El Obispado anunció ayer el regreso de las procesiones y cultos externos, lo que abre el camino a la celebración de la Semana Santa de 2022. Todo ello, claro está, si la pandemia evoluciona como debe. Llama la atención que el Obispado envíe una nota de prensa a los medios antes de que lo haga la propia Consejería de Sanidad, que es la que vía decreto debe concretar cuándo se quitan unas restricciones y cuándo no, cuándo autoriza que los costaleros se metan debajo del paso y procesionan por las calles de la ciudad y cuándo no, cuándo permite que haya una determinada concentración de personas en la calle para admirar el procesionar de los distintos pasos cuidados por las hermandades y cofradías y cuándo no. Ganas hay, las hay para los que creen y para los que no. Pero también hay ganas de cuidar la salud, de no lanzar campanas al vuelo y de no anunciar medidas que no competen al Obispado y que solo vienen a generar una cierta tensión con lo que ahora diga Sanidad. ¿Qué pasa si la Consejería considera que hay riesgo y no permite esos cultos externos? Que los malos son los técnicos, los que avalan las medidas, los que emiten los informes porque son los que no quieren que esos cultos se visualicen. Y eso no es cierto, pero el papel de malos de la película ya lo tienen adjudicado.
Los obispos reunidos consideran que ya es hora de salir a la calle y actualizar las restricciones habidas hasta la fecha, pero lo hacen siguiendo el criterio de Sevilla sin haber hablado antes con cada una de las autoridades sanitarias de cada lugar para ver cuál es su opinión. Esto es como si mañana se unen todos los empresarios de la noche de Andalucía y Ceuta para decir que van a abrir más tiempo porque la evolución de la pandemia es buena, y lo hacen. O como si entidades de otras religiones consideran lo mismo que los obispos y acuerdan que sus actos venideros exteriores los van a llevar a cabo porque así ellos lo deciden.
No es serio. No lo son las formas empleadas -un anuncio directo a los medios de comunicación- ni el momento, porque todavía nos queda pandemia, contagios y tristemente fallecimientos. No olvidemos tan pronto.