Opinión

Palencia

Estaba escrito que nos deberíamos encontrar. Ante todo, para mí Palencia era la tierra natal del Padre Casimiro. Tierra de recogimiento y de piedras labradas por el oficio más viejo del mundo; de vocaciones sinceras y de licores que regocijan el alma. También, creo que es tierra en la industria del automóvil (y que lo siga siendo, en santísima vez).

Tierra de juglares sempiternos, que entretienen el camino entre la filosofía de sus letras y la música de sus notas, llamadas a perpetuarse en los oídos del peregrino.

“Sólo el peregrino conocerá de cerca los secretos del camino”, dije alguna vez, y ahora es frase que cobra actualidad, pues mis amigos de Castilla y León me proponen participar en unas jornadas técnicas.

No voy a negar que estoy ilusionado con el protagonismo que el movimiento asociativo de la salud mental va dando a mi experiencia como sufridor de la esquizofrenia, pero también como ganador de un proyecto de vida independiente en esta sociedad, no siempre dadivosa.

Total, que estoy más contento que un niño con pirulí, pues mis veinticinco años de callada recuperación empiezan a dar sus frutos, y yo mismo soy el más sorprendido.

Precisamente, el tema de la ponencia será el derecho a ser incluido y a participar en la comunidad.

La Convención de la ONU sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad dice en su artículo 19, y con magníficas palabras: “Los Estados Partes en la presente Convención reconocen el derecho, en igualdad de condiciones, de todas las personas con discapacidad a vivir en la comunidad, con opciones iguales a las demás, y adoptarán medidas efectivas y pertinentes para facilitar el pleno goce de este derecho y la plena inclusión y participación en la comunidad, asegurando que las personas con discapacidad tengan la oportunidad de elegir su lugar de residencia y dónde y con quien quieren vivir…”.

Tengo que aprovechar esta ocasión para ir evolucionando en mi mensaje e ir innovando el lenguaje de la inclusión. Estoy mirando posibilidades y creo que voy a sorprender con un relato literario, del que se desprendan las conclusiones. Tengo que reclamar la atención del receptor, ya que el texto como tal ya existe en la Convención, y muchas veces la forma estimula más la razón que el contenido. Además, ahí encuentro yo mi fortaleza: darle un nuevo sentido a lo que ya conoce todo el mundo, enseñar.

Veo también en el pre programa que se abordarán los objetivos de desarrollo sostenible Agenda 2030. Buena ocasión para el estudio, pues se me había pasado tan importante iniciativa, un nuevo contrato social global que no deje a nadie atrás y preserve la naturaleza, que a más de bella es nuestro hogar.

Son 17 objetivos, que de cumplirse llevarían a la Humanidad adonde nunca antes: a la normalidad. Ya os contaré.

Al hilo del artículo 19 de la Convención, la Ciudad de Ceuta mantiene el programa de piso supervisado como recurso para el empoderamiento de las personas con problemas de salud mental y estímulo de su autonomía.

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