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Not too late

Corría marzo del año 2007, y tuve la suerte de poder asistir a una conferencia que, en sus ciclos anuales sobre geopolítica y geoestrategia, había organizado la UNED de Ceuta. Pocas veces he podido sentir que estaba en el lugar indicado en el momento indicado. El conferenciante, el Teniente General D. Bernardo Álvarez del Manzano, captó la atención de los presentes de inmediato por su vasta cultura, su conocimiento de las fuerzas armadas, y sobre todo por su humanidad.
Tras su disertación, y como es habitual, se produjo turno de preguntas. Los que me conocen saben que casi siempre se me ocurre alguna al hilo de lo expuesto, y que no tengo ningún reparo en “abrir el fuego”. En esta ocasión me contuve. Esperé a que terminara para, abusando de su amabilidad, preguntarle en privado.
En su exposición había manifestado que, una vez que la diplomacia había fracasado; cuando se tenía constancia clara y rotunda de que el otro interlocutor no se iba a avenir a razones; cuando las conversaciones se daban definitivamente por terminadas y fracasadas; entonces, y solo entonces, se debía iniciar un operativo militar. Y además, si lo que se pretende es que las víctimas civiles sean las mínimas, las bajas propias otro tanto, y las bajas militares del enemigo no superen las estrictamente necesarias, esa decisión de intervenir se debía tomar NOT TOO LATE.
Not too late. “No demasiado tarde”. Demorar una intervención militar que se ha vuelto necesaria, no provoca sino muerte, dolor y sufrimiento añadido. Al número de víctimas que el enemigo va a producir día a día en la represión de sus detractores, se une el tiempo que se le da para organizarse y armarse. En definitiva, su derrota  va a costar más vidas. Coste de vidas innecesario.
Occidente, que se ve obligado a movilizar las fuerzas de la OTAN (la UE es un gigante económico, un enano político, y un gusano militar),  se ve de nuevo involucrado en una guerra que, como todas, se podría haber evitado, si un terrorista convertido en jefe de estado no decide sacrificar a sus ciudadanos para no perder su poder y su riqueza. No sabemos los muertos de entre su población que él mismo ha provocado. Seguramente miles. Y ya ha advertido que su pueblo irá gustoso al “martirio” si los “cruzados” no renuncian a robar las riquezas del Islam: Qué manía con meter a la religión en lo que no es más que un problema de “yo contra el mundo”. De hecho no pocos países musulmanes se han posicionado en su contra. ¿No deberían los musulmanes manifestarse en contra de la utilización de su religión como excusa para conseguir objetivos bastardos?.  Seguramente utilizará a sus ciudadanos (preferentemente niños) como escudos humanos: conocemos cómo los gobernantes terroristas de Hamas en Gaza utilizan escuelas, hospitales, y a los niños palestinos como escudos humanos para evitar que les bombardeen, y el “coronel” Gadafi (un soldado nunca pone a los civiles delante) fue, es y será un terrorista. Jefe de estado, pero terrorista. Está todo inventado. De ahí a que empiecen a aparecer en nuestras televisiones imágenes de niños muertos, hay un paso. Imágenes que SU televisión se encargará de propagar, y que las televisiones del mundo no cesarán de repetir. Al tiempo.
La decrépita ONU, caduca y obsoleta, ha vuelto a tardar demasiado. El propio pueblo libio reclamaba su intervención desde hace semanas. En este tiempo se habrán producido cientos o miles de muertos, y se podría haber evitado mucho dolor pasado, presente y futuro. ¿De verdad algún  ingenuo pensó que Gadafi se iba a marchar tan fácilmente? “NOT TOO LATE”.
POSDATA: La pregunta que le formulé en un aparte al Teniente General Alvarez del Manzano fue “¿dónde está el límite que separa la tan denostada guerra preventiva, del “not too late”?”. El Teniente General me pidió que le acompañara a una estancia donde le esperaban para saludarle autoridades civiles y militares, y amigos (entre ellos su buen amigo  y compañero de estudios Fernando Jover), y, después de tenerme allí presenciando las salutaciones, me dijo “pregúntemelo la próxima vez que nos veamos”. “Se lo prometo”, le respondí. Me apretó la mano, y se marchó.
El Teniente General D. Bernardo Álvarez del Manzano, entre otros cargos y honores, fue miembro fundador de la Asociación por la Paz, y trabajó para la democratización de las Fuerzas Armadas en muchos países que salían de regímenes dictatoriales, asesorando a sus ministros de defensa. Como corresponde a su condición de militar, era un hombre de paz. Falleció en mayo del año siguiente, sin haberme dado la oportunidad de cumplir mi promesa.

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