Opinión

Nieve y sangre en el manto de la Virgen (II)

Los verdaderos retratos de la Virgen de África

En nuestra consulta, casi exhaustiva, de distintos documentos gráficos representativos de nuestra Patrona en relación con su manto blanco, tan sólo hemos encontramos dos excepciones dignas de mención, ambas de mediados del siglo XIX.

Dos excepciones en Sevilla y Ceuta

La primera excepción la encontramos en el lienzo conservado en el coro bajo del convento de Santa Paula, de Sevilla, en el cual la Virgen ostenta el título de especial abogada contra la peste y en el que, tal vez, dado el carácter rogativo y penitencial implícito en esta invocación, la imagen aparece cubierta con manto oscuro.

La segunda excepción es el interesante lienzo perteneciente a la colección particular del cofrade ceutí Arturo Fuentes Cabrera, gran devoto de Santa María de África. Se trata de un cuadro de considerable tamaño y buen estado de conservación que presenta el valor añadido de estar fechado en 1833 y firmado por su autora, la pintora granadina Dª. Carlota Núñez de Castro.

A los pies de la imagen, en la peana, se refleja la indulgencia otorgada por el Arzobispo de Granada D. Blas Joaquín Álvarez de Palma: ocho días a quien rezara ante esta imagen. La Virgen aparece cubierta por un manto negro salpicado de llamativas flores blancas de tallo grisáceo, aunque las vueltas si son de un vibrante color rojo. El modelo de este cuadro está directamente relacionado con los ejemplares que se conservan en el museo Catedralicio de Ceuta y en la parroquia de Ntra.

Sra. de los Remedios, a los que sigue en bastantes detalles salvo en el color negro del manto. Todo esto nos lleva a deducir que su autora tuvo que conocer muy bien algún cuadro similar o de la misma mano, en el que se inspiró. En cuanto a la decisión de representar a la Virgen con manto negro, podríamos pensar que la pintora, como buena granadina, pudo dejarse influir por su Patrona, Nuestra Señora de las Angustias, cuya arraigada iconografía se extendió a lo largo de los siglos por todo el territorio español, siempre vistiendo manto negro de luto.

Colección Dornellas – Portugal

Con referencia a las representaciones pictóricas de la Virgen de África, la que actualmente consideramos más antigua es el cuadro de la colección del portugués Affonso de Dornellas, fechable a finales del siglo XVII o principios del XVIII.

La imagen aparece con un manto dispuesto de forma triangular y rígida, siendo de color blanco profusamente recamado por un minucioso y rico dibujo. Es digna de mencionar la presencia de todos sus elementos iconográficos a excepción del Áleo, ocupando su lugar un manípulo o pañuelo.

Conocemos este interesante cuadro gracias a una fotografía en blanco y negro, por lo que no podemos afirmar que las vueltas sean de color rojo, aunque por su relación con obras similares y el tono que se aprecia en la fotografía creemos que podría serlo.

Parroquia de San Antonio – Cádiz

En la parroquia de San Antonio de Cádiz encontramos una extraordinaria representación de la Virgen de África que se custodiaba en el coro, formando parte de la exposición permanente de arte cro parroquial, de donde pasó a una de las columnas de la nave de la epístola, y de allí a la capilla del Patrocinio, donde actualmente podemos encontrarla. En 2017 formó parte de la exposición La iglesia de San Antonio en el siglo XVIII. Arte y devoción.

Se trata de una de las pinturas más interesantes pertenecientes a la iconografía africana, guardando estrecha relación con la anteriormente descrita de la colección Dornellas si bien la que nos ocupa debe ser posterior, a juzgar por los adornos de rocalla que se aprecian en la peana y en las dos cartelas. Sin embargo es claramente deudora del modelo de Dornellas (especialmente en los dibujos del manto y el diseño de la corona), a pesar de no ser del mismo autor ni época; lo que demuestra que debió circular un grabado que sirvió de inspiración a los anónimos artífices que nos legaron estas valiosas representaciones de la Virgen Africana.

