Por fin se ha vuelto a subir el telón en el mundo de la cultura. Después del pasado fin de semana musical, ahora ha sido el turno de las artes escénicas, del teatro. Con un aforo limitado casi al completo, pero con ganas de disfrutar de una buena obra, ‘Las cosas que sé que son de verdad’ puso el inicio a un septiembre lleno de actuaciones y de cultura, donde la música, el espectáculo y la interpretación vuelven a brillar.
Una escenografía sencilla en el centro del escenario representa un jardín por el que pasarán las estaciones a la vez que se va desarrollando la obra. Una luz tenue y el sonido de un móvil que indican el principio de una historia, marcan el inicio de un drama familiar por el que, seguramente, hayan pasado muchos padres de familia: los hijos creciendo y saliendo del nido, viviendo experiencias y saltando a la vida real, donde se necesita una lista con las cosas que son de verdad.
La nueva normalidad ha llegado también a la tablas de esta obra de teatro de Andrew Bovell. El uso de la mascarilla no solo fue obligatorio para los asistentes, sino que también se pudieron ver sobre el escenario. En un momento destacado de la representación, Rosi -interpretado por Candela Salguero- llega a casa con la mascarilla puesta después de su viaje por Europa, en el que ha sido engañada por el amor, una dolencia por la que unos padres no quieren que pasen sus hijos.
Los espectadores, sentados en el patio de butacas manteniendo las distancias de seguridad, pudieron disfrutar después de mucho tiempo de parón de este intenso drama familiar. Una historia cercana en la que todo el mundo puede identificarse, que además se ha adaptado a la actual realidad. Una cultura segura para volver a reactivar la industria teatral.