y la ponzoña que les inoculará el fundamentalismo que profesan para que se atrevan a obrar con tan malas entrañas que, con tal de matar, se matan ellos mismos haciéndose explosionar cinturones-bomba o mochilas, para sembrar muertes, terror, tristeza, odio y sufrimientos. Cervantes en el Quijote dice: “No es bien, que unos hombres hagan sufrir a otros hombres”. Hasta parece increíble que en un día tan señalado como el de la Resurrección de Cristo, cuando más tendríamos que vivir en paz, alegres, contentos y en reconciliación los unos con los otros, expulsando de dentro de nuestros corazones todo lo malo que tenemos, puedan seres llamados “humanos” seguir almacenando en el siglo XXI tanta agresividad, odio, rencor, ira y desprecio por la vida.

A lo largo de la historia, los cristianos han sufrido muchas persecuciones desde el mismo momento en que Cristo instituyó su Iglesia, y les seguirán persiguiendo. Fue el mismo Cristo el más perseguido, siendo azotado, crucificado y muerto por predicar la religión cristiana. Él mismo lo advirtió: “Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán”. Los apóstoles Pedro y Juan fueron encarcelados. San Pablo, San Andrés, Santiago el Mayor, Simón, Bartolomé, San Esteban, San Servando, San Pancracio, San Pantaleón, Santa Eulalia y trece mártires más de Mérida, junto con otros miles de ellos, sufrieron en los siglos II y III por los emperadores romanos las diez feroces persecuciones: De Nerón, Domiciano, Trajano, Marco Aurelio, Séptimo Severo, Maximiano, Decio, Valeriano, Aureliano y Diocleciano, que mandaron martirizar, asesinar y hasta a echar vivos a los leones en los circos a los cristianos, obligándoles a tener que vivir ocultos en catacumbas para poder profesar su fe cristiana.

“Los atentados han vuelto a sembrar allí el pánico, la muerte y el terror de los fanáticos”

Aquí en Ceuta es bien conocido el martirio sufrido el año 1219 por San Daniel y sus compañeros San Ángelo, San Samuel, San Dómulo, San León, San Hugolino y San Nicolás, Patronos de la ciudad, siendo decapitados y sus cabezas arrastradas por el suelo en público. Pero, tras cada persecución, la Iglesia cristiana, lejos de desaparecer como muchos de sus detractores han vaticinado, siempre creció y se multiplicó. Como tampoco desaparecieron los cristianos asirios, caldeos, maronitas, armenios, ortodoxos, coptos que aun mueren en Egipto y otros países árabes víctimas de la más tremenda brutalidad y barbarie. En el siglo XIV los cristianos fueron casi exterminados en Mongolia y Asia Central. En el XIX los de Asia Menor fueron masacrados por el Imperio Otomano. En el XX Stalin los persiguió con saña. Y en el XXI una nueva y feroz ola de integrismo yihadista, que nada creo que tiene que ver con el auténtico islamismo moderado, los tiene en el punto de mira objetivo .

Pero Jesucristo también dijo a Pedro: “Tú eres Pedro, sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”. El cristianismo, no desaparece. Desde hace 2.000 años, ahí sigue sólido e impertérrito, haciendo el bien y evitando el mal en todo el mundo; aun cuando a veces en su nombre puedan cometer errores e injusticias quienes a él pertenecen, como humanos que todos somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Prueba de la inquebrantable fortaleza de la Iglesia se tiene en que, pasados ya esos 2.000 años, la obra y la figura de Jesús sigue “in crecendo”. Hoy, más de 2.100 millones de almas profesan la religión cristiana, siendo la más extendida en todo el mundo.

Pues el cristianismo sólo puede durar tanto tiempo y seguir extendiéndose por el mundo por haber sido, y seguir siendo, un bien para la sociedad mundial, porque una mano todopoderosa haya creado y dirija su destino. Para mí, ese regidor divino o sobrenatural de la vida es Jesucristo, mi Dios, libremente elegido por mí. Encuentro en Él ternura, humildad, refugio, clemencia, amparo, paz y sosiego. Tras 2.000 años, continúa siendo la figura central de la Humanidad. Ni el rey más poderoso. Ni el gobernante más carismático. Ni el ejército más valiente y victorioso. Y ni siquiera todos esos poderes terrenales juntos, no han tenido entre todos tanta influencia en la vida de tantos millones de personas como la que desde hace veinte siglos viene teniendo Jesucristo. Ese es un hecho, real e inequívoco, que a mí me sirve para reafirmarse más en la fe.

