En el pequeño pueblo de Huécija (Almería), en el cementerio de dicha localidad, hay un nicho con los restos del cabo de infantería del batallón ‘Cabrerizas’, Salvador Cortés Cortés, muerto en acción de guerra y no de un infarto o una pulmonía sino de una muerte ejemplar como así lo describió un intelectual: “una muerte ejemplar honra toda una vida” (Petrarca).
Salvador Cortés Cortés había nacido en Huécija (Almería), cuando le correspondió alistarse para cumplir el Servicio Militar. Debido a que su padre estaba en silla de ruedas por una amputación de una de sus piernas y su madre estaba parapléjica, le informaron de que podía acogerse a quedar exento de cumplir sus deberes con la patria. Salvador, que el mismo afirmaba que amaba a su patria, respondió que él quería cumplir sus deberes en el ejército y a su vez labrarse un mejor porvenir que en las labores del campo, y en el mismo ayuntamiento quedó alistado en la caja de reclutas, reafirmando lo que antes había expuesto con la grandeza de lo que era un gran hombre, como así lo rubricó una gran mujer: “la grandeza y el amor, como los perfumes, los que lo llevan apenas lo sienten” (Cristina de Suecia).
Salvador tuvo el privilegio de corresponderle ser destinado a una gran unidad, desgraciadamente poco conocida, el batallón de infantería ‘Cabrerizas’. Salvador, antes y en su batallón, siempre afirmaba con sus compañeros que tenía una novia muy enamorado de ella y que cuando en el ejército se labrara un porvenir pensaba casarse con ella.
El batallón ‘Cabrerizas’ es una unidad de nuestro ejército poco conocida y que cuenta con un brillante historial. Su creación proviene del año 1700, cuya denominación fue en Melilla como compañía de Melilla. En 1702 se reorganiza con el nombre de brigada disciplinaria de Melilla. Posteriormente, de 1703 a 1844, interviene en varias acciones de guerra. En 1855 interviene en encarnizados combates contra los rebeldes, donde encontraron gloriosa muerte su teniente coronel, un comandante, 5 capitanes, un subteniente, 3 sargentos y 22 soldados. El 3 de marzo de 1888 en un combate, resulta prisionero el soldado Ramón Gil por los rifeños y tras ser apaleado encontró gloriosa muerte. Sus jefes y oficiales, por suscripción popular, le costearon un monumento.
El 2 de diciembre de 1892 mueren en combate 5 soldados en una campaña del Rif, en la cual, en un ataque el teniente López Salcedo con el fusil en la mano salta sobre las trincheras contra el enemigo. Sus soldados al ver este gesto de heroísmo le siguen y a la bayoneta calada irrumpen en las posiciones enemigas. Una bala enemiga le atraviesa la cabeza, pero el heroísmo de este teniente y sus soldados tuvo su recompensa, ya que el enemigo fue vencido y la bandera de España ondeó sobre estas posiciones. Aquellos soldados supervivientes solo presentaban unos andrajosos uniformes empapados de sudor y sangre. El rey Alfonso XIII envió un telegrama al general comandante militar de Melilla felicitando a dichas fuerzas y manifestando su pesar por la muerte del teniente López Salcedo.
El cabo Salvador Cortés Cortés, una vez incorporado al batallón ‘Cabrerizas’ en el año 1957, es destinado a la 1ª compañía de dicho batallón, cuyo jefe era el capitán José Gastón Molina. Ascendido a cabo Salvador Cortés, con su batallón al mando del entonces teniente coronel Manuel Patiño Montes, que llegó a general, embarcan en el puerto de Melilla en los buques de guerra ‘Miguel de Cervantes’ y ‘Almirante Cervera’, con un total de un teniente coronel, un comandante 2º jefe, 5 capitanes, 12 tenientes, un teniente médico, un alférez capellán, 7 brigadas, 12 sargentos, un maestro armero, 20 cabos 1º, 76 cabos, 412 soldados de 2º y 182 soldados corrigendos, ya que este batallón era disciplinario, donde destinaban a los soldados con causas judiciales.
El día 15 de noviembre desembarcaban en Villa Cisneros y el 26 de noviembre la 1ª Compañía, al mando del capitán José Gastón Molina, en cuya compañía estaba destinado el cabo Salvador Cortés Cortés, en desembarcan en falúas, en el poblado de Argub, que se encuentra frente a Villa Cisneros. días después la 1ª Compañía se traslada en persecución del enemigo que había atacado el puesto de Argub hacia la sebja de Tenuaca, donde el enemigo se había hecho fuerte escondido en cuevas y entre la vegetación, haciendo que fuese imposible descubrirlos por la aviación.
El 21 de febrero de 1958, en colaboración con los franceses interviene en Lelcag, resultando en varios heridos y prisioneros rebeldes. El día 23 la 1ª Compañía en los ataques a los puestos del enemigo sufre la muerte del cabo Salvador Cortés Cortés y de los soldados Antonio Navarro Cabrera y José Tortosa Tudela.
Tras la muerte y los heridos del batallón ‘Cabrerizas’ continuaron tras el enemigo, a pesar de las bajas habidas y que el enemigo se hizo fuerte en la sebja de Tenuaca. La 1ª Compañía salió en persecución del enemigo, logrando al asalto capturarlos, recogiendo 14 cadáveres enemigos y tres prisioneros.
El tributo que tuvo que pagar el batallón ‘Cabrerizas’ en la Campaña del Sáhara fue muy caro. Tuvo seis muertos y 24 heridos entre cabos y soldados, y entre ellos el cabo Salvador Cortés Cortés, quien tenía la boda preparada con su novia y quedó frustrada, algo que la que fue su novia, y que vive en la actualidad, cuando le nombran a Salvador rompe en sollozos, recordando a quien tanto amaba. Lo más triste es que sus restos exhumados del cementerio de Villa Cisneros a Las Palmas no se sabe en qué panteón o cementerio se hallan.
Sobre este batallón conviene citar lo que dos historiadores en su libro sobre la Guerra de Ifni así lo citan: “en estos duros combates el batallón ‘Cabrerizas’ demostró estar a la altura de las circunstancias” (Carlos Canales y Miguel del Rey).
La acción de valor del cabo Salvador Cortés Cortés y sus compañeros la refleja con claridad un militar: “el soldado valiente es aquel que encuentra siempre la primera fila para toda acción arriesgada, el que en la guerra figura entre los primeros para el avance y el último para la retirada” German Rodríguez González, teniente coronel de Aviación.
El batallón ‘Cabrerizas’, después de 275 años, de 1700 a 1975, con motivo de la evacuación del Sáhara se trasladó a Santa Cruz de La Palma (Santa Cruz de Tenerife), al mando del entonces teniente coronel Juan Antonio Gómez-Zamalloa Menéndez, donde tras 5 meses la comisión liquidadora cerraba el brillante historial del batallón ‘Cabrerizas’.
Llega una jornada clave y fundamental para los intereses del Ceuta. Por un lado, porque…
El PSOE comparte la recomendación del Consejo de Europa que insta a dar una especial…
Llega uno de los momentos más esperados por los deportistas de la ciudad, la inscripción…
La Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos quiere impulsar la colaboración con la Real Federación…
La Asociación de Veteranos de Fútbol de Ceuta vuelve a reunirse el próximo jueves 28…
Las fragatas ‘Méndez Núñez’ (F-104) y ‘Blas de Lezo’ (F-103), así como el patrullero ‘Vigía’,…