Un corredor tiene una serie de enemigos. El primero es no conocerse a sí mismo. Aquí es cuando vienen los serios problemas. Hoy he observado una carrera continua con una velocidad bastante alta a un circuito. Observé que eran dos las personas que se estaban ejercitando. Una, que era la más alta, parecía que estaba llevando una zancada natural, mientras que el segundo, más bajito, se notaba que se estaba esforzando. Al cabo de dos vueltas. Creo a cálculo de buen cubero que el circuito podía rondar los 600 metros. El más alto siguió rodando, pero a un ritmo menor. Mientras el más bajito prácticamente estaba parado y se le notaba en el rostro los sudores típicos de una persona cansada o, matizando mejor, fatigada por el esfuerzo realizado.
Quiere esto decir que en un entrenamiento hay que ir aumentando los ritmos poco a poco. Es decir, la intensidad del trabajo. Nuestro cuerpo debe de acostumbrarse al ritmo de trabajo. Para evitar tener problemas, más vale quedarse con ganas de aumentar que tener ganas de parar.
Esto nos puede enseñar en nuestra vida. No podemos ser los mejores en todo. Debemos de aprender antes de intentar ir por ahí dando lecciones a los demás. Sólo cuando hayamos demostrado que podemos ser buenos en algo es cuando podremos opinar ante el público. Luego cada cosa debe de ir a su tiempo. La unión hace la fuerza. ¿Pero quiénes nos podemos unir? Lo natural que todos aquellos que tengamos unos objetivos comunes. ¿Cuáles son los nuestros?
Vivir mejor ante una sociedad en evolución, que nuestro trabajo sea bien remunerado, que tengamos suficientes recursos para poder comprar todo lo necesario para subsistir. ¿Pero quién nos impone como vivir? Vaya preguntita. A mí me gusta preguntar a todo el mundo. Como es natural siempre lo hago a las personas conocidas. Y una de las respuestas más agudas que me dieron hace unos días fue: "Yo me apaño con cualquier cosa, es la mujer la que me dice lo que tengo que comer, vestirme y comprar". No se crean que es una respuesta descabellada. Es lo que cualquier persona normal diría. Sólo hay que matizar que el egoísmo de ser más que tu vecino es lo que lleva a la sociedad a ser competitiva. ¿Qué es bueno para todos? Pues creo que sí.
Pero no olvidemos de lo que he dicho al principio. Cada uno debe de ir marcando el ritmo que está acostumbrado y poco a poco ir aumentando para que el cuerpo se vaya acostumbrado. No hay que morir en el intento. Matizo en dos cosas. La primera el ser feliz por ser abuelo aunque su hijo no tenga un empleo estable. Y lo segundo ser feliz por haber conseguido un puesto de trabajo mucho mejor al que tiene hoy en día. ¿Son formas de pensar o maneras de vivir? A mí me cuesta mucho asimilar lo primero. Y sólo me queda decir: "A mal tiempo buena cara".
Moraleja: "Es mejor tener que desear".
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