“Vosotros quedaros ahí que ahora os vamos a decir una cosa”. El que habla es un veterano del Parque de Bomberos de Ceuta y se dirige a los ocho novatos que empezarán su formación a mitad de agosto tras haberse sacado la plaza. La secuencia sigue con un cubo de agua que cae por la ventana para mojar a los recién llegados y las risas de este grupo de jóvenes que se toma con humor la broma. “Están todo el día así”, explica uno de los nuevos, que destaca el buen ambiente que reina en las instalaciones del SEIS (Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento). Una camaradería que salta a la vista y que es vital para que cuando ocurra una emergencia los efectivos estén activos y tengan la complicidad necesaria en un trabajo de riesgo máximo. El Faro reúne a las ocho personas que han pasado la dura oposición para convertirse en unos servidores y protectores más de los que componen la ciudad autónoma.
Los ocho han sido citados a media mañana para probarse los uniformes de trabajo e ir haciendo piña antes del periodo de prácticas de tres meses en el que empezarán a saber lo que es cargar el peso del traje ignifugo y el resto del equipo que llevan para mirar de frente al fuego y apagarlo. Igual de importante es el peso simbólico que portarán, el de representar al Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento de la ciudad autónoma, un cuerpo de excelencia que es de los que más salidas diarias realiza a nivel nacional y donde se parte con la singularidad propia de Ceuta de su componente de ‘insularidad’ respecto a la Península, por lo que ante un incendio grande siempre son los efectivos locales los que tienen que estar al pie del cañón y muy bien preparados para este tipo de contingencias.
Pero, de alguna manera, estar entre el parque y su nueva ‘oficina’ que no es otra que las calles de Ceuta entre llamas, humo y en primera línea de riesgo, es para ellos un alivio. Algo más que eso, un sueño. No hay tópico en lo de que el oficio de bombero es tremendamente vocacional. En sus respuestas, la mayoría se remite a la infancia para explicar su camino hasta conseguir una plaza: Francisco Javier García era Policía Local mientras llegaba la oportunidad de cambiar el uniforme; Alejandro Corbacho ha encontrado una forma de vida y no ve el momento de ponerse el traje; Juan Ramón León no duda en definir su nuevo trabajo como un “sueño” ; a Pablo Barreiro le viene de familia con su padre y sus hermanos ya en el cuerpo; Daniel Castillo se enamoró de esta profesión en una excursión que hizo de pequeño; Jaime Díaz siempre ha querido dedicarse a las emergencias y tras formar parte de Cruz Roja o experiencias como socorrista ha ido viendo el valor humano que tienen los bomberos de los que él ahora forma parte; a Rafael Dorado también le viene de familia y resume este trabajo con la frase de que “no hay nada más grande en la vida”; y Vicente, el más tímido del grupo, comparte ya con alegría la experiencia de ser uno más del SEIS.
“Estos ocho los estamos esperando como agua de mayo, pero la plantilla sigue siendo insuficiente. La Ciudad tiene previsto, a instancias de los informes referentes a la falta de personal, sacar diez plazas más y cubriríamos bastante bien todo lo que se nos pide a este servicio”, subraya Miguel Ángel Ríos, el jefe del SEIS, sobre estas nuevas incorporaciones que además llegan en una fecha clave como el verano.
Eso sí, los más experimentados del lugar apuntan que todavía les queda mucho camino por recorrer: primero los tres meses de prácticas y luego ir ganando experiencia con el día a día, ya que la profesión de bombero lleva grabada a fuego la palabra riesgo. “El fuego quema y es igual de peligroso en todas partes, aquí siempre te la estás jugando”, manifiesta un efectivo que pasa revista a los novatos. Una lección que viene bien recordar aunque la sepan de sobra quienes llevan años luchando para entrar, cayendo en las pruebas para volverse a levantar entrar y poniendo todo de su parte en estas complicadas oposiciones físicas y teóricas.
El apellido Barreiro Sacaluga se repite en el Servicio de Extinción de Incendios de Ceuta. Los hermanos de Pablo y su padre forman parte del cuerpo y ahora él es el último en integrarse. “Me viene de familia, lo he vivido en casa toda la vida, he luchado por ello y al final aquí estamos”, resume el joven, conocido por su faceta deportista como jugador de waterpolo del CN Caballa. “Estamos ya aquí todos”, apunta este nuevo efectivo del SEIS, quien asegura que le ha costado “mucho esfuerzo” conseguir una plaza. Con 18,8 puntos fue el primero de las oposiciones y ahora afirma que se le está haciendo algo “largo el verano” por las ganas que tiene ya de empezar a ponerse el traje ignífugo y actuar luchando contras los incendios en su ciudad.