El cuadro pretende reproducir a la sagrada imagen en su hornacina, de tal manera que dos ricos cortinajes son frontera entre el espacio sagrado ocupado por la imagen y el espectador, marcando sutil y estéticamente la diferencia entre los planos celestial y mundanal.

La Virgen está representada con bastante realismo vistiendo toca blanca que la cubre hasta las rodillas. La saya, a dos niveles, está claramente inspirada en la imagen original, aunque en este caso se representa en color azul tachonado de estrellas, algo más propio de un manto que aquí vemos en tono blanco con el consabido color rojo del forro, como se aprecia en la vuelta triangular que se abre sobre la mano derecha. Una mano que, por cierto, no sostiene el Áleo sino un sudario que se alarga bajo las piernas del Cristo. La morenez de su rostro puede ser una alusión a su advocación de África, aunque durante siglos se la ha considerado como Virgen morena, apelativo que ha llegado a nuestros días en forma de piropo, por lo que podría ser solo un intento de reflejarla con mayor realismo. La rotunda corona está sostenida por la tradicional pareja de ángeles barrocos.

Iglesia Conventual de San Fernando (Cádiz)

De época cercana al de Dornellas, aunque de menor calidad, parece ser el lienzo que se muestra en el ático del retablo dedicado a San Antonio de Padua, ubicado en la nave del evangelio de la iglesia conventual del Carmen en la ciudad gaditana de San Fernando. En él la Virgen aparece retratada con manto de sencilla blancura, sin adornos ni bordados. Tampoco aquí ostenta el Áleo, lo que parece indicarnos que tanto este cuadro como el de la colección Dornellas son anteriores a 1743, fecha a partir de la cual comienza a representarse a la imagen con uno de sus más singulares atributos: el bastón de mando de los Gobernadores de la plaza. En este caso el forro del manto es de un rojo menos vivo, aunque no hemos podido estudiarlo de cerca ya que la altura a la que se encuentra y el polvo acumulado sobre el lienzo dificultan su contemplación.

Pinacoteca Museo de Ceuta

En los fondos de la pinacoteca del Museo de Ceuta se custodia un pequeño lienzo en el que, a pesar de estar fechado en 1752, la Virgen continúa representándose sin el Áleo. Pero lo que aquí nos interesa es la pervivencia de su clásico manto blanco forrado de rojo pálido, que en esta ocasión parece reproducir un tejido adamascado cuyos motivos ornamentales se definen al conjugarse brillos y mates.

Museo Catedralicio y Parroquia de los Remedios – Ceuta

Contamos también con dos extraordinarios cuadros de similares características y considerable tamaño, de mediados del siglo XVIII, uno en el museo Catedralicio, al que llegó como donación de las hermanas Ibáñez Utrilla; y otro en la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de los Remedios (originalmente estuvo expuesto en el brazo izquierdo del crucero, de donde pasó a la desaparecida portería de la iglesia, conservándose actualmente en el camarín de la Virgen titular).

En ambos lienzos la Patrona de Ceuta viste manto blanco con ricos brocados en oro y sedas de colores con forro rojo, ostentando todos sus atributos, lo que nos sugiere que el Áleo ya se había convertido en elemento indispensable de su iconografía a mitad del siglo XVIII. En el caso concreto de la pintura de los Remedios, que se encuentra en un delicado estado de conservación, la Virgen aparece enmarcada en un interesante arco, airosamente calado, sostenido por dos columnas que parten de una base también calada centrada por una cartela, todo de estilo rocalla y acabado con pan de oro. El cuadro perteneciente al patrimonio catedralicio fue una de las obras seleccionadas para la magna exposición Traslatio Sedis celebrada en la Catedral de Cádiz en 2018 con motivo del 750 aniversario de la traslación de la sede episcopal de Medina Sidonia a Cádiz y los seis siglos de la Diócesis de Ceuta.

Es posible que estas dos pinturas que parecen de la misma mano, se deban al pintor Diego Lozano de Lara, natural de Villa Robledo (Albacete), que durante su estancia en Ceuta realizó varios retratos de la Virgen de África, según se desprende de su testamento: tres pinturas que tengo de Nuestra Señora de África, la una quasi acabada y las dos empezadas, las que son mi voluntad se vendan y su producto sea para bien de mi alma…, murió el 25 de enero de 1762.

