Opinión

Octogésimo aniversario de la resistencia heroica y pacífica contra el nazismo

Eran tiempos convulsos y Adolf Hitler (1889-1945) respaldaba sin pudor y aguardando la felicitación del pueblo, la causa por la cual los jóvenes se les doblegaba a un artificio diabólico en el nacionalsocialismo. El componente de esta actuación se sustanciaba en metamorfosear a éstos según un entramado político que reinventaba al hombre. En palabras literales del Führer: “Ya no podrán volver a ser libres en toda su vida y serán felices”.

Años más tarde, la tragedia que conjeturó la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) continúa avivando intromisiones en la literatura de cualquier estilo. Pocas proposiciones comprenden que lo que por entonces aconteció, es algo que va más lejos de la coartada dualista entre aliados y nazis. O lo que es igual, un fundamento explícito del hombre que encasillaba al individuo como medida de todo y que se transforma en cultura que impulsa una lucha en la que el ser humano era el blanco en la diana. Por lo tanto, el hombre queda a expensas de la voluntad y el poder.

En medio de este contexto irresoluto de un nihilismo avispado surgió durante el Tercer Reich (1933-1945) un grupo de jóvenes universitarios que se asociaron en lo secreto bajo el sobrenombre de la ‘Rosa Blanca’ en favor de la libertad. Adelantándome a lo que posteriormente fundamentaré, en su última apelación afirmaban que hacía falta “construir una nueva Europa espiritual”. A la calamidad de un Viejo Continente deshumanizado se resiste una consistencia que vislumbra el sentido religioso como la vía para reconquistar el acercamiento con la realidad.

En tanto, los integrantes del grupo compartieron una formación académica como discentes en la Universidad de Múnich. Los hermanos Scholl, Christoph Probst, Willi Graf y Alexander Schmorell fueron aleccionados por padres liberales e independientes. Alexander Schmorell nació en Rusia y obviamente aprendió este idioma. Más tarde de que él y Hans Scholl entablasen amistad en la facultad, Alexander Schmorell lo invitó a la casa de sus progenitores donde conoció a Christoph Probst.

Alexander Schmorell y Christoph Probst ya habían mantenido sus primeros contactos desde sus comienzos escolares. Además, como el padre de Christoph Probst se había divorciado y vuelto a contraer matrimonio con una judía, las derivaciones de las leyes nazis de Núremberg y la ideología racial nazi adquirieron un impacto en las vidas de Christoph Probst y Alexander Schmorell. Sin inmiscuir, que las ideas y pensamientos del Movimiento Juvenil Alemán Deutsche Jungenschaft, tuvo una gran repercusión en la juventud germana en los comienzos del siglo XX.

Dicho movimiento tenía como premisa facilitar espacio libre para desenvolver una vida medianamente saludable. Una característica habitual de las múltiples organizaciones residía en el empeño romántico por un estado originario de la cosas y un regreso a los estilos culturales tradicionales, con un fuerte acento en el pensamiento independiente y no conformista. De hecho, trataron de transmitir el retorno a la naturaleza, la fraternidad y las expediciones en grupos.

El Deutsche Jungenschaft era parte de este movimiento juvenil constituido por Eberthard Koebel. A su vez, Christoph Probst, figuraba como afiliado al Movimiento Juvenil, mientras que Willi Graf era miembro de Neudeutsohland Nueva Alemania y el Grauer Orden Convento Gris, que se disponían como formaciones juveniles católicas ilegales. Las organizaciones del Partido Nazi se hicieron cargo de algunos de los mecanismos del Movimiento Juvenil e implicaron a sus adeptos en tareas afines a las excursiones de los Boy Scouts, pero igualmente lo supeditaron en el adoctrinar ideológico.

“La Rosa Blanca fue un equipo impulsado en la Alemania nazi que abogaba por la resistencia no-violenta contra el régimen y que tuvo la valentía de denunciar las políticas del genocidio nazi”

Algunos, pero no todos en su conjunto, los componentes de la ‘Rosa Blanca’ se fusionaron con apasionamiento a las organizaciones juveniles del Partido Nazi: primero, Hans Scholl, se ensambló a las Juventudes Hitlerianas y, segundo, Sophie Scholl, era integrante del Bund Deutscher Mádel. La condición de miembros en ambas entidades juveniles era inexcusable para los alemanes jóvenes, aunque algunos, como Otl Aicher, Heinz Brenner y Willi Graf, se negaron a unirse.

