Hay gente que, por unas u otras causas, lo pasa mal; algunos, incluso, en situaciones extremas. Eso ocurre en todas partes del mundo aunque, ciertamente, algunos casos nos resultan más dolorosos por más próximos.
Es comprensible esa actitud pero no se debe olvidar ni dejar solos a los que no conocemos y ni siquiera sabemos donde están viviendo. De vez en cuando tenemos noticia de una tragedia mayúscula en alguna parte del mundo y vemos fotografías espeluznantes, tanto de destrozos materiales como de numerosas víctimas humanas. Nos hemos acostumbrado a ello y ya consideramos esas noticias como unas más de lo mucho que ocurre en el mundo y tal vez se le dedique mayor atención a unos desfiles de modelos y a unos encuentros deportivos.
Hay, sin duda, problemas graves y de difícil solución o que no han sido abordados adecuadamente o a su debido tiempo; el hambre en gran parte del mundo y la inmigración se dan la mano para presentarse de forma contundente a todo el mundo, pero el tiempo transcurre sin que aparezcan señales de arreglo a fondo. Hay medidas parciales pero no son suficientes y tal vez no sean las adecuadas. ¿No resulta doloroso ver a cientos de hombres intentando saltar unas vallas que los separan de un sistema de vida al que aspiran? Es cierto que hay problemas serios en los países a los que aspiran llegar, pero tal vez no se haga lo necesario para que esa diferencia de vida sea tan acusada. Es, evidentemente, un grave problema conocido, pero no debidamente atendido en toda su dimensión.
Hemos visto que hay decisiones que se toman unilateralmente, bordeando el peligro de una grave confrontación mundial. Crimea es un ejemplo bien reciente de absorción de un territorio por parte de otro país, por conveniencias varias, entre ellas el afirmar las bases de un poderío militar. Digamos que ha sido llevado a cabo con maestría y con protestas más bien ligeras por el resto del mundo. Ahora son otras zonas del territorio ucraniano, las situadas más al Este las que se pretende por Rusia que se integren en su Federación de Estados. Es cierto que hay protestas y que se mantiene un clima de advertencia, a Rusia, por parte del mundo occidental, pero no parece que esté dando el resultado apetecido. ¿Es sólo cuestión de tiempo?
Tal vez sea, efectivamente, cuestión de tiempo ¿pero en qué y cómo se va a ocupar ese tiempo por quienes tiene la obligación de evitar que se produzcan esas graves agresiones a la integridad de las naciones? La situación general de la estrategia mundial, en lo que se refiere a Occidente, es más bien precaria pues está en formación lo que hay día se entiende por Europa; una unión firme de todos los Estados europeos con una política única para todos ellos. ¿Cuándo podrá estar logrado ese fin? Parece que puede ir para largo y mientras tanto pueden sucederse hechos más o menos parecidos a los citados, dejando solos a quienes necesitan máxima ayuda de forma perentoria.
Europa tiene obligación de no dejar solos a los que padecen algún infortunio. No es sólo Europa, evidentemente, la que tiene esas obligaciones, pero mientras que se logra una unión de criterios uniforme con otras regiones del mundo, hay que hacer lo que se pueda, con criterio de exigencia, que viene impuesta por la gravedad de los hechos. Es necesario dar respuesta a tantos problemas humanos como existen en el mundo y hay que hacerlo bien y con urgencia. Se trata siempre de seres humanos a los que hay que prestar ayuda, muy seria casi siempre. ¡Nunca los dejemos solos!
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