Niño muerde a perro

Estoy hasta las trancas de que titulares absurdos salgan a la luz para jorobar a los perros. No crean que no me duele que un perro ataque a un niño, que , en todo caso, asumo como responsabilidad de su dueño, pero…¿ saben lo que–de verdad- me supera ?, pues que un niño coja a su perro, recién nacido, y en un descuido de su madre, le aporree contra el suelo y encima la madre lo cuente -a voz en grito- a la puerta de colegio , como una gracieta más, del bárbaro infame.
Los perros, son tachados de armas mortales, de psicópatas y de asesinos, como las pobres orcas, que campaban alegres por los mares, antes de que radares y submarinos y todo lo que flote y pueda venderse o dar beneficio, les quitaran su sitio.                                      
Ahora, amén de normativas, de permisos y de gaitas , nos quieren embozalar a los canes ,aunque sean Yorksais o canichitos, y no falta –nunca-una madre histérica e inculta, que cuando paseas con tu amigo, de poco más de cinco o diez kilos, salga gritando como una posesa , para que no vaya al lado de sus hijos, que , como mucho lo que le pueden hacer al pobre animal, que huiría despavorido de ellos, es jorobarlo en sus santas partes, a base de patadas, los muy angelitos.                                                                                                
En mi caso, ya se habrán dado cuenta abogo por los perros y –además-tengo niños, grandes y pequeños, en casa, que los quieren y les cuidan, tanto, que se creen que todos los propietarios de animales son tan responsables como nosotros y los educan bien y van por ahí , queriéndoles tocar a todos ellos.                                                                        
Es imperdonable que un perro muerda o dañe a un niño, pero también lo es, que esos mismos niños, convertidos en adolescentes o adultos, crezcan en la ignorancia y la maldad de maltratar o temer a los perros, convirtiéndose en sus entuertadores, o cegadores, en sus lastradores, vejadores o asesinos, no existiendo para esos actos , más condena que la de protectoras y amigos de los perros, porque los tribunales, solo muy lenta y tímidamente, se van incorporando , no a la moda, sino a la sensatez, de culpar al que daña a un animal, como lo que es y siempre será, un ser vivo compartidor de espacio y sentimientos , emociones y respeto.
Los perros, a diferencia de nosotros, tienen un alma noble y una memoria frágil y confían, y mientras que el niño al que el perro mordió, ya odiará por siempre a los canes y nunca se acercara a ellos y los padres le alabarán por ello, acrecentando aún más su pavor, su ansia de venganza y su desprecio.                                                                            
Los perros, en cambio, como los míos, que sufrieron las inclemencias del hombre y que les partieron dientes y costillas y les dieron palos y abandono, se vienen a mis manos y mis caricias, en cuanto me inclino ante ellos y defienden mi casa y lamen a mis hijos , como si cachorros suyos, fueran.                                                                                                                                       
No está bien que un perro muerda a un niño, pero hecho anecdótico es, y sin embargo, que un maltratador, que un sádico torturador , desgaje la piel a tiras de un animal, tras abandonarlo, que lo reviente a palos o que lo ahorque, en medio del campo , porque ya no le sirve de nada , es pastel agrio y cotidiano, que enlodarnos el cuerpo , si queremos verlo, que no, que no queremos, porque no miramos, ni cómo se pudre y se desertiza de vida animal el mar, ni cómo se contamina el cielo, ni cómo las especies se desnaturalizan y pervierten y sufren por nuestro capricho.                                                               
Lo mismo, y fíjense que les parecerá a muchos una tontería, en vez de asustar a los niños con “que te va a morder un perro”, por cualquier cosa, deberíamos educarlos en el respeto, en ese amor que postulan tanto los católicos, no ya a nuestros hermanos, de raza o religión, sino en el amor a todo lo que respira, trepa, repta o camina a nuestro lado, con una , dos o miles de patas, porque fue eso tan simple lo que pidieron las mujeres que no tenían derechos o los indios de Colón o los negros, vendidos como esclavos…La mentalidad tiene que cambiar y hacerse más poderosa, más limpia y muchísimo más planetaria.