En 1936, los círculos juveniles distintos a los conducidos por el partido nazi fueron deshechos y suprimidos administrativamente. Tanto Hans Scholl, como Willi Graf, se les detuvo entre 1937 y 1938, debido a sus contactos con organizaciones clandestinas. Hans Scholl se había incorporado al Deutsche Jungenschaft, cuando él y otros afiliados de las Juventudes Hitlerianas pensaban que la membresía en este grupo y las Juventudes Hitlerianas eran posibles. También se le acusó de infringir la ley alemana contra la homosexualidad, en base a una relación entre adolescentes que se remontaba a los años 1934 y 1935.

Dicho precedente ha sido corroborado en los extractos de interrogatorios por parte de la Gestapo, sobre los matices homoeróticos del Movimiento Juvenil Bündische Jugend alemán. Hay que exponer al respecto, que los lazos románticos sublimados entre los jóvenes varones no eran nada extraños en Alemania, fundamentalmente, entre los integrantes de las firmas Bündische Jugend. Ante ello se dedujo que la experiencia de ser acosado podía haber llevado a Hans Scholl y Sophie Scholl a identificarse con las víctimas del estado nazi, aportando otra interpretación de por qué ambos pasaron de ser líderes impetuosos de las Juventudes Hitlerianas a ser vehementes contendientes del régimen nazi.

Con estas connotaciones preliminares, la ‘Rosa Blanca’ fue un equipo impulsado en la Alemania nazi que abogaba por la resistencia no-violenta contra el régimen y que tuvo la valentía de denunciar las políticas del genocidio nazi.

El grupo materializó una campaña de panfletos anónimos y grafiti que empujaba a una oposición dinámica al régimen nazi. Sus operaciones se emprendieron a mediados de 1942 y concluyeron en los inicios de 1943 con la detención de los componentes principales por parte de la Gestapo.

Los jóvenes de la ‘Rosa Blanca’, todos ellos cristianos, compusieron, publicaron e intercambiaron seis hojas en las que se alentaba a la resistencia contra el nacionalsocialismo. Al igual que otros seguidores del grupo que continuaron repartiendo los folletos, fueron objeto de invenciones judiciales por parte del Tribunal y a muchos de ellos se les detuvo hasta ser ejecutados.

Hans y Sophie Scholl, así como Christoph Probst, fallecieron en la guillotina cuatro días más tarde de su detención el 22/II/1943. Durante el curso del juicio, Sophie Scholl interrumpió al juez en diversos momentos. Jamás se le concedió oportunidad alguna de exponer sus motivos.

El grupo redactó, editó y primeramente distribuyó en la máxima complicidad sus panfletos en la región de Múnich. Pronto, transportistas reservados trasladaron copias a otras localidades, primordialmente en el sur de Alemania. A mediados de 1943 aviones aliados arrojaron su sexto y último panfleto con el título de ‘El manifiesto de los estudiantes de Múnich’. En resumen, la ‘Rosa Blanca’ fue promotora de seis panfletos que se reprodujeron y circularon en un total de 15.000 copias. Éstos condenaban sin reservas las fechorías y el avasallamiento del régimen nazi y emplazaban fuertemente a la resistencia.

En su segundo folleto mostraban claramente y sin ningún tipo de complejos el acorralamiento y el crimen en masa hacia los judíos. Y en el instante de su prendimiento, los integrantes de la ‘Rosa Blanca’ estaban a punto de contactar con otros grupos, como el Schulze-Boysen/Hamack de la Orquesta Roja o el Círculo de Kreisau.

Después de las lecciones aprendidas en el Frente Oriental y habiendo asimilado las muertes en masa tanto en Polonia como en Rusia, Hans Scholl y Alexander Schmorell, se sintieron movidos a proceder. En razón de lo anterior, desde la última etapa de junio hasta mediados de julio de 1942, documentaron los primeros cuatro panfletos.

