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No desearás la mujer de los demás

Había llegado Teilah a visitar a su suegra, con Daniel y Jonathan. De paso, comprarían ropa para los niños en la ciudad, y libros para el colegio. Myriam los acompañó para que los pequeños estuviesen más atendidos y hubiera cierto orden. Pasaron por la tienda de los animales exóticos y los críos estuvieron bastante entretenidos observando sus pericias.

La abuelita, aunque es viuda y jubilada, siempre tiene una oportuna donación, para aliviar las cargas familiares.
Es en realidad, lo que todas las abuelas del mundo hacemos: contribuir con los gastos, pues es así como crece la familia. Allí se ven aún madres jovencitas con muchos pequeños, pues no ha entrado muy a saco la moda de los divorcios generalizados. De este modo, los hijos se educan en un ambiente más relajado y sin traumas. A este respecto, un joven sacerdote de un pueblo de Sevilla, me comentaba que existe un porcentaje elevado de jóvenes que se casan y se separan enseguida, por una serie de razones que hacen inviable una duración matrimonial seria y madura.
La casa de Morde es grande; un pasillo une dos partes de la vivienda. Han alquilado la del fondo a una familia amiga, y el pasillo une ambos apartamentos. El pequeño corretea de un lado a otro y, observado el horario del almuerzo en la otra familia, cuando le da el olorcillo a guisos, atraviesa el pasillo, se sienta junto a los otros comensales, le sirven su plato y come hasta que se harta. A continuación, lleva a su madre el plato a medias para comérselo más tarde. Se ríen de las cosas del crío que aún tiene dieciocho meses. Me contó Myriam sobre la chica hindú que trabaja con su vecina Alegra. Ella es cristiana, de Kerala, al sur de la India, va a su país de vacaciones y lleva siempre muchos regalos. "Me pidió los utensilios de cocina que ya no usara. No sabes lo contenta que se puso cuando le subí tanto cacharro.
Por estos días, los franciscanos de Tierra Santa habían salido en procesión para anunciar un mensaje muy importante. Se les vio por la Puerta de Jafa, en Jerusalem. Proclaman la fraternidad universal que san Francisco de Asís pedía, quieren que encuentre eco y resonancia en esta región del mundo, precisamente cuando las cadenas de odio reinan hoy en muchos corazones. Ellos quieren que se rompan por completo esas cadenas y nos permitan soñar de nuevo un futuro mejor, donde cada pueblo pueda convivir pacíficamente con su vecino. Se les llama los Profetas de la Reconciliación. Desean conseguir con sus oraciones un sentimiento de fraternidad, y de respeto al derecho de los otros. Dicen que sin paz, ni justicia, no se encontrará una salida al complicado laberinto que se vive en esta región. "La verdad es que todo cambiaría si cada uno, a nivel individual, pidiera al Cielo la llegada de abundante paz...
Todos están expectantes ante las palabras de Jesús, y al fin el secreto sale a la luz. Allí está Doras semi -escondido, delgado, amarillento, con cara de enfermo. Viene acompañado de un siervo para poder moverse, pues está mal. Doras se dirige al Rabbí con fuerte voz ronca:" ¿Te refieres a mí?" Jesús responde que sí:" ¡Sal de Mi casa!" Y el otro responde con odio: "Me voy. Y pronto haremos cuentas, no lo dudes". El Maestro vuelve a ordenarle que se vaya. "El Dios del Sinaí Te está esperando". Doras Le dice que es un Hombre malo, pues todos sus campos se han arruinado y sus animales están muertos. "¡Nos volveremos a ver para mi alegría!", amenaza al Señor. "¡Sí, y Yo te juzgaré!" Doras quiere maldecirlo, pero cae muerto sin remedio. El siervo bendice al Señor:" ¡Bendito seas Tú, Mesías liberador!" Pero Jesús le rectifica:"No Yo, sino Dios, el Señor Eterno. Ahora, ninguno se contamine. Que el siervo recoja a su patrón y trate bien el cuerpo. El resto de sus siervos, y el justo Jonás, (El pastor que murió amigo de Jesús) sean vuestros amigos. Y Yo con ellos. ¡Adiós a todos!" Pedro pregunta a Jesús si Doras ha muerto porque Él lo ha querido. "No Pedro. Pero el Padre Eterno entró en Mí. Es un misterio que no puedes entender. Pero que sepas que Dios se venga por Sí mismo, no hay que herir a Dios". Pedro propone que el Padre haga morir a los que Le odian, pero Jesús le contesta rápido: "No sabes lo que dices. Yo soy Misericordia, no venganza". El viejo sinagogo Cleofás se acerca y Le dice que ahora comprende todo. "Bendito seas, Maestro mío, y ven a mi sinagoga cuando puedas". Jesús le dice que irá. "Vete en paz y que el Señor sea contigo". En efecto, leemos en Lucas 24,13-21, que ... "uno de ellos llamado Cleofás, cuando iban camino de Emaús... Jesús se unió a ellos ya resucitado".
