Una de las estrategias más repetidas y cansinas del PP de Ceuta para protegerse de las críticas es decir que las críticas, cuando se dan, realmente suponen un ataque contra los trabajadores de la Ciudad, una especie de desprecio del trabajo de estos empleados públicos. Es una estrategia que debe ser desvelada y denunciada, porque quiere ocultar en los trabajadores lo que solamente es responsabilidad de los cargos políticos que ocupan el papel directivo: responder por el cumplimiento o no de los objetivos y por el éxito de sus decisiones.
El pasado viernes, en este mismo medio, Dª Susana Román, cargo político de la Consejería de Educación, Cultura y Mujer publicó una carta a la directora respondiendo mi último artículo en el que criticaba algunas facetas de la oferta cultural de Ceuta. En esta carta empleaba la estrategia, antes enunciada, de parapetarse detrás de los empleados municipales para no afrontar una crítica a la gestión política.
No me dejó de llamar la atención que lo que comenzaba hablando de que había ofendido a los trabajadores de la Consejería se transformó en una loa a la señora consejera, Mabel Deu, a la que se le llega a nombrar elogiosamente en dos ocasiones en un solo párrafo.
Y es que la carta enviada desde un cargo político de la Consejería creo que me da la razón. Una de las críticas fundamentales que exponía a la oferta cultural impulsada desde la Ciudad era que ésta se conformaba con realizar determinadas actuaciones concentradas en el tiempo y la insistencia en los programas ya establecidos, como la oferta a escolares, muestra que la Consejería hace siempre lo mismo.
Uno de los grandes logros expuestos es el programa de teatro escolar. El teatro escolar debe estar y no es ningún mérito que exista, es casi una obligación. Valoro como nadie que los escolares tengan la posibilidad de ir al teatro, pero dice poco de la dirección política de la Consejería considerar que la estrella de la oferta cultural de Ceuta es su programa de teatro escolar. Sigo manteniendo que hace falta una mayor imaginación para aplicar los fondos presupuestarios de un modo que la agenda cultural sea verdaderamente amplia y variada y que tenga una extensión que haga accesible manifestaciones culturales sin tener que desplazarse a la Península, algo que es muy onerosísimo para muchas familias ceutíes.
Y si no hay esa imaginación, que no es exigible a nadie, hay que tener la humildad de conocer miles de experiencias y proyectos positivos que han desarrollado muchísimo municipios con menos recursos financieros que nuestra Ciudad Autónoma. A nadie hay que exigirle la originalidad, pero sí conocer lo que ya se está haciendo.
Es bueno, y casi un imperativo, que las autoridades sean receptivas a las sugerencias de los ciudadanos, pero no son los ciudadanos quienes tienen que liderar la agenda cultural, como tampoco se le exige que lideren la política tributaria del Gobierno de la Ciudad (basada en la subida constante de impuestos).
Tampoco es bueno intentar rebatir unas críticas sobre la idea de que el autor de esas críticas asiste o no a los actos organizados desde la Consejería de Educación, Cultura y Mujer. Basta con ver la ‘agenda cultural’ que la Consejería publica en la web oficial de la Ciudad para comprobar lo que es un panorama cultural desolador.
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