Aunque lo expreso con profundo respeto, a sabiendas de que también hay creyentes de otras religiones y distintas divinidades a las que adoran, rigiéndose por otras normas religiosas. Para mí, cualquier religión que no mate y persigan el bien a su manera, siempre la tendré por muy respetable y por mí muy respetada, con independencia de que siga creyendo en la mía. Porque para eso los seres humanos tenemos raciocinio, sentido común y derecho a la libertad religiosa. Y ello, necesariamente tiene que llevarnos a tolerarnos, relacionarnos y convivir juntos. Aristóteles nos enseñó que somos seres eminentemente sociales por propia naturaleza. Y para eso se exige –nos debemos exigir a nosotros mismos– vivir en paz y convivir y en buena armonía unos con otros.

De ese modelo de convivencia entre culturas y religiones creo que nos da buen ejemplo Ceuta que, con independencia de que siempre sería deseable llevarnos mejor todavía los unos con los otros entre las distintas creencias, creo que no es caer en ningún tópico decir que es una ciudad donde se convive de forma real y efectiva entre cuatro religiones: cristiana, musulmana, hebrea e hindú. Nunca, en los más de 60 años que yo la conozco, en Ceuta se ha matado por motivos religiosos. Todos conviven y mutuamente se respetan de forma razonable, cada cultura y religión con sus defectos y virtudes que pueden ser manifiestamente mejorables, pero, en general, tolerándose mutuamente.

Como creyente católico que soy, muchas veces me pregunto, cómo podrán haberse creado la tierra, demás planetas, el firmamento con el sol, la luna, las estrellas; o cómo las personas y los animales podemos tener los cinco sentidos con sus correspondientes órganos: ojos, oídos, nariz, tacto, olfato, gusto; o cómo en el organismo humano se realizan las distintas funciones para que nuestros órganos internos puedan funcionar, como los millones de neuronas que tenemos en el cerebro realizando cada una función distinta; o cómo se forma un nuevo ser concebido con todos esos mismos órganos; o cómo está distribuido nuestro sistema arterial para transportar la sangre desde el corazón a todo nuestro cuerpo; cómo las plantas y los demás seres vivos, al igual que nosotros, nacen, crecen, se nutren, se multiplican y mueren. Hay quienes creen que eso se ha producido por simple evolución de la vida Pero, me sigo preguntando, ¿quién ha creado esa vida y las demás cosas inanimadas?. Pienso que todo eso no puede suceder por simple azar ni casualidad; algo todopoderoso debe haber que rija los destinos del mundo y de la propia vida con tanta perfección.

Por eso es triste conocer que en el año pasado, las estadísticas arrojaron un total de más de 245 millones de cristianos perseguidos, de los que 4.305 fueron asesinados. Esa persecución a cristianos no son hechos puntuales o aislados, sino a escala mundial y cada vez va más al alza. Los países en los que más muertes y ataques a cristianos se han producido, fueron Corea del Norte, Afganistán, Somalia, Nigeria, Irak, India, China, Egipto. Pero también en otros numerosos lugares del mundo se continúa persiguiendo hasta la muerte a los cristianos simplemente por motivos religiosos. Eso es horrible.

Y eso sucede aun cuando en bastante de esos países tengan reconocida la libertad de conciencia y de religión, que en España están consagradas en los artículos 10 y 16 de nuestra Constitución y en el Concordato con la Santa Sede, cuyos textos preservan la dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás, que son fundamento del orden político y de la paz social en todo Estado de derecho, y en el ámbito internacional están regulados en la Declaración Universal de Derechos Humanos y Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos y en la mayoría de Constituciones de países democráticos.

Por otra parte, la libertad religiosa y de culto, goza de protección en nuestro Código Penal, artículos 522 a 526, que tipifican como conductas delictivas la conculcación de tales derechos, la mofa o escarnio a las imágenes, la profanación de templos y cementerios, conforme al respeto que todos debemos a la dignidad y sagrada memoria de nuestros muertos. ¿Por qué, entonces, se cometen tantos y tan reprobables desafueros contra fieles, sacerdotes, lugares sagrados y símbolos cristianos que tanto respeto merecen, al igual que los de otras religiones?.

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