Opinión

Los cierres de la frontera con Marruecos

Algunos piensan que esta es la primera vez que Marruecos o España cierran la frontera Ceuta-Marruecos-Ceuta o se limita el paso de ciudadanos o mercancías. Pero no es así. Ni los últimos cortes al paso de viajeros o mercancías son los primeros, ni desde luego serán los últimos. Siempre hubo intereses contradictorios, problemas de seguridad, malas épocas, reivindicaciones territoriales y otros temas que incidieron en ese paso fronterizo sin Aduana Comercial de parte de Marruecos y con la bandera de la Unión Europea en el lado de Ceuta, aunque lo cierto es que esa institución supra-nacional se mantiene vergonzosamente al margen del problema.

Por referirnos solo a los años posteriores a la independencia de Marruecos que se produjo en 1956, ya desde noviembre de 1958 en que se desató el ataque a Ifni, los problemas se trasladaron a la frontera con Ceuta. Entonces el tráfico de mercancías no era muy importante y los inconvenientes de parte marroquí se producían debido a los controles de identidad y el ambiente enrarecido por influencia de los combates con el llamado Ejército de Liberación Nacional en el sur. Unas veces los pasaportes se amontonaban en la ventanilla única y eran retirados en bloque tardando mucho tiempo en devolverlos, otras había que dejar la documentación en poder de la policía marroquí para retirarlos a la vuelta y así sucesivamente.

Primer cierre de la frontera

El problema se recrudeció con la posterior campaña del Sahara, culminando en 1975 cuando a los citados inconvenientes, se añadió el ataque terrorista a Ceuta. En efecto, el 26 de junio de ese año estallaron dos artefactos explosivos, uno en la Plaza de África junto a la Comandancia General y otro en el edificio de la Comandancia de Marina en la entonces calle Calvo Sotelo, con el resultado de un muerto y dos heridos. Y al día siguiente, en Melilla, estallaron dos artefactos a la vez, pero destrozando a los individuos que los manipulaban, todo reivindicado posteriormente por un llamado Ejército de Liberación de Ceuta y Melilla.

El Comandante General de Ceuta Pedro Fontenla que era al mismo tiempo Delegado del Gobierno, decretó la expulsión de 400 musulmanes a Marruecos ya que estos disponían tan solo de la llamada Tarjeta Estadística y, por tanto, no tenían nacionalidad española. Durante unos días el tráfico de personas no se interrumpió pero se vio muy afectado el paso de mercancías, hasta que entre economía y seguridad se eligió esta última, así que las autoridades españolas suprimieron totalmente el paso de mercancías en uno u otro sentido y la Guardia Civil selló la frontera desde Benzú al Tarajal, disponiendo de ordenes terminantes. La ciudad se paralizó en sus relaciones comerciales y personales con Marruecos e incluso con la Península, porque no llegaban viajeros, imperando un ambiente general de zozobra y desconfianza en el futuro. Sin embargo, la ciudad fue volviendo a la normalidad tras el nombramiento como Comandante General de José Gutiérrez Mellado.

Segundo cierre de la frontera

Pasaron los años con altibajos en el paso del pequeño tráfico de mercancías, sobre todo cuando cambiaban los jefes de policía o aduaneros en el puesto fronterizo de Bab Sebta, hasta que en 1996 Marruecos decidió terminar con el contrabando en el país, lanzando una campaña llamada de assainissement o saneamiento y las relaciones comerciales se interrumpieron bruscamente. De nuevo la moral de los empresarios y ciudadanos de Ceuta se vino abajo porque incluso los turistas sufrían las consecuencias de aquella movilización nacional y hasta los aduaneros de Tánger iniciaron una huelga de celo porque se sentían vigilados por las autoridades de Interior. Era entonces Presidente de la Ciudad Autónoma, Basilio Fernández López, del partido Progreso y Futuro de Ceuta.

El paréntesis

Por fin en 1987 se produjo una situación en la que se propiciaron auténticas relaciones fronterizas cordiales con Marruecos. Ese año fue el nombramiento como Delegado del Gobierno de Pedro Miguel González Márquez (PSOE) que, aparte de otras consideraciones, consiguió estrechar relaciones con las autoridades marroquíes y, quizás utilizando el argumento de las facilidades a los inmigrante que regresaban a Marruecos por la posteriormente llamada Operación Paso del Estrecho (OPE), realizó constantes viajes al norte marroquí estrechando las mencionadas relaciones fronterizas. Consiguió que se abriera un carril para que transitaran por el mismo los ciudadanos ceutíes. Incluso, en este ambiente positivo, visitaron Ceuta los Ministros del Interior e Información marroquí y el de Inmigración, Driss Basri y Rafek Haddaui respectivamente, a propósito de un encuentro en Tánger con el también Ministro del Interior de España, José Luís Corcuera.

González Márquez permaneció como Delegado del Gobierno durante 7 años de tranquilidad fronteriza, hasta que en 1994 fue cesado.

Tercer cierre de la frontera

A partir del verano de 2002, de forma incomprensible y siguiendo órdenes del Delegado del Gobierno que engonces era Luís Vicente Moro (PP), las autoridades aduaneras y policiales españolas de Ceuta comenzaron a establecer restricciones a la salida de mercancías hacia Marruecos, a pesar de que este negocio suponía entonces más del 50% de las transacciones comerciales de Ceuta (algunos llegaron a cifrarlo hasta en el 80%) y aportaba unos 45 millones de euros a las arcas municipales de esta ciudad, a través del impuesto local llamado IPSI. Y se estimaba entonces que el 62% de las exportaciones de España a Marruecos se efectuaban por Ceuta y Melilla.

