La EDAR, esa gran obra ideada para depurar las aguas residuales, está ocasionando los problemas que algunas voces -las de los ecologistas- ya advertían. Me refiero a los olores. La empresa que ha llevado a cabo las obras, Acuasur, dice que salvo algunos momentos puntuales, dicha instalación no está generando malos olores. Es decir, deja por mentirosos a los trabajadores del cementerio de Santa Catalina, a los de la planta de transferencia, a los que acostumbran a dar la vuelta al Hacho y a los vecinos de las zonas más cercanas. Que no huele, dice Acuasur, intentando conseguir que una mentira termine transformándose en verdad a base de repetirla, mientras que los que saben que hay momentos en los que la situación resulta insoportable se desmoralizan porque desconocen en donde dar las quejas. ¿Y ahora qué hacemos? Está claro que la empresa responsable de la obra no va a dar su brazo a torcer y va a llevar hasta el extremo la defensa de una actuación en la que no cabe problemática alguna. Pero sucede que no es verdad, entonces aparece una palabra: responsabilidad, que debe ejercerse por parte de las dos administraciones que fueron tan ‘finas’ a la hora de acudir a la obra para vender, cada una por su cuenta, el grano de arena que habían puesto para su puesta en marcha.
Ciudad y Delegación tendrán algo que decir al respecto. Pueden creerse las mentiras de que no hay olores y todo funciona perfectamente o pueden atender las quejas de los que acostumbran a dar la vuelta al Hacho por esta zona o los que, sencillamente, trabajan muy cerca para saber dónde se encuentra la verdad.
Los ecologistas ya advirtieron en su día que la EDAR iba a provocar problemas de olores. Por aquel entonces los llamaron mentirosos... y alguna lindeza más. Ahora la purita realidad les ha dado la razón. Quienes tienen la batuta del poder pueden optar por dos caminos: el de la cobardía o el de poner el asunto encima de la mesa y tratar de solucionar los errores que ya está habiendo.
De momento hoy por hoy solo cabe concluir que los responsables de la EDAR están mintiendo. ¿Quién le pone el cascabel al gato?
Ciudad y Delegación tendrán algo que decir al respecto. Pueden creerse las mentiras de que no hay olores y todo funciona perfectamente o pueden atender las quejas de los que acostumbran a dar la vuelta al Hacho por esta zona o los que, sencillamente, trabajan muy cerca para saber dónde se encuentra la verdad.
Los ecologistas ya advirtieron en su día que la EDAR iba a provocar problemas de olores. Por aquel entonces los llamaron mentirosos... y alguna lindeza más. Ahora la purita realidad les ha dado la razón. Quienes tienen la batuta del poder pueden optar por dos caminos: el de la cobardía o el de poner el asunto encima de la mesa y tratar de solucionar los errores que ya está habiendo.
De momento hoy por hoy solo cabe concluir que los responsables de la EDAR están mintiendo. ¿Quién le pone el cascabel al gato?