Con profunda tristeza y un gran vacío en el corazón, despedimos para siempre a nuestro querido tío, una persona cuya humanidad y claridad fueron foros silenciosos de luz en este mundo.
No buscaba aplausos ni reconocimiento; sus actos de bondad eran discretos, pero su impacto fue inmenso más allá de cualquier barrera de credo o cualquier otra índole.
Su vida fue un ejemplo de amor incondicional y generosidad. Siempre tenía un abrazo para ofrecer, uno de esos abrazos que no solo rodeaban el cuerpo, sino que reconfortaban el alma.
Era alguien que, con una palabra amable y una mirada de comprensión, podía hacer que cualquier día oscuro se iluminara. A través de sus gestos grandes y pequeños, dejó huellas indelebles en quienes tuvieron el privilegio de conocerlo.
Nunca buscó ser el centro de atención, pero en silencio construyó un legado de amor, altruismo y cuidado hacia todos los que le rodeaban. Hoy nos despedimos físicamente de él, pero su espíritu bondadoso vivirá en cada recuerdo, en cada acto de amor que inspiremos a hacer en su honor.
Que su ejemplo nos motive a ser más humanos, más solidarios y más generosos.
Descansa en Paz querido tío. Tus abrazos cálidos y tu corazón noble siempre vivirán en nosotros.
Con todo amor y cariño, Yalila Liazid, en nombre de toda la familia Liazid.