En Ceuta, aparte del paso fronterizo del Tarajal existía otra comunicación peatonal con Marruecos a través de la barriada ceutí de Benzú, a poca distancia del pueblecito marroquí de Bilionech y de la isla del Perejil. En este paso de Benzú había existido un trato especial a los habitantes del citado pueblo cercano, con base en razones de vecindad e incluso porque el agua que abastecía a Ceuta llegaba desde esta zona.

Las referidas autoridades españolas cortaron entonces con frecuencia dicho paso de Benzú y establecieron restricciones horarias en el Tarajal, procediendo en muchos casos a decomisar mercancías en territorio español a los porteadores marroquíes, a veces mediante las oportunas Actas y a pesar de que las compras habían sido legalmente hechas a establecimientos españoles abiertos al público, que pagaban sus impuestos y los derechos municipales de entrada. Y también se limitó por parte de España el paso de cantidades simbólicas por persona y los productos perecederos que se introducían en Ceuta desde Marruecos, creando gran inquietud entre los marroquíes de las zonas limítrofes que comerciaban con la ciudad española y generando la indignación de los ceutíes afectados.

Como resultado, la actividad comercial se redujo drásticamente y las compras de los empresarios de Ceuta a los exportadores comunitarios en general y españoles en particular, disminuyeron considerablemente por la incertidumbre existente.

Y todo resultó más preocupante porque el Gobierno español del Partido Popular entonces, se comprometió a subvencionar a Ceuta y Melilla por las diferencias que pudieran tener cualquiera de las dos ciudades en las recaudaciones del impuesto local a la importación denominado IPSI, desde luego sin ninguna compensación a los empresarios. Esto quería decir, no solo que las instrucciones venían de Madrid o eran conocidas allí, sino que el Ministerio de Hacienda estaba dispuesto a compensar las pérdidas de las dos Administraciones locales.

En este caso, las gestiones de la Confederación de Empresarios de Ceuta que elaboró un detallado Informe y la presión de la población marroquí del norte, consiguieron que meses después se fuera reactivando el comercio transfronterizo. Sin embargo, quedó como efecto colateral de aquella situación, el cierre del paso de Benzú. En realidad, sobre todo la Guardia Civil, parece que defendió ante el Delegado del Gobierno la necesidad de contar en dicha frontera con instalaciones adecuadas, porque existían poco más que unas garitas y se optó por cerrar el paso, antes que hacer inversiones. Y Benzú continúa clausurado.

El resumen de todo aquello fue dejar constancia que España había sido la causante del cierre al tránsito de mercancías de los puestos de Tarajal y Benzú, este último también para el futuro privando a los dos países de una vía alternativa que después se reveló imprescindible. Y desde luego, la Ciudad Autónoma siguió disfrutando de las compensaciones en el IPSI, con lo que desde entonces, disminuyó su interés real, por lo que pasaba en la frontera.

Cuarto cierre de la frontera

Y así llegamos a 2020 en que se ha producido otro cierre de parte marroquí en la frontera al paso de mercancías en los dos sentidos y dificultando además el traslado de viajeros por los retrasos de horas en pasar de un lado a otro. En esta ocasión se barajaron varias razones, entre ellas la habitual de las pérdidas económicas para la economía marroquí, el abuso en el tránsito por los bultos que trasladaban sobre todo mujeres e incluso algunos han llegado a atribuirlo a una estrategia marroquí para ahogar económicamente a Ceuta y otros debido a la existencia de naves irregulares tantas veces denunciadas sin éxito.

La respuesta del Gobierno de la Ciudad Autónoma ha sido de tono muy radical e ignorando los antecedentes, cuando habría sido necesaria la prudencia, el estudio y la consulta, antes de declaraciones precipitadas. De pronto, los políticos de turno se han acordado de la Unión Aduanera, del Tratado de Schengen, del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), del decimonónico IPSI, del Plan Estratégico y de otros temas que han tenido aparcados durante décadas.

Y últimamente se consumó el cierre marroquí de la citada frontera para evitar contagios desde Ceuta del coronavirus, pero esto puede ser una medida positiva, porque si España hace lo mismo cuando la pandemia progrese en Marruecos, se evitará también el paso de infectados a Ceuta, donde el hospital podría bloquearse por la afluencia masiva a las urgencias.

Para redondear la situación, España ha suspendido el tránsito de pasajeros Ceuta-Algeciras-Ceuta tanto en ferry como en helicóptero y ello sin tener en cuenta a los que les cogió por sorpresa, lo que ha creado una difícil situación en Ceuta, al verse afectados marroquíes que no son admitidos en su propio país. Pero no parece que la medida se tomara solo para proteger a nuestra ciudad del virus, sino que puede deberse sobre todo a la previsible afluencia de marroquíes que puede producirse en el Ramadán que es en abril y que se estancarían en Algeciras sin alternativa posible de regresar a su país. Marruecos puede haber tenido algo que ver en la precipitada decisión de España.

Y puede que el tiempo y el sentido común se impongan como otras veces, negociando si es posible o bien por la misma presión de la realidad que demostró a través del tiempo, la imposibilidad de poner puertas al campo de forma permanente.

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