Refiriendo abundantemente la Biblia, Novalis y Aristóteles, así como a Schiller y Goethe, los poetas icónicos de la burguesía germana, recurrieron a lo que creían la inteligencia alemana, entendiendo que estos individuos podrían ser sencillamente inculcados por las mismas tesis que influyeron a aquellos autores. Los panfletos eran incorporados en los listines telefónicos de las cabinas públicas, o bien remitidos por correo a profesores y estudiantes o expedidos a otras universidades para su posterior reparto.

Con fecha 23 de julio al 30 de octubre de 1942, Willi Graf, Hans Scholl y Alexander Schmorell, sirvieron de nuevo en el frente ruso y los trabajos se interrumpieron hasta su vuelta. A finales de 1942, Sophie Scholl averiguó que su hermano Hans era uno de los productores de los panfletos y acabó uniéndose al grupo. Subsiguientemente lo hicieron Willi Graf y Kurt Huber.

Recién estrenado el año 1943, el quinto folleto salió a la luz en un número considerable de entre 6.000 y 9.000 reproducciones, empleando para ello un aparato duplicador manual, siendo trasladado a otros puntos neurálgicos hasta aparecer en ciudades concretas como Colonia, Saarbrücken, Viena, Stuttgart, Friburgo, Hamburgo, Chemnitz, Berlín y Innsbruck.

Sophie Scholl expuso durante las diversas preguntas de la policía secreta oficial de la Alemania nazi que desde el verano de 1942 en adelante, la encomienda de la ‘Rosa Blanca’ era encaminarse a un rango más extenso del conjunto poblacional. A la postre, en el quinto folleto la denominación del grupo se cambió por Movimiento de Resistencia Alemán y asimismo el procedimiento de escritura se volvió más controvertible y menos intelectual.

El caso es que durante su servicio militar los estudiantes acabaron convenciéndose de que el conflicto bélico estaba dilapidado: “Hitler no puede ganar la guerra, solo puede prolongarla”. Apelaron a desistir al subhumanismo nacionalsocialista, al imperialismo y militarismo prusiano. Se instigó a quién o quiénes lo leyesen a “¡Apoyar el movimiento de resistencia! en la disputa por la libertad de expresión, la libertad de religión y la protección del ciudadano individual de la acción arbitraria de los estados dictadores criminales”. Estos fueron los principios que constituirían “los cimientos de una nueva Europa”.

Y mientras tanto, la Batalla de Stalingrado (23/VIII/1942-2/II/1943) acabó con la derrota y la pérdida casi definitiva del Sexto Ejército de la Wehmacht. En Stalingrado, hoy llamada Volgogrado, la Segunda Guerra Mundial produjo un vuelco determinante, atrayendo a las corrientes de resistencia de los estados europeos ocupados por Alemania. Al mismo tiempo, hubo un efecto demoledor en la moral germana. El 13/I/1943 se originó una revuelta estudiantil después de un discurso de los líderes de la zona para Múnich y la Alta Baviera, en el que se reprochó a los estudiantes varones por no servir en el ejército en las SS-Totenkopfverbände y se hicieron observaciones obscenas a los estudiantes mujeres. Estos incidentes animaron a los integrantes de la ‘Rosa Blanca’.

Tras la noticia de la capitulación de Stalingrado, cursaron su sexto y último panfleto. El pronunciamiento de este redactado por Kurt Huber y examinado por Hans Scholl y Alexander Schmorell, fue más fervoroso, estando consignado al pie de la letra por “¡Compañeros estudiantes!” y avisaba que el “día del juicio final” había llegado para “el tirano más despreciable que nuestra gente haya sufrido”. “¡Los muertos de Stalingrado nos conjuran!”. Los días 3, 8 y 15 de febrero de 1943, Alexander Schmorell, Hans Scholl y Willi Graf, se valieron de plantillas de estaño para apuntar lemas en las paredes y otros edificios en Múnich como “Abajo con Hitler” y “Libertad”. Para una mejor fundamentación de lo expuesto, seguidamente refiero literalmente el cuerpo del primer, segundo y tercer panfleto de la ‘Rosa Blanca’.

