El maliense que intentó saltar la valla ‘al revés’ acudió ayer a los juzgados para enfrentarse a una vista oral por desobodecer a la autoridad. El juicio fue suspendido. El caso de Omar Chuick saltó a la luz pública local y nacional a comienzos del pasado mes de febrero. Este hombre, natural de Mali, había intentado saltar la valla desde Ceuta hacia Marruecos para volver a su país. Justo al contrario de lo que suele ocurrir.
Harto de esperar en Ceuta la posibilidad de marchar a la península optó por deshacer el camino andado. Así las cosas se dirigió hacia el vallado e intentó trepar por la alambrada ante los ojos sorpresivos de la Guardia Civil. Ellos lo trasladaron a la jefatura superior. Allí comenzaron los problemas. Omar -carece de documentos- se negó a ser reseñado. No permitió que se le tomaran las huellas dactilares y, ante el empecinamiento policial, golpeó a un policía. Por ello fue condenado a un año de prisión por un delito de atentado, que se le ha conmutado por la expulsión a su país, que es en definitiva lo él que quiere. La cuestión es que, finalmente, las autoridades lograron filiarle a través de sus huellas dactilares y comprobaron que se trata de Omar Cheick, nacido el 1 de enero de 1975 en Mali. Esto implica que los pocos datos que aportó en su día concuerdan con los aportados por la Policía.
El problema es que al negarse en aquel momento y ante el juez a plasmar sus huellas dactilares se le acusó también de un delito de desobediencia, por el que ayer compareció ante la jueza del Penal número uno. Desafortunadamente, el juicio tuvo que ser aplazado, lo que implicará que la resolución de su caso también se retrasará. Por el citado delito Omar se enfrenta a una pena de entre seis meses y un año de prisión, aunque la intención de la jueza es sustituir el cumplimiento de esta pena por la expulsión del territorio nacional, es decir, que parece que el extranjero logrará lo que quiere: volver a casa. Así se lo ha manifestado a sus representantes legales.
Según los datos que constan oficialmente sobre Omar Cheick, tiene un expediente de expulsión abierto en la localidad de Junquera, municipio español de la comarca del Alto Ampurdán, perteneciente a la provincia de Gerona, en la Comunidad Autónoma de Cataluña.
Fuentes cercanas a el inmigrante han asegurado que se trata de una persona “terca y un tanto bruta”. Así lo demostró ayer en la vista oral, donde se negó en redondo a conformarse con unos hechos que él mismo había reconocido con anterioridad, por lo que el Fiscal le ofrecía un acuerdo muy beneficioso. Y todo porque tiene una idea, una obsesión, un sentimiento entre ceja y ceja: volver a Mali.
En todo este tiempo Omar se ha negado a responder prácticamente cualquier tipo de pregunta, casi no ha querido hablar con nadie, incluido su propio abogado, y sólo piensa en volver a casa “sin tener que decir nada a nadie ni firmar ningún tipo de papel”.
Un caso muy extraño que ya ha levantado el interés de algunos frentes por saber qué esconde tras su negativa a identificarse y a colaborar. En principio, según los datos existentes, no hay nada, simplemente las ganas de regresar a su tierra.