Quiero apuntar también como anécdota que allí recibimos una de las veces de nuestra visita a Emaús el regalo de los restos de santa Teresita del Niño Jesús, monja Patrona de las Misiones. El Señor concede gracias especiales cuando oramos ante los restos de un santo... Todos se marchan y el Maestro con sus discípulos se van a descansar. Ha amanecido un precioso día de invierno y ya están los discípulos en sus tareas. Vienen tres hombres hacia el caserío. Los ve Juan, que regresa a la casa con dos cubos de agua. Los discípulos se llenan de alegría al reconocerse. "¡Venid que os vea el Maestro, antes de que llegue el gentío!. Son los pastores Simeón, Juan y Matías, que siguen al Bautista. En la cocina arde el fuego y allí está el Maestro y les pregunta por Juan, encarcelado en Maqueronte. "No Maestro, no se hace ilusiones de poder salir de la cárcel, pero está feliz porque Tú creces y cada día Te conoce más gente". Jesús pondera al Bautista, por su santidad y amor a los demás. "Sólo querría verlo una vez más." Los pastores dicen que Juan también arde en deseos de ver a Jesús. "Y Maestro, todo en él es sabiduría", dice uno de ellos. Jesús les pregunta si alguna otra cosa les ha traído hacia Aguas Claras, pues vienen de muy lejos y el tiempo es duro en esta época del año.
Ellos Le informan que Doras (ya fallecido), había llegado ante Juan, cuando aun no lo habían apresado, para purificarse, pero el Bautista no lo bautizó por tener una gran costra de pecado. "Sólo el Mesías te puede perdonar", le dijo. Él decidió que vendría hasta Ti, porque pensaba que eras el causante de sus males. Quería que le retirases el anatema contra sus tierras, llenas hoy de topos, gusanos y otros animales que se comen las semillas y las raíces de los árboles frutales y de las viñas. Incluso Te llegó a amenazar si no tomabas cartas en el asunto y le ayudabas".
Jesús les informa que ya está muerto. Les dice que Manaén está allí en casa del panadero, en realidad ellos le habían hablado mucho del Mesías en Maqueronte. También hablaron de la mujer del velo, pues los escribas eran lenguas infernales. Jesús no dio importancia a la noticia: "Los buenos creen en Mis obras". Comentaron lo feliz que estaba el Bautista al saber que Tú, Señor, bautizabas en esta parte del Jordán. Dijo: "Yo no soy el Mesías, sino el que ha sido mandado delante de Él, para prepararle el camino. Yo soy su siervo. Es necesario que Él aumente y yo disminuya, pues Quien viene del Cielo está sobre todos. Él todo lo ilumina. Tanta luz emana, que ilumina a los astros que no tienen luz. Quien viene del Cielo anuncia lo que vio. Quien acepta Su Testimonio, cree que Dios es verdadero. A quien Dios ha enviado habla palabras de Dios con Espíritu pleno. El Padre ama al Hijo sin medida, y todas las cosas las ha puesto en Sus manos. Y quien cree en el Hijo tiene vida Eterna... Pero quien rechaza al Hijo, no verá la vida Eterna, y la cólera de Dios permanecerá sobre él", dice Matías, el pastor. Y agrega:"Maestro, grabé en mi mente estas palabras para no olvidarlas". Jesús se alegra mucho al oírlo, lo bendice y le da las gracias. El Maestro continúa: "Os contaré. Cuando Mi Madre Me llevaba en Su vientre, fue a casa de Isabel, madre de Juan, que había concebido en su vejez. Estaba en el séptimo mes y el Bautista ya tenía su alma. Al oír la voz de la Esposa de Dios, se alegró el niño y con ello, de un Seno a otro seno, la Gracia de Dios liberó al pequeño de la culpa de origen. Vosotros lo entendéis, pero a muchos les costará comprenderlo. Sabed que así como en el Cielo son tres los que tienen la Sabiduría: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, (Tres personas y un solo Dios único), en la Tierra poseen la Sabiduría el Verbo, la Madre y el Precursor, que es el Bautista".
