Antonio Fernández repetía el sábado la frase que ya deslizó por estas mismas fechas en 2012 y en 2013: los clientes aún son reacios al boleto electrónico “porque prefieren el décimo de toda la vida”, no el que expide una máquina. Su artilugio, sin embargo, ha sabido premiar a quienes no anteponen tradición a tecnología.
De su interior salieron los números, por azar o por elección directa del cliente, que se tradujeron en los dos últimos 22 de diciembre en una lluvia de euros sobre Ceuta. En dos años consecutivos, el Gordo y un quinto premio del Sorteo de Navidad, el mismo con el que hoy sueñan miles de ceutíes pese a que las estadísticas revelan que la comunidad es de las que menos invierte en hacerse con el botín del azar más codiciado en el calendario.
La ‘Librería Cervantes’, en pleno corazón del Revellín, parece tener la llave de la suerte. Sobre el mostrador cuelgan los diplomas que acreditan que Antonio, su titular, está tocado por esa gracia. La pregunta, recurrente: “¿Habrá tercer premio consecutivo?”. El titular de la Administración, y de una de las papelerías más señeras de la ciudad, responde con un augurio: “Hombre, eso es lo que me gustaría, que no haya dos sin tres. Han sido dos años muy buenos, a ver si hay un tercero”.
Aunque su establecimiento se ha transformado en refugio predilecto para la cosecha de euros, Fernández no ha detectado en los últimos meses un mayor tirón de ventas. Ya sea por la crisis o porque, insiste, “aunque la gente se va acostumbrando cuesta aún vender más un billete electrónico que uno de toda la vida”, el número de décimos que ha despachado durante este año no dista mucho del volumen de los anteriores. “Más o menos igual”, confirma. Entre esa clientela, hay quien sí se acerca siguiendo la estela de la suerte acumulada entre las paredes del local, “buscando terminaciones, o números enteros”. Incluso visitantes de la Península que saben de la buena mano de eso que llaman ya “la máquina de los premios”.
De ese aparato salió, por ejemplo, la sucesión de cinco números, el 76.058, que acabó transformándose un 22 de diciembre de 2012 en el Gordo. Lo cantaron aquel día Ismael Rastrelli y Sherley Fonseca en Madrid, y a muchos kilómetros de distancia, en Ceuta, tres amigos (José Ríos, José Antonio Román y Francisco Copín), ofuscados esa mañana porque un cierre de la frontera no les permitía cruzar a Marruecos para disfrutar de una jornada de cacería, desconocían que cada uno llevaba en la cartera 400.000 euros. “Eso lo di yo, con la máquina, porque sólo me pidieron que terminara en 8”, rememoraba Antonio Fernández.
Doce meses después llegaría de nuevo la sorpresa en forma de quinto premio. La ‘Librería Cervantes’ volvió a validar boletos ganadores, en ese caso el mágico 05.721, en un sorteo que dejó otro similar, el 81.156, vendido en la Administración de la Plaza de la Constitución. De viaje con su equipo de fútbol, como en 2012, o en Ceuta, donde se encontraba el año pasado, Fernández confía en que hoy los bombos le obliguen a colgar de nuevo en su escaparate algún cartel de Vendido aquí.