La segunda nota más alta de las oposiciones a bombero de la ciudad autónoma fue la de Vicente Matoso Alguacil, al que sus nuevos compañeros definen como alguien tímido y muy responsable. Su historia es llamativa, puesto que este joven ceutí era uno de los jugadores más destacados del waterpolo español de los últimos años. De hecho, llegó a ser internacional con la selección y formar en las filas del CN Sabadell, el conjunto catalán que es uno de los grandes de este deporte a nivel nacional. Sin embargo, en 2019 tomó la decisión de interrumpir su carrera para centrarse en las oposiciones a bombero. Conseguido.
Alejandro Corbacho Álvarez se desborda de ganas por ponerse el traje del SEIS. “De siempre he querido ser bombero y cuando me apunté a la academia lo tuve más claro en un momento en que no sabía qué hacer con mi vida y allí lo vi claro”, recalca este simpático bombero. “Llevo muchos años detrás de esto, hay pocas oportunidades aquí, lo he intentado tres veces en Ceuta y fuera unas veinte, aunque es otra historia y por eso decidí centrarme en estas hasta que por fin colé”, señala el portador de la tercera mejor nota en las oposiciones que mezclan los resultados de las duras pruebas físicas y el examen teórico. “Se me está haciendo larguísima la espera”, reconoce aunque sabe que queda ya poco.
“Llevo casi cuatro años luchando por este puesto. Ha sido un camino muy largo, muy duro muchas veces, pero la verdad es que la recompensa es inmensa y estoy muy contento de poder formar parte del SEIS”, celebra Jaime Díaz Nieto, a quien siempre le han llamado la atención las actividades relacionados con las emergencias: “He sido voluntario en Cruz Roja y socorrista, por lo que vas conociendo los bomberos y es gente que te va llenando”, afirma este nuevo bombero que califica como “un sueño” poder formar parte de este cuerpo.
Francisco Javier García López tuvo algo de nervios, no demasiados, antes de enfrentarse a unas oposiciones como las de bomberos, “por el desconocimiento”, pero una vez que arrancó a prepararse se acomodó bien y llegó a “disfrutar del examen”. En su caso, cambiará de uniforme a partir de agosto, ya que llega al SEIS desde su puesto como soy Policía Local de Ceuta, donde tenía plaza: “Siempre ha sido mi vocación ser bombero, era lo que quería, aunque las circunstancias hicieron que opositara a la Policía Local, un cuerpo al que estoy muy agradecido tanto a los mandos como a los compañeros. Pero seguía con la ilusión de ser bombero y cuando salieron las plazas no lo dudé”.
Juan Ramón León Barbancho define a la perfección cómo es el proceso de unas oposiciones como las que él ha conquistado. “Las prácticas son muy exigentes, hay que echarle mucho tiempo, mucha constancia, también un poco de suerte y el examen teórico al final es estudiar y estudiar”, detalla sobre su camino hasta convertirse en uno más del personal del Servicio de Extinción de Incendios y Salvamento de Ceuta, un cuerpo en el que cree que va a disfrutar mucho. “Desde que vi cómo funcionaba me encantó y dije esto es para mí, es un trabajo soñado”, enfatiza.
“El examen duro como tal no me parece, pero lleva mucho tiempo de preparación”, asegura Daniel Castillo Andrés, que optaba por segunda vez al cuerpo del SEIS y llevaba ya seis o siete años metido de lleno con este objetivo. “La otra me quedé en el físico y ahora una vez llegas de nuevo da igual, si el trabajo está hecho sales”, subraya. Su historia vocacional es curiosa: todo empezó cuando fue de excursión cuando era pequeño a las instalaciones del SEIS y ”llegaba a la casa dando por saco diciendo que quería ser bombero”. Luego, cuando se hacía mayor, comprobó que era muy buen trabajo. “Entre que es algo que te va gustando más y la familia siempre ha echado una mano, al final se saca”, indica.
La de Rafael Dorado Vega es otra historia de padres a hijos, pero para llegar a conseguir la plaza ha tenido que transitar durante seis años, un “camino largo” que le ha merecido la pena tras caer en la anterior convocatoria. “Lo mío viene de lejos, mi padre es bombero y veía que me gustaba y era la vocación que tenía desde pequeño”, afirma sobre su decisión laboral de formar parte de un cuerpo en el que el riesgo está muy presente en el día a día. “A mí es algo que me encanta, es que ser bombero es una cosa muy grande y poco más hay que decir”, concluye.
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