Constitución de la Asamblea. Jornada en la que se nota una alegría desbordada entre todos los partidos políticos que han logrado representación. No es para menos. Empieza una nueva etapa que deja atrás el ordeno y mando del PP amparado en una mayoría absoluta para dejar paso a un crisol de fuerzas que, de entrada, son favorables a alcanzar pactos para sacar adelante asuntos que, de verdad, beneficien al ciudadano. Habrá que confiar en que, de verdad, empecemos a hablar de diálogo, de acuerdos que se alcanzan y, lo más importante, que se cumplen, o de políticos que dan la talla de verdad y ofrecen un ejemplo al ciudadano de cómo ganarse dignamente el sueldo. Porque ese mensaje no ha sido trasladado en la legislatura que cerramos y que ha dejado escenas que, en cualquier otra ciudad, hubieran ocasionado una crítica popular mayor de la que se ha producido. Hemos asistido a imágenes que constituyen un auténtico insulto al ciudadano. Porque insulto es cobrar a final de mes por una representación política que no se ha sudado. Porque insulto es ver a los señores y señoras diputados haciendo dibujitos, entreteniéndose con los juegos del móvil o pataleando cual niños chicos ante las intervenciones del contrario. Eso de cobrar sin merecerlo es una estafa cuando menos moral, es una indecencia política que cada mes, en cada sesión plenaria, se nos mostraba sin pudor en un claro ejemplo de que aquí nada importa, de que el pleno es un mero trámite, de que las propuestas y acuerdos de nada sirven. No solo hay que confiar en una mayor responsabilidad política a la hora de alcanzar acuerdos dejando los personalismos en casa, hay que confiar de igual manera en tener delante a una clase política que demuestre su esfuerzo por la actividad, que demuestre interés, que sepa dar de sí lo que todos esperamos, que, sencillamente, no ofrezca una triste imagen de provincianos con derecho a bancada que solo saben llevárselo caliente a final de mes. Sí, en efecto no todos podrán hablar; pero, sí que todos tienen la obligación de prestar atención, de apoyar a los compañeros de partido, de ofrecer una imagen digna de la Asamblea a la que representan y no de un juego de pandillas en el que pasar el rato como si en los debates plenarios no nos jugáramos el futuro de la ciudad.