Colección particular – Málaga

En una colección particular de la provincia de Málaga encontramos el que, a nuestro parecer, podría ser uno de los mejores verdaderos retratos de la Virgen de África. Está enmarcado en un precioso marco–retablo dorado, provisto de copete con espejo. La Virgen se asienta sobre una sobria peana ante la que se abre una cartela rococó que parece haber perdido la inscripción que originalmente debió tener, flanqueada por dos pequeños óvalos con retratos de San Juan Bautista Niño y Santa Teresa de Jesús, posibles devociones o santos nominales de los comitentes. La imagen se cubre con manto blanco salpicado de grandes ramos de flores muy vistosos y coloridos, presentando dos pliegues pronunciados que le prestan relieve y ampulosidad a la prenda. El forro del manto es color rojo vivo. Una nota curiosa es la doble pareja de ángeles: los más ademán de agarrar la corona y unas cintas con inscripciones que no logramos descifrar, y otros dos descorriendo los cortinajes que penden del pabellón compuesto por ricos tejidos, flecos y borlas, configurando una elaborada escenografía plena de barroquismo y teatralidad.

Colección del autor – Ceuta

Y el último de esta serie de verdaderos retratos es un óleo sobre plancha de zinc de 25 x 35 centímetros, con sencillo marco de madera en su color de tres cm de ancho. La Virgen se recorta claramente en la embocadura del camarín perteneciente a su retablo barroco que, al igual que la peana que la sustenta, es muy reconocible, quedando bien claro por su morfología que se trata de la que se hizo a juego con el retablo estrenado en 1752. En el centro de la parte baja sobre una sencilla cartela blanca podemos leer: Verdº Retrato de Nª. Sª. De AFRICA que se venera en Ceuta.

La imagen de la Virgen aparece luciendo todos los atributos que la identifican, de tal modo que

aunque careciera de la explicativa cartela sería fácilmente reconocible.

El manto cae recto y triangular desde los hombros, rompiendo tan solo su simetría la inclinación de la cabeza que se dirige hacia el Cristo, su color es blanco y está salpicado de discretas florecillas de colores. Como en la mayoría de los casos se ve rematado por un encaje dorado de conchas. El forro rojo se deja ver con generosidad en los vuelos. El doble volante de la saya, con sus filos dorados, parece reproducir la talla original. Va tocada por un velo que envuelve la cabeza y la cubre hasta la cintura, cerrándose en un frunce central. La cara seria y serena, muy morena, lanza una expresiva mirada al cuerpo inerte del Señor, mientras en su mano izquierda sostiene el emblemático Áleo, un manípulo largo y un ramillete de rosas. La corona de plata

al igual que otros detalles de esta encantadora pintura de corte popular nos remite a la primera mitad del siglo XIX; está sostenida por la consabida pareja de ángeles que velan su desnudez con cintas en tonos rosados. Curiosamente tanto estos ángeles como la corona son los elementos más conseguidos del cuadro. El Señor se representa esquemático y proporcionado en su pequeñez con el original, llamando nuestra atención el énfasis puesto en retratar con fidelidad la caja torácica y el abdomen, rasgos que le proporcionan dramatismo al reflejar el rigor mortis propio de un cadáver. Todos estos cuadros constituyen un precioso tesoro devocional que recoge la esencia iconográfica de la Patrona de Ceuta a través de los siglos; siendo además pinturas encargadas por sus fieles devotos que, no conformes con venerarla en su Santuario, procuraron la manera de hacerla presente en sus propios hogares o capillas para obtener su protección y amparo.

Colores y liturgia

Nueve de los diez cuadros que hemos estudiado, de diferentes autores y épocas, tienen en común representar las vueltas de los mantos en color rojo, muy usado como forro en las prendas litúrgicas: capaspluviales, paños de hombros, casullas, etc. Y ocho de ellos muestran a la Virgen con manto blanco.

