Decenas de inmigrantes han entrado esta madrugada en Ceuta bordeando el espigón del Tarajal y aprovechando la intensa niebla que dificultaba enormemente la visibilidad.
La Guardia Civil ha mantenido operativo un dispositivo montado con los GRS, las patrullas de costas, el Servicio Marítimo y los búhos desde la Almadraba hasta el Tarajal.
Durante toda la madrugada se ha producido un goteo constante y sin pausa de accesos, muchos de ellos marcados por el riesgo.
Poner cifra a lo ocurrido es harto complicado sin toparse con el error. Y es que a los cuantiosos intentos de entrada abortados por Marruecos se suman los interceptados por la Benemérita más los que no han sido detectados debido a la nula visibilidad. Una ecuación cuyo resultado exacto es imposible de obtener.
La coordinación de todas las unidades sobre el terreno ha sido una constante. En torno a las cinco de la madrugada se había interceptado ya a medio centenar de inmigrantes, algunos de ellos menores de edad, pero seguían escuchándose gritos en el mar.
Dar con ellos en el agua era complicado. Los jóvenes ponen en riesgo sus vidas abriéndose para no ser localizados, se empecinan en permanecer en el agua enfrentándose a una hipotermia que les puede conducir a la muerte.
Muchos de los fallecidos cuyos cuerpos han sido recuperados en aguas de Ceuta no lo han sido por ahogamiento, sino por la hipotermia previa debido a las bajas temperaturas sufridas.
Los agentes de servicio durante esta madrugada no han parado de moverse de lado a lado, de Almadraba a Tarajal, para dar con todas las personas que se encontraban en el agua o que, exhaustos, llegaban hasta los arenales.
Con las cámaras térmicas se detectaban los puntos de calor, avisándose o a los componentes de la Unidad Marítima o a quienes estaban en tierra. Cada uno, dentro de su competencia, actuaba como debían pero todos componían un engranaje perfecto que perseguía un único fin: salvar vidas.
En el arenal se divisaban decenas y decenas de flotadores abandonados por quienes llegaban y eran interceptados por la Benemérita o por los que lograron escapar.
Se escuchaban gritos en el mar, lo que ayudaba a la localización de quienes ya no podían más.
Ha sido una noche dura, complicada, otra más de presión en la frontera sur. En estas jornadas de niebla la presión ha sido constante. Un centenar de hombres, mujeres y niños el jueves y se iba por el mismo camino este viernes.
FaroTV ha sido testigo del trabajo de la Benemérita durante toda la madrugada. Cómo han recogido a jóvenes que llegaban a los arenales enfundados en trajes de neopreno y lo primero que hacían era desplomarse sobre la arena y rezar.
O una pareja de niños de no más de 14 años, vestidos con las mismas prendas blancas con motas negras, que llegaron derrotados hasta la Almadraba ayudándose de unos flotadores. Ambos de Castillejos y familia entre sí (presumiblemente hermanos), mostraban la cara más dura de esta madrugada.
Los niños, como los adultos, se echan al agua con tal de escapar de Marruecos. Y las jornadas de niebla las entienden como un camuflaje idóneo cuando pueden ser su propia tumba.
Durante toda la noche los agentes no han cesado de recoger inmigrantes. Todos eran trasladados a la frontera. Allí se personaba una unidad de Cruz Roja para darles mantas. Los adultos intentarán ser entregados a Marruecos si el vecino país los acepta, los niños acudirán a los centros de menores operativos en la ciudad.
Los agentes del vecino país han interceptado en el mar y a pie de playa a decenas de marroquíes, mientras que la Benemérita hacía lo propio en el lado español.
Operarios de Amgevicesa han cooperado en todo momento con la Guardia Civil, al igual que ciudadanos que se encontraban en la playa o por el entorno de la frontera.
Dar con las personas que estaban en el agua resultaba en muchos momentos imposible. Solo se oían gritos y de vez en cuando asomaban algunas cabezas o se visionaban movimientos para luego desaparecer.
Era el caso de un nadador que fue visto cerca de la antigua capilla de la Almadraba guiándose con un flotador. Cuando la Guardia Civil lo vio se sumergió de nuevo para que no le interceptaran desapareciendo del lugar.
Es una táctica harto repetida, nadan, se guían y cuando ven a los agentes se sumergen. Eso a pesar de la intensa niebla, la oscuridad, el frío y la incertidumbre que siempre marca el mar.
La labor de contención de la inmigración es complicada a pie de frontera. Escenas como las ocurridas esta madrugada no se recogen en las memorias que difunde el Ministerio del Interior, pero es la agenda diaria de las jornadas definidas por la niebla.
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