Los pastores se llenan de emoción y también los discípulos, que escuchaban atentos con deseos de saber. "Señor, Tú eres el abismo de la Misericordia y Juan es el abismo de la humildad", dice un pastor. Santiago de Zebedeo interrumpe para decir que ha llegado mucha gente, así que todos van detrás del Señor, para escuchar Su Palabra... "No tentarás al Señor Dios tuyo", se dijo, y se olvida este Precepto a menudo. Si obráis contra la Ley, que es santa y perfecta, se tienta a Dios. Pero Dios perdona. Sin embargo, una y otra vez volvéis a pecar. Y de Dios nadie se burla. Dios es piedad para el que se arrepiente. Y severo para los que no se arrepienten. Recordad lo que le ha pasado a Doras... Sé que vosotros venís a Mí para oír la palabra de Dios, para recibir algún milagro y para ser perdonados. Y Yo además, puedo hacer que conozcáis a Dios. No juzguéis lo que pasó con Doras, pero meditad en ello. Él quería el agua de la penitencia, aunque ponía su interés en el dinero. Recordad que "donde está tu tesoro allí está tu corazón, y donde está tu corazón estará tu tesoro". No os burléis de Dios. A Dios le basta el arrepentimiento sincero. Muere el alma del que sólo se ama a sí mismo. No hay nadie sin pecado, por eso tenéis necesidad del Agua Viva, que lava y purifica lo que está profanado, levanta al que ha caído y da fuerzas a los que ya no la tienen. Este hombre se preocupaba de las miserias que encontráis en el mundo, y tenéis que preocuparos de la tristeza de perder a Dios. Él no sabía ofrecer un verdadero sacrificio espiritual, alejándose del pecado y pidiendo perdón al Señor. Esas ofertas al Templo no sirven a Dios. Que esa muerte os haga meditar en lo que es necesario para que Dios os ame. Ahora su cadáver lo velan los familiares y plañideras, y después lo llevarán al sepulcro, sin esperanza alguna. Sería mejor que ese llanto se aprovechase por su alma, para devolverle la vida con el perdón de Dios. Idos sin odios ni juicios, sino con humildad. Vivid siempre bien, para morir bien y conquistar la verdadera vida. La paz sea siempre con vosotros". Esta vez no hay enfermos. Pedro se despide de los tres pastores. Ellos están felices. "se nos concedió ver el milagro de Su nacimiento y ahora tenemos Su Palabra", dicen los pastores. "¡Qué más podemos pedir? Le serviremos hasta que el Cielo nos llame, como a Jonás". Y se despiden... Jesús sigue en Aguas Claras. Ha venido tanta gente que todo el exterior de la vivienda parece un gran mercado.
El Maestro entre ellos, para saludarlos, y muchos aprovechan para enseñarles sus dolencias, o pedirle algún consejo. Algunas madres con sus niñitos en brazos Le piden que los bendiga. De repente, se oye el grito de un joven: "Hijo de David, ten piedad de este infeliz". Jesús no ve al muchacho, por lo que le ordena que salga fuera de la maleza donde se esconde. Pero el que grita dice que no puede, que está infectado de lepra. Deberá ir al sacerdote y éste lo mandará a las cuevas. Los que están junto a Jesús, se aterran al oírlo, pero Jesús los tranquiliza. "No. Su infección es de pecado ante los ojos de Dios". El Rabbí se va acercando sin temor alguno, ante el asombro de los demás. Le vuelve a ordenar que salga, y él sale sin demora. Jesús pide que nadie se mueva con un gesto. El muchacho tiene un rostro agradable, aunque sus ojos están rojos de tanto llorar. Una mujer de entre el grupo, grita: "¡Hijo mío!", y no puede decir nada más por la emoción. Jesús le pide explicaciones con tono enérgico:"¿Por qué estás así?" Balbuceando y con la voz entrecortada, Le cuenta lo sucedido. Había ido con su padre a Jericó, de negocios. "La esposa de un comerciante me arrastró al pecado y yo no me resistí. Estaba infectada por otros hombres. Me infectó a mí. Ahora soy peor que un muerto y mi madre no podrá llorar sobre mi cadáver. Jesús está triste, pero le recrimina por su actitud. "Ofendías a Dios y al prójimo. Te fuiste a un fruto maldito. ¿Juras aquí no pecar más?" El joven jura y pide al Señor que lo salve. La madre está bañada de llanto, se tira al suelo y se agarra a las piernas de Jesús. El Rabbí la mira con piedad y le dice:"Tu hijo está