Objetivo Armstrong

Después de tantos años luchando contra acusaciones insostenibles comprendo que el ciclista estadounidense Lance Armstrong haya rehusado defenderse por enésima vez. ¿Para qué?, se preguntará Lance, que cada vez que se ha defendido exitosamente ante una acusación ha visto como, al poco tiempo, se arrojaba contra él una nueva. Lo más irritante es que si algo han tenido en común todas estas acusaciones ha sido el hecho de que se hayan basado únicamente en confesiones de antiguos compañeros del tejano, sin ningún tipo de prueba que confirmara todo cuanto contaban. Ni siquiera hace pocos años los diarios Le Monde, L’Equipe y la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) pudieron arruinar la vida deportiva de Lance Armstrong, cuando el primero dio cabida en sus páginas a confesiones sin contrastar, el segundo (gran enemigo del americano desde su primer gran éxito en la ronda gala) explotó en contra de Lance una prueba de sangre manipulada que la Unión Ciclista Internacional (UCI) terminó por desechar, y la tercera supuestamente filtró información confidencial, siendo advertida por la UCI para que no volviera a hacerlo bajo ningún concepto.
Precisamente este año, el mismo en el que los fiscales generales de la ciudad de Los Angeles declararon la inocencia de todos los cargos que se le imputaron, la USADA ha entrado en escena para intentar rematar la figura del ciclista otra vez blandiendo las mismas estupideces de siempre. Si bien en esta ocasión las supuestas confesiones vendrían de sus antiguos compañeros del inquebrantable US Postal, quienes buscarían de esta manera una reducción o completa anulación de sus castigos y las sanciones económicas que dichas penas acarrearían. El ataque es el de costumbre: rebrota el tema del EPO, la testosterona, los corticoides, etc., y la supuesta incitación del yanqui a otros ciclistas de su equipo para doparse, no teniendo dichas acusaciones más sustento que las propias confesiones, para variar. No obstante se debe reseñar que, entre todo este revuelo, luce una realidad para muchos dolorosa: la inexistencia de un positivo de Lance Armstrong, ni antes ni ahora.
Las dos grandes dudas en torno al caso Armstrong siempre han sido el porqué de tanta animadversión a una figura del tamaño de la de Lance, y los efectos que pudieron tener en su rendimiento deportivo las medicinas utilizadas para restablecer su organismo del cáncer. La primera duda tiene una respuesta que cualquier aficionado al ciclismo conoce: Lance fue un deportista muy arrogante, incluso en su regreso al ciclismo (2009). Su arrogancia no le granjeó grandes amigos dentro de su propio equipo, en el cual algunas figuras destacables del ciclismo de la época se veían abocadas a trabajar por un hombre que no era demasiado agradecido con ellos mismos, sus sacrificados gregarios. En cuanto al segundo tema, el relacionado con el cáncer, debe recordarse las declaraciones de varios doctores que, en diversas ocasiones, explicaron que el proceso al que se sometió Lance para superar su enfermedad contaba con sustancias prohibidas en el ciclismo, tales como testosterona (Armstrong sufrió un severísimo cáncer de testículos) y corticoides, entre otros. Pero esto no significa que el tejano se dopara sistemáticamente, y prueba de ello es que jamás dio un positivo durante su época dorada, y no es que la AMA adorara al americano, pues, de hecho, fue una de las protagonistas (junto a Le Monde y L’Equipe) que intentó derribar a Lance en su último gran enredo, comentado unas líneas atrás.
Con este panorama, ¿cómo no entender a Armstrong? El que ha sido uno de los mejores deportistas de la historia no quiere perder más años de su vida en otros tantos procesos judiciales, prefiere desistir y dedicarse a su fundación, a su familia y al deporte en general, una de sus pasiones desde pequeño. Lance ya ha demostrado todas las veces que han sido necesarias su inocencia, a partir de ahora vivirá sin más ataduras, conserve sus siete Tours o no. A estas alturas y en estas circunstancias su colección de rondas galas es lo de menos.