Nostalgia de una ceutí

Por un azar, hace unos días, he conocido a una de las hijas de un Capitán de Caballería que estuvo en Ceuta, destinado en Automovilismo por el año 1951, aproximadamente. A este capitán lo conocí perfectamente y por ello pude hacerle una prosopografía completa describiendo con toda exactitud sus cualidades físicas, de tal manera, que le impactó profundamente que, al principio, recordara su nombre: D. ALVARO MARTINEZ DE TEJADA Y BARREIRO. Después seguí con sus cualidades morales, haciendo su etopeya personal. El estudio físico y moral de una persona lo recogía la preceptiva literaria con los nombres antes citados como figuras de pensamiento, todo ello visto desde un prisma poético.
Fue tal el impacto que recibió de mi charla con respecto a su padre que se emocionó profundamente. Su emoción se la trasladó a sus hermanas, también ceutíes, una vez que retornó a la ciudad donde reside.
Una de ellas me ha enviado una carta que me ha impresionado al detectar el amor y la melancolía que le despierta el recuerdo de Ceuta a todas las hermanas. He querido plasmar con toda exactitud la misma por que me ha fascinado el sentimiento que pone y quiero airearlo con toda intención para que los ceutíes tengan conocimiento del amor y el cariño con que recuerdan a esta tierra bendita aquellos que nacieron en ella y para demostrarnos que no estamos solos sino que nos acompañan en la pasión por esta tierra, y que todos los nacidos en este paraíso nos consideramos como verdaderos hermanos por agnación de la misma.
No quiero seguir escribiendo por que deseo transcribir la emocionante carta en su totalidad:
“Estimado D. Cayetano: Al regreso de su viaje a Ceuta, mi hermana Nuria, me ha contado el afortunado encuentro que ella, junto con mi cuñado Stephan, mantuvieron con Vd.
El destino debe haber querido que fuera Nuria, que quizás por ser la mas pequeña es la que menos recuerdos tiene, de manera casi increíble, haya podido conocerle y que Vd. le haya contado extremos relativos a nuestros padres y su vida a pesar de haber transcurrido tanto tiempo, sabiendo que sus palabras hacia ellos fueron de respeto, aprecio, consideración y cariño.
El año pasado tuve ocasión de visitar dos veces Ceuta, también mi lugar de nacimiento, una en Agosto y otra en Noviembre, y al igual que mi hermana volví encantada de la  ciudad y de nuestros paisanos, “los caballas”, gente amable, cariñosa, dicharachera y entrañable.
Me impresionó el maravilloso Parque del Mediterráneo, la zona de Las Murallas, la Plaza de los Reyes, la calle Real, la Marina, la Plaza de Africa, en fin, la limpieza y belleza de sus calles y la alegría  de los ceutíes.
Evidentemente, la nostalgia fue parte de ambos viajes en los que estuve acompañada por mi marido, y también por otra de nuestras hermanas, Paloma, a quienes también les impresionó gratamente Ceuta.
Estuvieron presentes los recuerdos de nuestra casa desde la que veíamos el mar y el Peñón, y como decía nuestra madre, la entrada de “la Paloma”; los recuerdos del Instituto en el que estudié dos años del bachillerato, y de la playa Benítez y sus casetas, y del Parque de San Amaro, y del Día de la Mochila, y de nuestra Primera Comunión, y del Padre Perpén, y de los desfiles militares, en los que nos encantaba ver a nuestro padre, al que llamábamos como si pudiera contestarnos, y cómo no, de aquella Semana Santa que tanto gustaba a nuestra madre – hay fotos de ella, guapísima, con su mantilla y peineta -, y de la procesión marinera de la Virgen del Carmen, y de las verbenas de San Cristóbal y Santiago, y de la Feria, y de nuestras operaciones de amígdalas en el Hospital Militar , que llevaban aparejados el poder comer helados sin limite, y del Monte Hacho, y de Benzú, y de la  “plaza”  adonde acudíamos a comprar a diario, y de “El Faro” – donde incluso hice mis pinitos y me publicaron dos cuentos allá por el año 1965 o 1966 – y de Vicentino, y de la Campana, y de cuando “se levantaba y se ponía” el Levante…
Los recuerdos se agolpan y confunden en mi memoria, pero le puedo asegurar, que nunca, nunca, a pesar de los años transcurridos he olvidado a mi patria chica.
Nuestra madre, que quería a Ceuta con locura y rememoraba permanente sus muchos años, tanto allí como en Tetuán, - lugar donde nacieron tres de sus hijas, África, Paloma y Pilar -, nos decía que habían sido los mas importantes de su vida, y prueba de ello es que tras la muerte de nuestro padre en 1969, se planteó volver, pero las circunstancias la hicieron desistir de su propósito.
No obstante, el pasado siempre estuvo presente en su vida, y me atrevo a afirmar que ninguno de los múltiples lugares donde residió dejó en ella una huella tan importante como su querida Ceuta.
He tenido ocasión de conocer el magnífico libro que regaló Vd. a mi hermana, y le felicito por él; es un compendio de tiempo, trabajo, talento e historia, y por ello le reitero mi enhorabuena.
Han pasado tantos años y tantas cosas desde que salimos de Ceuta en el año 1967, que me produce auténtico vértigo mirar hacia atrás, pero ello no es óbice para que pueda afirmar que siempre me sentiré orgullosa de “ser caballa” y que mis raíces (mi abuela materna está enterrada en Santa Catalina), seguirán vinculadas a esa tierra a la que espero volver y tener la ocasión de saludarle personalmente.
Gracias por todo y un afectuoso abrazo.
Firmado y rubricado: Carmen Clara Martínez de Tejada Gil.
P.D. D. Cayetano, vivo en Guadalajara, donde soy funcionaria de la Diputación Provincial, y ejerzo mi profesión de abogada desde hace treinta y cuatro años, significándole que si necesitase algo de mi tanto a nivel personal como profesional estoy a su disposición.
Siento no mandarle esta carta manuscrita, pero tengo una pésima letra y estoy segura que tendría Vd. dificultades para leerla. “