Nuevo Islam

España y Marruecos tienen muchos caminos por recorrer. Uno de ellos es el que tiene que ver con el Islam, pues se hace necesario un protocolo específico entre ambos países que  refuerce  la  relación entre ambos, despejando recelos  sin sentido,  que han demostrado no ser de utilidad para ninguna de las partes.
El caballo de Troya que siempre ha definido la opinión de España sobre la presencia y progresión del Islam en España y  la posible influencia de Marruecos sobre el mismo, han marcado por parte de España una política errática, sin más perfil y  bandera que la policial, absolutamente necesaria, pero no absolutamente única, pues  otros aspectos como  puede ser el relativo a la búsqueda  de soportes, tanto civiles como sociales, que redunden en un futuro estable y sin sobresaltos, han sido atendidos con muy poco acierto.
Marruecos puede presumir de conocer los laberintos que muchas cabezas pueden dibujar y producir en la realidad,  conoce todos los segmentos y todas las especies que conforman cualquier estilo de práctica religiosa que tenga que ver con el Islam. Es un país musulmán, así como uno de los pocos que desde siempre ha contado con un ministerio específico, y que pudo constatar antes que otros la necesidad de que el Estado controle la gestión de los lugares de culto, como son las mezquitas,  cosa que no hizo Argelia, y que le costó lo que le costó y viene costando.
El interés de Marruecos en la cantidad y calidad del Islam en España tiene que ver únicamente con la seguridad, pues a nivel interno y  a diferencia de España, sabe quién es quién, pues poco sentido tiene pensar otras cosas, como por ejemplo, influir en posibles decisiones de voto, marcar pautas sociales, alterar códigos de conducta civil, etc., en definitiva, promover estrategias de tensión en y hacia España.  Pensar eso es un disparate.
El desatino de España es cada vez mayor, pues no siendo un país musulmán tiene que importar pautas y conocimientos que desconoce. Ordenar bien esas cosas es complicado, pues el universo del Islam es variado y con silos de difícil acceso sino se tiene la escuela que lleva hasta ellos y que empieza en los primeros balbuceos de la vida. Hay  señas y sonidos que ni haciendo de lobo se escuchan. Y eso es así en muchas cosas de la vida, no sólo en Islam, pero es del Islam de quien hablamos.
Los mesías que cada cierto tiempo aparecen en el panorama musulmán  español son una muestra de que las cosas no se han hecho bien, tanto como que tampoco se están haciendo bien y, en consecuencia, en un futuro se aparecerán como  negativas e inútiles.
Que la CIE (Comisión Islámica de España) tenga un nuevo responsable y se manifieste como lo hace en el Faro de Ceuta de dos diciembre de 2012, demuestra que el camino que se allanó en su día ya se utiliza, y que cada vez verá más caminantes, que aunque dicen conocer destino, poco o nada ven, pues el único destino que realmente piden y quieren los musulmanes es el poder  profesar su fe con serenidad, sin más normas que las ya conocidas, asentadas desde tiempos inmemoriales en el consenso general.
Afirmaciones como  “Queremos un Islam español”, “Constituiremos un parlamento musulmán”, “Estableceremos pautas sobre comienzo y fin de Ramadán”,  “No permitiremos ingerencias extranjeras”, entre otras nada desdeñables, demuestran que el camino ya tiene caminante.
Pero, ¿ Hacia dónde llevan ambos?, ¿Qué sabe el uno del otro?  ¿Qué tipo de alforjas lleva el caminante y qué posadas le ofrece el camino escogido? , y  ¿Qué es eso de Islam español?, ¿Qué es eso de decidir sobre  arranque y fin de Ramadán?... y eso que dice de “Parlamento musulmán”.
Inquietante.
Así empiezan los brotes de la confrontación, y no sólo para quienes nada hacen para que eso ocurra, sino también para quien esas cosas dice, pues él ya empieza en juzgados y controversias con su antagonista más directo.
Son la discordia permanente e inimitable.
Y siempre son ellos, y siempre importados, nunca del sitio, nunca mamaron España desde pequeños, siempre vienen a decirnos lo que tenemos que hacer, como tontos que somos  para ellos, como si empezar y terminar el Ramadán con Marruecos es islámicamente incorrecto, como si depender de Marruecos en cuanto al Imamato es absolutamente absurdo, y así tantas otras cosas, que el nuevo responsable bien conoce, pues viene de Casablanca,  y así nos dirán que dejemos de mirar hacia el sur adyacente y que volvamos nuestros rostros hacia algunas costumbres de oriente, que siempre estuvimos y vivimos en el error, que apoyemos su Parlamento Musulmán en España, y que nos aprestemos a nuevas normas y mejores formas de Islam.
No creo que exista mejor musulmán español que el ceutí, y lo digo con absoluta franqueza. Ahí nadie le puede, aunque muchos piensen lo contrario.
Y también que no existe mejor garantía para iniciar un Ramadán que la afirmación del Ministerio de Asuntos Musulmanes de Marruecos, como que tampoco existe nada mejor que el Imamato que ha conformado el Rey Mohamed VI, del que pueden dar fe muchos países europeos, que desde hace muchos años piden a Marruecos imanes, porque son garantía de comedimiento y tolerancia.
Eso y muchas más cosas, y también que los musulmanes únicamente quieren profesar su fe en la más absoluta tranquilidad. Eso es paz, y ya la tienen. No hace falta ninguna nueva.
Sin duda, prefiero Marruecos a todos estos directores de almas, a estos redentores de mecha desconocida. Sí, me quedo con el Islam que preconiza Marruecos, y no es el único que he visto.
Pienso que es así, que el nuevo mesías siga el camino que ha escogido, pero que siga de largo.