Noche de heridos, tensión y miseria en la valla

• 50 agentes marroquíes y cinco guardias civiles resultaron heridos; de los primeros, hay un componente de las FAR que ha perdido un ojo

• Delegación destaca lo violento y la organización del intento

• Cien inmigrantes se encaramaron y solo dos se quedan en Ceuta.

La primera madrugada del año fue complicada en el perímetro fronterizo. Más de mil personas, según estimaciones de la Delegación del Gobierno, intentaron su entrada por el mismo lugar por el que, desde el pasado septiembre, han conseguido cruzar a Ceuta, aprovechándose de la permeabilidad del terreno y de la existencia de una vaguada en donde la visibilidad es nula, cientos de compatriotas. Las fuerzas de seguridad marroquíes y españolas estaban en alerta tras recibir avisos de los servicios de información que operan a ambos lados de la frontera. De hecho un elevado número de las Fuerzas Auxiliares Marroquíes (FAR) controlaban su zona desde primeras horas de la madrugada, al igual que, en Ceuta, lo hacían las patrullas de la Guardia Civil y los GRS. A las 4.00 horas llegaría el refuerzo por vía aérea al desplazarse hasta la ciudad un helicóptero del Instituto Armado y se contaba con respaldo de las unidades de UIP y UPR de la Policía Nacional.

Las luces de las linternas en los montes, el ir y venir de las unidades marroquíes, el aumento gradual de las fuerzas españolas y la llegada de decenas de voluntarios de Cruz Roja al vallado marcaba el inicio de una madrugada en la que la parte más complicada, por el número de heridos ocurrido, se registró en Marruecos. Las FAR impidieron la aproximación a la valla de unas 500 personas y entre sus filas se produjo el mayor número de bajas. Según la Delegación del Gobierno, 50 de estos agentes resultaron heridos de consideración, uno de ellos ha perdido un ojo como resultado del impacto de una piedra. La Guardia Civil, con apoyo importante desde el principio de los GRS (algo que se consideró fundamental), contuvo al resto de los inmigrantes, unos 600, que consiguieron aproximarse a una valla que ya estaba completamente blindada. Cinco guardias también resultaron heridos aunque como la propia Delegación ha detallado sus casos “no revisten gravedad”.

106 de esos inmigrantes pudieron encaramarse a la valla, el mayor número a la altura de Sidi Ibrahim, mientras que alguno, solitario, lo hacía en la zona de Berrocal. Cruz Roja evaluó su estado una vez optaron por descender o se les bajó directamente por parte de la Benemérita con apoyo del Parque Móvil,  que aportó una grúa. Hubo quien bajó por su propia voluntad al no poder aguantar más tiempo sobre la hilera de concertinas del vallado.

Solo dos jóvenes quedaron ingresados en el Hospital, uno al presentar un codo dislocado y el otro una brecha en la frente. Los demás, tras ser reconocidos por los voluntarios de la entidad humanitaria, fueron entregados por componentes de la Guardia Civil a los agentes marroquíes que esperaban al otro lado.

Delegación reseña lo que ya en su día advirtió la AEGC con motivo de la entrada del 9 de diciembre: la organización de los inmigrantes. Asimismo puntualiza lo “violenta” de su actuación. Según fuentes consultadas por este medio, los inmigrantes buscaban pasar de cualquier manera, portando cizallas para cortar el vallado o varillas de hierro para meter entre las rejas, piedras y palos. El modus operandi es el mismo que en las últimas incursiones o intentos de pase por el perímetro.

Así, al igual que en aquellas ocasiones, los subsaharianos optaron por dividirse en grupos, siendo guiados en su incursión por algunos de los compatriotas. No es nada extraño. Al otro lado de la valla los campamentos en los que malviven están siendo desmantelados por Marruecos, lo que les obliga a buscar una manera coordinada de garantizarse el éxito. Y en las últimas ocasiones dicha manera había dado su fruto, si bien, en la incursión del 9 de diciembre, se aprovecharon de la escasez de efectivos a uno y otro lado de la frontera, ya que ni la propia Guardia Civil sabía de la acumulación de tantas personas en el entorno fronterizo. Ayer fue distinto, porque se temía una situación así desde días atrás. De hecho se había alertado a la Delegación del Gobierno de lo que podía suceder, para su traslado a Ingesa (urgencias estaba preparada si se producían heridos) y el CETI (que todavía dispone de literas para acoger a algunos más).

Fuentes consultadas por este medio insisten en que las entradas se están caracterizando por una mayor presión ejercida por parte de los inmigrantes, algo que está sorprendiendo a la propia Guardia Civil. Es, sin embargo, una reacción que hay que encuadrarla en lo que lleva produciéndose en el último año. Las entradas van variando según los éxitos: ya no vale encaramarse puesto que son devueltos a Marruecos, buscan entonces romper el vallado con elementos artesanales, pero ayer de nada les sirvió porque el dispositivo era imposible de burlar. Las fuerzas de seguridad disponían de más efectivos al no operar el Biutz y no haber tanta absorción de recursos en la frontera, algo que no siempre puede suceder.

Según ha detallado la Delegación, los inmigrantes intentaron forzar las puertas del vallado sin éxito. Los gritos, las sirenas y el ir y venir de vehículos oficiales marcaba una madrugada que no se sabía cómo iba a terminar. Se estimó no contar con apoyo de la Policía Local para que ésta se mantuviera en el control como parte del dispositivo de Nochevieja, contando con la UIP a modo de refuerzo.

Declaraciones de ACNUR

“España, España”, gritó, de madrugada, el único de los inmigrantes que se encaramó a Berrocal. Permaneció cerca de una hora hasta que el cansancio le venció bajando por sus propios medios a tierra. Allí los GRS le dieron agua y entregaron a Marruecos ya que no presentaba herida alguna. El lado más complicado se encontraba en Sidi Ibrahim, en donde se tuvo que hacer uso de la grúa para ir bajando, a la luz del día, a todos los que seguían encaramados. El episodio migratorio de ayer se produce el mismo día en el que la representante en España del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Francesca Friz-Prguda, insistía en la obligatoriedad de cumplir con la ley, advirtiendo de que si los inmigrantes interceptados en un salto no son identificados y no se escuchan sus necesidades de protección internacional, no se estará produciendo el ‘rechazo en frontera’ que contempla la Ley de Extranjería española, sino una ‘devolución en caliente’.

“Es contraria a la legislación internacional, europea y también nacional” pues la Ley de Extranjería establece claramente que “en todo caso, el rechazo se realizará respetando la normativa internacional de derechos humanos y de protección internacional de la que España es parte” y eso implica, al menos, identificar a los afectados.

La representante del ACNUR incide en que por ello “las devoluciones automáticas han sido y siguen siendo ilegales”, porque “no determinan las necesidades individuales del afectado que entra y que puede ser un refugiado huyendo de la guerra o la persecución, pero nunca se sabrá”.

Friz-Prguda recuerda que “el 25 por ciento de la población mundial de refugiados son del África Subsahariana y Ceuta y Melilla, siendo las únicas fronteras terrestres de la UE con África no han visto ni una solicitud de asilo de una persona procedente del área subsahariana. ¿Realmente creemos que tienen acceso al puesto fronterizo?”, planteó.

Según afirma, “está claro que dependen de vías irregulares, de saltar la valla, de pateras, de esconderse en coches y en definitiva, de métodos considerados ilegales y sumamente peligrosos”. El de esta madrugada ha sido el primer intento de entrada importante producido por la valla de este recién estrenado 2017.