El rastreo de contactos para conocer quién o quiénes han estado en relación directa con contagiados de coronavirus no siempre resulta lo sencillo que uno piensa. Hay quienes, sabedores de que tienen el virus, ponen trabas a la hora de facilitar con claridad las identidades de sus contactos estrechos. No es algo casual ni anecdótico, es algo que se repite con mayor asiduidad de lo que uno piensa. Esto tiene como consecuencia directa el incremento de la dificultad en el complicado trabajo de la identificación y cercamiento de contactos. Lo dificulta y lo retrasa, lo que incide directamente en la salud de todos.
En estos momentos la Consejería de Sanidad mantiene en aislamiento a más de 400 personas, según los datos facilitados a este periódico. Personas a las que se ha llegado porque sus identidades han sido aportadas por otras; personas que son contactos directos de infectados o contactos de sospechosos. Mientras no haya vacuna, el aislamiento es la única forma efectiva de garantizar que los positivos no se disparan.
La colaboración ciudadana es una de las ‘armas’ clave en ese pretendido equilibrio sanitario que se busca. Por eso, precisamente, para evitar nuevos contagios se tiene que aportar con pelos y señales los nombres de los contactos con los que ha estado un positivo. Algo que, en muchas situaciones, no es labor sencilla y lleva a tener que iniciar un procedimiento paralelo que puede terminar con acción policial o judicial si esa nula colaboración persiste.
¿Qué lleva a alguien a no facilitar esos contactos? En algunas ocasiones el miedo a señalar las personas que directamente han estado vinculadas a un positivo. Sobre todo si se es menor, por ejemplo. También el no querer ‘fastidiar’ a quien tendrá que estar aislado, ya que esa cuarentena es entendida así por muchos cuando en el fondo es la única medida existente para frenar esa cadena de transmisión. También hay un efecto contrario: el dar demasiados contactos que llevan a aislamientos cuando, quizá, algunos de ellos no tendrían por qué cumplir con esa medida privativa de contacto social.
El hecho es que tejer esa tela de araña no es algo tan sencillo como parece y poder determinar los círculos de relación de los afectados no resulta una tarea directa como algunos pueden pensar.
El aislamiento lleva también a una dependencia: las personas que no tienen a ningún familiar o amigo de apoyo pueden recibir los servicios fruto de la colaboración entre la Consejería y de Cruz Roja. Así, a las personas en aislamiento que no puedan cubrir sus necesidades se les ha efectuado ya estos servicios: 355 de recogida de residuos a un total de 91 usuarios; 380 servicios de entrega de guantes y mascarillas a 111; 260 salidas de entrega de medicinas a 129 usuarios y 303 servicios de entrega de compras y alimentos a 141 usuarios.
Estos son los datos más básicos facilitados a este periódico como parte de los servicios que presta la Consejería junto a la entidad humanitaria a personas a las que realmente les hace falta porque no tienen absolutamente a nadie a quien recurrir, ya que se ciñe solo a estos casos para evitar abusos. En estos días se han publicado quejas de aislados que niegan ser atendidos, fuentes oficiales indican que todo aquel que pide esa ayuda y se corrobora que no tiene a nadie de apoyo se le presta, por lo que se insta a los que lo niegan a que se pongan en contacto con el área.
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