Este singular contraste entre el blanco y el rojo nos hace pensar en la verdadera intención de nuestros antepasados, ya que no solían tratar las cuestiones relativas al culto a la ligera o con simples criterios estéticos y caprichosos, todo tenía algún significado, intención o simbolismo

oculto.

El blanco, como alusión a la nieve, está asociado a la pureza, la limpieza y la inocencia. La liturgia católica lo usa para la celebración de fiestas y solemnidades importantes como la Navidad, la Pascua de Resurrección, o la memoria de un santo.

Por otra parte el rojo es el color del fuego y de la sangre, utilizándose litúrgicamente en Pentecostés y en la conmemoración de los mártires

de la Iglesia. También se usa el rojo en celebraciones tan especiales

como el Domingo de Ramos, el Viernes Santo o la Exaltación de la

Santa Cruz.

Podemos deducir que el manto de la Virgen de África con su llamativo pulso entre el blanco y el rojo nos ofrece algo más que un curioso contraste, nos habla de laesencia misma de la imagen que es nieve gloriosa en agosto sin dejar de ser sangre derramada por el mártir del Calvario en el primer Viernes Santo de la historia. De esta manera queda representada la fortaleza, la gracia y la protección de la Virgen Patrona y Protectora sin olvidar su carácter de Madre Dolorosa que llora y sufre la Pasión y Muerte de su Hijo.

Las primeras fotografías

No quisiéramos cerrar este trabajo sin repasar, aunque sea someramente, las primeras fotografías realizadas a Nuestra Señora de África pues también nos ofrecen la oportunidad de contemplar el aspecto de la misma en los primeros años del siglo XX, y todas ellas son documentos que ponen de manifiesto el arraigo del color blanco en su atuendo.

En distintas fotos que hemos estudiado, todas anteriores a la coronación canónica y muchas de ellas tomadas con la imagen luciendo sus mejores y más características galas festivas, podemos apreciarla recogida en su camarín vistiendo mantos claros de distintos tejidos: brocados, damascos, terciopelos, rasos y sedas con encajes de oro y plata, e incluso un conjunto de saya y manto con discretas labores de bordado (posteriormente pasados a terciopelo azul).

Por su gran importancia histórica debemos mencionar la serie de instantáneas de la Virgen fotografiada por primera vez sobre un paso, con motivo de la procesión celebrada tras la finalización de la Guerra Civil, en 1939, siendo esta su primera salida procesional del siglo

XX. En tan especial ocasión vistió manto de color blanco brocado en oro y plata con diseño a base de flores, guirnaldas y macetillas, de clara estirpe decimonónica.

Llegados a este punto, debemos lamentar el escaso celo que se ha mostrado con el patrimonio textil del ajuar de la Patrona. Ninguna de las prendas mencionadas ha llegado a nuestros días; diluyéndose en la actualidad la primacía del color blanco en el atuendo propio de la

imagen de tanto arraigo en sus más añejas representaciones iconográficas y, según nuestra opinión, tan estrechamente ligado a las fiestas de agosto y a su celebración en el mismo día que la Iglesia Universal festeja a Santa María de las Nieves. Afortunadamente en 1957 se estrenaba un nuevo manto procesional y, tras el paréntesis de diez años utilizando el negro de coronación, se vuelve a los tonos claros; aunque no sabemos si con total conocimiento de causa o, simplemente, por buscar la variedad y contraste con el anterior.

El nuevo manto fue confeccionado en tisú de plata con bordados en oro y sedas de colores, siendo obra del taller del convento de Santa Isabel de Sevilla, costeado por las intervenciones militares españolas en Marruecos al finalizar la etapa del protectorado. Actualmente y

dado su grave estado de deterioro, se está efectuando su restauración a cargo del bordador César Gómez-Höhr Román en un taller habilitado expresamente en dependencias de la Catedral.

(Este artículo fue publicado en la revista del Consejo de Hermandades y Cofradías de la Ciudad y Obispado de Ceuta ‘Cruz de Guía’ en su edición para la Semana Santa de 2022).

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