El Instituto de Seguridad y Cultura ha presentado este lunes en Madrid su cuarto informe dentro del Observatorio de las ciudades autónomas que puso en marcha hace un año, titulado ‘Las pretensiones de Marruecos sobre Ceuta y Melilla desde la perspectiva de la zona gris’, en el que se valoran los movimientos del Reino alauita en un terreno caracterizado por la “ambigüedad, la intangibilidad y la hibridación entre las relaciones pacíficas y la agresiones explícitas”, según ha señalado el director del foro, Diego Crescente.
El máximo responsable del Observatorio, Carlos Echeverría, ha considerado necesario “reflexionar” sobre otra dimensión de los territorios españoles norteafricanos. Tras hacerlo desde las perspectivas económica, fronteriza e histórica, el nuevo estudio se centra de la mano de cuatro expertos en Ciencia Política de las universidades Pablo de Olavide, de Barcelona y de Granada, Manuel R. Torres, Guillem Colom, Josep Baqués y Javier Jordán, en las amenazas de naturaleza “híbrida”.
El catedrático Torres ha desgranado varias tesis contenidas en el informe como que las pretensiones anexonistas de Rabat se han encauzado precisamente en esa “zona gris”, una zona intermedia en la que también se pueden vehicular objetivos “extremos” con tácticas sutiles. “En las relaciones recientes con Marruecos vemos una serie de hechos de coacción económica, política, migratoria, que agrupados cobran sentido desde esta óptica: la confrontación directa es contraproducente, pero hay otras aproximaciones incluso con el uso moderado de la fuerza o la violencia para contribuir a alcanzar el mismo objetivo sin un coste demasiado elevado”, ha explicado.
Según el investigador, un rasgo característico de este tipo de posicionamientos es el mantenimiento de un discurso de negación de conflicto y un horizonte a largo plazo: la confrontación híbrida se va ganando “a base de pequeñas victorias” y no se busca una victoria “rotunda e inmediata”, sino “ir deteriorando elementos de disuasión de la otra parte para hacer el objetivo cada vez más factible normalizando determinados debates y discursos que antes se hubieran visto inasumibles”.
Torres se ha centrado en el análisis de las “operaciones de influencia” marroquíes para “alterar el escenario desde la vertiente informativa” interna y externa, tal y como también han hecho países como Rusia, Irán, Venezuela… Hasta ahora la aproximación de Rabat a esa estrategia ha sido “muy convencional” desde élites políticas y mediáticas vía Servicios de Inteligencia con una acción “sostenida y a largo plazo” susceptible de ser acelerada en “ventanas de debilidad y oportunidad” que dé España.
“El concepto de zona gris”, ha añadido el profesor Guillem Colom, “no es ni paz ni guerra, sino la amplia zona que separa ambas en medio de una competición y actuar en esa zona implica el uso de estrategias multidimensionales: control de la escalada desde la elusión de responsabilidades que dificultan la atribución, tácticas limitadas para objetivos que pueden ser maximalistas…”.
Desde su punto de vista “se aplica muy bien” a los pasos recientes del Reino alauita, que ponen a España en el brete de discernir si se está viendo colocada o no en esa “zona gris” con Ceuta y Melilla. A su juicio, así es, también si se profundiza en la modernización militar marroquí, que se orienta a sustituir medios obsoletos y adquirir capacidades nuevas pensando sobre todo en Argelia, pero con repercusiones posibles sobre las ciudades autónomas.
“El elemento militar es muy limitado, poco relevante en zona gris, pero permite controlar la escalada cuando se tienen capacidades militares: logro condicionar al otro, especialmente en países democráticos y cuando existe una narrativa como en Ceuta y Melilla diciendo que son más un problema que una solución, que tienen mucho coste económico…”, ha alertado.
Durante el acto y dentro del análisis del informe, Crescente ha remarcado que “Marruecos podría estar empleando estrategias híbridas para influir sobre el statu quo de Ceuta y Melilla. El ejemplo más reciente lo tenemos hace poco más de seis meses, con la entrada ilegal de miles de personas en la ciudad de Ceuta por la inacción de las autoridades marroquíes: una práctica que encajaría dentro de los supuestos híbridos analizados en el informe”.
Un trabajo sobre el impacto de estas estrategias en Ceuta y Melilla que arroja cuatro conclusiones:
Este es el cuarto informe producido por el Observatorio, que desde su fundación de la mano del Instituto de Seguridad y cultura se ocupa específicamente de los territorios españoles en el norte de África -no solamente Ceuta y Melilla sino también los Peñones de Vélez de la Gomera y de Alhucemas y las Islas Chafarinas. “Tras hablar de la economía, de las fronteras y de las raíces históricas de dichos rincones de España, ha llegado es el momento de ocuparse de forma rigurosa de vulnerabilidades que no deben de ser tales porque España como Estado debe de saber prevenirlas”, ha declarado Echeverría, el director del Observatorio de Ceuta y Melilla.
Por eso es importante, como ha apuntado el catedrático Manuel R. Torres, “plantear marcos conceptuales que permitan encajar las piezas del puzle en un todo coherente, dotado de sentido y útil para futuras investigaciones llamadas a enriquecer la acumulación de evidencias”. Y este informe da un primer paso en esa dirección.
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