“En medio de este contexto irresoluto de un nihilismo avispado surgió durante el Tercer Reich un grupo de jóvenes universitarios que se asociaron en lo secreto bajo el sobrenombre de la Rosa Blanca en favor de la libertad”

Primer panfleto: “¿No es cierto que todos los alemanes honestos se avergüenzan de su gobierno en estos días? ¿Quién de nosotros tiene alguna idea de las dimensiones de la vergüenza que nos sobrevendrá a nosotros y a nuestros hijos cuando un día se nos caiga el velo y los más horribles de los crímenes, crímenes que superan infinitamente cada medida humana, lleguen a la luz del día?”.

Segundo panfleto: “Desde la conquista de Polonia, 300.000 judíos han sido asesinados en este país de la manera más bestial… El pueblo alemán duerme en un sueño aburrido y estúpido y alienta a los criminales fascistas. Cada uno quiere ser exonerado de culpa, cada uno continúa su camino con la conciencia más plácida y tranquila. Pero no puede ser exonerado; ¡él es culpable, culpable, culpable!”.

Tercer panfleto: “Por qué permites que estos hombres que están en el poder te roben paso a paso, abiertamente y en secreto, un dominio de tus derechos tras otro, hasta que un día no quede nada más que un sistema de estado mecanizado presidido por criminales y borrachos? ¿Tu espíritu ya está tan aplastado por el abuso que olvida que es su derecho, o más bien, su deber moral, eliminar este sistema?

Es indispensable resaltar que Alexander Schmorell, Hans Scholl, Willi Graf y Christoph Probst eran discípulos de medicina. Y su formación se vio obstaculizada por motivos del servicio obligatorio como estudiantes soldados en el cuerpo médico de la Wehmacht en el Frente Oriental. Su posición de primerísima mano hecha realidad durante este período servido trascendió en su introspección y también dio pie a su resistencia, ya que ello les arrastró al desencanto con el régimen nazi.

Alexander Schmorell, quién nació en Orenburg y se crio de la mano de asistentas rusas, hablaba inmejorablemente el idioma ruso, lo que le permitió mantener buenos contactos y comunicación con la población local. Esto fue invaluable durante su tiempo allí y pudo transmitir a sus compañeros miembros de la ‘Rosa Blanca’ lo que no comprendieron ni oyeron otros alemanes provenientes del Frente Oriental.

A mediados de 1942 diversos componentes de la ‘Rosa Blanca’ tuvieron que servir tres meses en el frente ruso junto con otros estudiantes de medicina varones de la Universidad de Múnich. Allí valoraron in situ los espantos de la guerra, presenciaron palizas y otros malos tratos a los judíos y escucharon la persecución a éstos de fuentes confidenciales. Además, algunos vieron las crueldades de la guerra en el campo de batalla y contra las poblaciones civiles en el este.

En un comunicado a su hermana Anneliese, Willi Graf subrayó textualmente: “Ojalá me hubiera ahorrado la visión de todo lo que tuve que presenciar”. Paulatinamente, la ingratitud dio paso al convencimiento de que había que intervenir. No era suficiente conservar las creencias y los patrones éticos, sino que había que operar.

A resultas de todo ello, el grupo de la ‘Rosa Blanca’ estaba influido por deferencias éticas, morales y religiosas. Ayudaron y atendieron a personas en todo tipo de circunstancias y no estribaba en la raza, sexo, religión o edad. Willi Graf y Kathariana Schüddekopf eran católicos devotos y Alexander Schmorell un cristiano ortodoxo. Traute Lafrenz se abrazó a los conceptos de antroposofía, mientras que Eugen Grimminger se consideraba budista. Por último, Christoph Probst, se bautizó católico poco antes de su condena. Su padre Hermann, nominalmente católico, era igualmente un intelectual privado del pensamiento y la sabiduría orientales.

En sus diarios y cartas a sus amistades, ambos hermanos Scholl pusieron énfasis en la lectura de eruditos cristianos como las Confesiones de San Agustín de Hipona y Étienne Gilson, chocaron sobre su obra acerca de la filosofía medieval entre algunas obras filosóficas dentro de su grupo de amigos. Los Scholl recitaron sermones de John Henry Newman y Sophie Scholl le entregó dos volúmenes a su novio, Fritz Hartnagel, cuando se le designó al Frente Oriental, subrayando: “Sabemos por quién somos creados, y que tenemos una relación de obligación moral con nuestro creador. La conciencia nos da la capacidad de distinguir entre el bien y el mal”.