curado gracias a ti". Ante las caras de asombro, Jesús dice al joven que se quite la camisa, así todos constatan que ya no hay manchas en su cuerpo. "Ve al sacerdote. Dios te ha sanado por el dolor de tu madre. Sé siempre justo. Vete". La gente canta hosanna y alaba al Señor. Cuando todo se ha calmado, habla Jesús:" Él había olvidado que existe Dios y quiere honestidad en las costumbres. Había creado dioses falsos. Olvidó santificar el sábado, como dice la Ley. Olvidó el respeto y amor a su madre. Olvidó que no se pueden cometer actos impuros, ni robar, ni mentir, ni desear a la esposa de otro. No se puede matar uno a sí mismo, ni a su alma. Ni cometer adulterio... No es extraño que fuese castigado para su purificación. El hombre es muy débil, por lo que debe evitar el deseo y que éste sea consumado. Es un deseo del mal que se hace realidad. Tenéis que huir de las tentaciones que os dañan. Ved en la Historia de Israel que hubo hombres justos y castos, a pesar de las seducciones que les acechaban. La tentación no es un mal, pero hay que saber vencerla, pues es obra de Satanás. Lo que os digo, os dolerá, pero debéis tenerlo siempre presente. El marido que se va a otros amores, asesina a su mujer, a sus hijos, y se asesina a sí mismo. Es un ladrón que entra en casa de otro para robar lo que no le pertenece, y se parece al cuco, que aprovecha el nido de otros sin él hacer gasto alguno. Es un falso, porque traiciona a su amigo fiel. Se deshonra a sí mismo y a sus padres, por lo que se aleja de Dios. Aunque hice el milagro, grito de asco a la lujuria. Pero Yo soy el Salvador de las miserias, de los olores corrompidos. Yo soy el Salvador Inocente. Ahora Me encargaré de los enfermos, no Me extiendo más en lo que huele a podredumbre. La paz sea con vosotros". El rostro del Maestro ha cambiado, está triste. Pero al ver a tantos necesitados, Su cara se transforma en compasión y misericordia, y los cura a todos. Judas Iscariote se acerca al Señor:"No estoy tranquilo", pues teme a los de Jerusalem por si traman algo contra el Rabbí. "Mándame con Simón Zelote y Juan. Simón me frena y Juan me purifica, pues Juan es un bálsamo de santificación". Jesús le ratifica el por qué ama tanto a Juan, por su bondad."Ve Judas, y sigue así, que te amo mucho como a todos, pero a veces, me causas dolor". Judas se justifica en que es débil, y Jesús le responde que el amor fortifica. Entran en casa y se hacen los preparativos para la marcha. Al día siguiente sólo están con Jesús los nueve restantes y se han dividido el trabajo. Tomás en la cocina con su constante alegría, intercalando oraciones y cantos. Pedro, Felipe, Bartolomé y Mateo, se ocupan en atender a los peregrinos que van llegando. El viento viene con frío cuando Andrés, Santiago Alfeo, Judas Tadeo y Santiago Zebedeo, van al río con los que desean recibir el bautismo de purificación. Jesús está silencioso en la cocina y Tomás no osa molestar al Rabbí. Andrés entra y le dice al Señor que han traído un enfermo que parece poseído, para que lo cure. "Pero es romano. Viene con gente bien vestida, y un carro muy lujoso, con muchos siervos". Jesús sale con él y con Tomás, y se dirigen a donde está el loco. Hasta las ovejas de los prados cercanos han huido despavoridas. El hombre está amarrado, da saltos y ruge como una bestia. El resto de los discípulos también se ha acercado. Un romano va hacia Jesús, lo saluda con mucha reverencia y Le explica que conocen Su fama de curar milagrosamente. Le informa que el loco es su hermano, al que ningún médico sabe curar. "Ha sido un viaje muy duro hasta aquí". Jesús le dice que esta fe merece su premio, pero son paganos, fieles a los dioses. El romano está desilusionado, ante un viaje desde Chipre, largo y duro. El Maestro ayudará, pero hay mucha confusión a Su alrededor...

BIBLIOGRAFÍA: María Valtorta, "Poema del Hombre Dios"; tomo II ; Ex.20,13;Det.5,17;Ex. 21,12-32;Lev. 24,17-22;Núm35, 9-34;Ex.21,20-25; Gén.2,19-20;Gén.1,18;9,1;17,6; 49,25;Ex. 23,20-26; Du.7,7-16; 28,1-16;28,1-19; Ju.3,22-36; Tob.5,1-12,21. Ex.20,17;Dt.5,18; Gén.3,9-13.

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