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El olvido de Samir, 7 años y medio en una cama del hospital

Siete años y medio. Siete años y medio que pesan como losas. La historia de Samir Nesmy es uno de esos dramas consentidos en una Ceuta cuyas administraciones son incapaces de poner remedio urgente a algo que lo tiene si realmente hay interés y humanidad. Si realmente quiere hacerse justicia.

Saadía, la madre de Samir, vive a su vera cuidándolo, entregando su vida al menor de sus cinco hijos que fue víctima de un brutal atropello en la Cuesta Parisiana nunca esclarecido. Samir venía a trabajar todos los días como tapicero, hasta que aquel accidente, ocurrido en 2015, lo dejó para siempre en estado vegetativo.

El hospital, sus cuatro paredes, constituyen una trampa para Samir, quien lleva tiempo sin recibir cuidados para poder mejorar su estado físico. Desde hace año y medio solo se le atiende si se pone enfermo, pero no se le administra ningún tipo de terapia específica inviable en un clínico como el de Loma Colmenar. El golpe asestado por el conductor de ese coche que se dio a la fuga lo dejó prácticamente en coma, causándole unas lesiones gravísimas.

Saadía lamenta el estado de su hijo y su abandono, denunciando además que nunca se le dio la residencia como el Gobierno de la Nación llegó a aseverar en una respuesta a Podemos.

“Mi hijo sigue en el hospital, sin derechos. No tenemos residencia ni nada, aquello fue una mentira”, rememora a las puertas del hospital, justo al lado de la estatua del doctor Abdelkrim, quien tanto peleó por sacar adelante a quienes llegaban al centro sanitario, sin derechos y sin alternativas pero requiriendo que alguien les salvara la vida.

De Samir y su historia se han olvidado los que antes alzaron la voz. En febrero de 2021, el Gobierno de la Nación llegó a manifestar que el marroquí era titular de una autorización por residencia. Era falso, por aquel entonces no tenía ninguna protección. Mintió a la vez que se apagaban aquellos movimientos que aseguraban iban a pelear para que a Samir se le diera una oportunidad. Fueron flor de un día.

En estos casi 8 años de bloqueo todo han sido buenas palabras pero ningún movimiento real que ponga fin a esta angustia.

El joven tiene una cédula de inscripción y espera la consecución de un permiso de residencia por circunstancias humanitarias; a su madre no se le ha dado permiso alguno. Ambos tienen los pasaportes caducados y cualquier posibilidad de marchar a Marruecos para el inicio de un trámite es un imposible, supondría un auténtico crimen.

Samir necesita cuidados especializados que mejoren su estado. Los años pasan volviéndose en contra de cualquier evolución positiva. Quien lo dejó para siempre en este estado vive su vida mientras ha hundido las de Samir y su madre, dos personas atrapadas por siempre tras un accidente nunca esclarecido ni penado.

Esta es una historia de esos particulares eslabones rotos de asuntos mal investigados por la Policía. La bicicleta que llevaba Samir la tarde del atropello desapareció del lugar y los testigos que aseguraron haber visto el siniestro nunca comparecieron ni en sede policial ni judicial. Los archivos se encadenaron uno detrás de otro hasta darse carpetazo para siempre. Un accidente en plena tarde en la Cuesta Parisiana se convirtió de la noche a la mañana en algo fantasma, a pesar de que había quien aseguraba en redes sociales haberlo visto todo.

Saadía lamenta cada día el destino cruel que le dieron a su hijo, un destino que a ella también le ha terminado por arrastrar. Con más de 70 años a sus espaldas se dedica en cuerpo y alma a los cuidados de su vástago.

El caso quedó archivado sin que comparecieran testigos de los hechos

“Hay que darle gimnasia, cuidarle los ojos, pero no dejarlo como un muerto, así. ¿No tiene derecho a ir a otro hospital? El que pegó a mi niño nos atrapó a los dos. Él está tranquilo y nosotros sufriendo. Aquí ha entrado mucha gente y les han dado papeles para llevarlos fuera, por qué a mi hijo no, por qué no hay derecho para mi niño. ¡Qué esperan que se muera y me vaya yo! Llevamos así siete años y medio”, denuncia Saadía.

Esta anciana mujer que ha entregado su vida al menor de sus cinco hijos, a quien se refiere como “mi niño”, no entiende cómo se les obliga a sufrir una situación difícil de entender.

Las heridas que dejaron a Samir postrado en una cama las sufrió en Ceuta, fueron causadas en un suceso ocurrido en España. Sin embargo no se le dio nunca la atención médica especializada que necesitaba, ni tampoco fue atendido por haber sido víctima de una situación extraordinaria y sin culpables.

Saadía no quiere que el caso de Samir caiga en el olvido. Solo pide que su hijo pueda ser tratado en un hospital especializado donde al menos haya avances que mejoren su calidad de vida. Ahora ella se encarga de atender a su hijo, no quiere que nadie le lave, le atienda... Es ella la que se entrega en cuerpo y alma a sus cuidados. En el hospital la conocen, causa admiración en quienes han tratado con ella siendo testigos de hasta dónde llega el amor de madre.

“Quisiera llevarlo fuera, al hospital de Toledo, a ver si puede comer, ver... porque ahora está sin derecho. Nadie quiere atendernos, no se por qué”, lamenta.

Saadía dejó atrás en Marruecos toda su vida, toda su familia por entregarse a los cuidados de Samir, “su niño”, el que venía siempre en bicicleta a Ceuta para ganar un dinero que llevar a su madre. Así todos los días hasta que lo atropellaron dejándolo muerto en vida.

La bicicleta de Samir desapareció tras ser embestido por un coche

En junio de 2021, el Juzgado de primera instancia e instrucción número 1 dictó sentencia declarando la incapacidad de Samir, acordando además que la tutela la debía ejercer su madre. De acuerdo por lo dictado por el juez, Samir es total y absolutamente incapaz de gobernarse por sí mismo e igualmente de administrar sus bienes. Es dependiente por completo, según la Justicia, pero la administración no resuelve la problemática sufrida por los Nesmy.

Samir trabajaba de tapicero en Ceuta, también hacía trabajos de carpintero. Residente en Castillejos, cruzaba la frontera a diario con su bicicleta. Le gustaba el boxeo, también el taekwondo y viajar. Lo poco que ganaba lo entregaba a su madre.

Aquel 2015 fue embestido frontalmente por un vehículo en la Cuesta Parisiana. Samir nunca declaró, quedó para siempre postrado en una cama. La verdad de aquella tarde se quedó atrapada, al igual que Samir y su madre, en un hospital convertido en la única habitación de por vida. Así, sin más. Dos vidas truncadas para siempre.

Desde abril de 2015 sin una solución tras un brutal accidente

El 22 de abril de 2015 Samir era recogido por una ambulancia del 061 que lo trasladó en estado comatoso al Hospital. Allí se le estabilizó y trasladó a Cádiz, al clínico Puerta del Mar, con el pronóstico grave por traumatismo craneoencefálico. Se desestimó intervención quirúrgica y fue de nuevo derivado al HUCE en mayo de ese mismo año.

Desde entonces sigue en el hospital sin cambios, los partes médicos indican que su evolución es “estacionaria”, apuntando a que los tratamientos que debe recibir no son propios del centro de Loma Colmenar sino de uno especializado. Hubo personas que, de forma particular, quisieron ayudar a Samir, pero nunca se ha permitido el traslado de nuevo a la Península.

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