Sirva de ejemplo el escrito que seguidamente refiero y que pertenece al diario de Sophie Scholl, con fecha 12/II/1942: “Cuando miro a los hombres a mi alrededor, y también a mí misma, siento un enorme respeto ante las personas, pues a causa de ellas Dios ha descendido. Por otra parte es lo que menos entiendo. Sí, lo que menos entiendo de Dios es su amor. Señor necesito rezar, rogar. ¡Sí! Tendríamos que tener siempre presente cuando nos interrelacionamos que Dios se hizo Hombre por nosotros”.

En 1941, Hans Scholl, pudo examinar una reproducción de un sermón correspondiente al crítico del régimen nazi, el obispo August von Galen, condenando la política de eutanasia mencionada en la Action T4, denominación que se le confirió a un programa secreto de exterminio de los afectados mentales y los individuos con discapacidad, enmascarado bajo la expresión eutanasia y con la que los nazis salvaguardarían la genética alemana. Aterrada por las políticas nazis puestas en escena, Sophie Scholl, obtuvo autorización para reimprimir el sermón e introducirlo ingeniosamente en la Universidad de Múnich como el primer folleto del grupo con anterioridad a su organización formal.

Un año antes, Otl Aicher, conoció a Carl Muth, el iniciador de la revista católica Hochland. Otl Aicher presentó a Hans Scholl a Carl Muth. En sus emisivas a este último, Hans Scholl apuntó su progresiva seducción por la fe cristiana católica. En el fondo, Both Hans y Sophie Scholl se sentían influenciados por Carl Muth, a quien definían como intensamente religioso y reacio al nazismo. Adjetivando a los hermanos Scholl sobre la asechanza de los judíos que imaginaba indecorosa y anticristiana.

Willi Graf y Sophie Scholl asistieron a algunas de las conferencias de Kurt Huber, que era conocido entre sus estudiantes por las reticencias políticas que solía acompañar en sus coloquios, por las cuales tildaba el ideal nazi al hablar de filósofos clásicos. Conjuntamente conoció a Hans Scholl y fue aceptado en las gestiones de la ‘Rosa Blanca’, hasta convertirse en su inspirador y autor principal del sexto panfleto.

El 18/II/1943, los Scholl portaron una maleta repleta de impresos al edificio principal de la Universidad. Apresuradamente dejaron caer pilas de copias en los pasillos para que los estudiantes las hallaran cuando saliesen de las aulas de conferencias. Consecutivamente, Sophie Scholl, lanzó los últimos folletos restantes desde el piso superior hacia la entrada. Esta operación instintiva no pasó de largo bajo la atenta contemplación del hombre de mantenimiento que en aquellos momentos realizaba sus tareas en la Universidad. A partir de ese momento, Hans y Sophie Scholl, fueron puestos bajo custodia de la Gestapo.

Un esquema del séptimo folleto asentado por Christoph Probst fue hallado en posesión de Hans Scholl en el instante de su detención. Mientras, Sophie Scholl, se deshizo de las evidencias incriminatorias antes de ser arrestada, Hans Scholl quiso hacer añicos el borrador del último folleto desgarrándolo o pretendiendo tragárselo. No obstante, la Gestapo consiguió rescatar el suficiente material y pudo cotejar la escritura a mano con otros documentos de Christoph Probst, que localizaron cuando inspeccionaron la residencia de Hans Scholl.

Finalmente, el principal investigador de la Gestapo, Robert Mohr, quien con anterioridad presupuso que Sophie Scholl era inocente, después de que Hans Scholl hubiera confesado, Sophie Scholl admitió su responsabilidad en una tentativa de escudar a otros integrantes de la ‘Rosa Blanca’.

No cabe duda, que los Scholl y Christoph Probst, estaban dispuestos para ser enjuiciados ante el Tribunal Popular nazi, malévolo por sus dictámenes abusivos e indigno porque la amplia mayoría de las ocasiones se completaron con un veredicto de muerte, como de hecho así sucedió, al ser declarados culpables de traición. Unas pocas horas más tarde, eran ejecutados por decapitación en la prisión de Stadelheim, en el distrito de Giesing en Múnich.

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