Nervios a flor de piel entre los niños menores de 12 años en el primer día de vacunación anticovid en Ceuta. A las cinco en punto de la tarde de este miércoles fueron llegando los 120 citados a los bajos del Palacio de la Asamblea. Acompañados de sus padres, mostraron un comportamiento ejemplar y unas ganas manifiestas de protegerse, por fin, contra el coronavirus.
“Me siento tranquilo tengo ganas de que me la pongan para estar más seguro”, explicaba José Mora, de 11 años, mientras aguardaba su turno. Marta Jiménez, de la misma edad, también aseguraba no sentir nervios, aunque las risas hacían delatar todo lo contrario.
Y es que tanto se ha hablado de la vacuna en niños, que los pequeños no podían evitar el cosquilleo en el estómago. Aunque ello no ha supuesto en ningún caso alboroto, siendo todos los citados un ejemplo de buena conducta y educación ciudadana, algo que ha destacado la enfermera del Servicio de Vacunación de la Consejería de Sanidad, Laura Arce Rosado.
Poner o no la vacuna a los niños depende de los padres, una decisión que los acompañantes de la primera tarde de vacunación en la ciudad no han dudado por considerarlo lo mejor para sus hijos. “Lo tuvimos claro desde el primer momento y la inscribimos en el minuto uno que estuvo disponible el formulario”, explica Vanesa Moreno. Por su parte, Loli Espinosa asegura que en cuanto se enteró, apuntó a su niña y que la llamaron el mismo día para darle la cita.
Matilde Correro rellenó la autorización por la noche el día que se activó porque lo veía importante y necesario para dar protección a su hija ahora que el covid vuelve a tener más fuerza en la ciudad.
La forma de proceder en esta campaña de vacunación es similar a la llevada a cabo con los adultos, aunque siempre con ese toque especial que merecen los niños. “Hablamos con ellos, los tranquilizamos, los vacunamos y, como premio se llevan a casa una piruleta”, explica Laura Arce Rosado, quien no duda en animar a todos los padres a llevar a sus hijos a vacunar en los próximos días.
Mientras llega el momento del pinchazo, los pequeños aguardan su turno acomodados en las butacas sin poder evitar, en muchos casos, mostrarse impacientes como Ángela Cledera, que, muy nerviosa, confesaba que “estaba deseando que se la pusieran ya porque estaba impaciente”.
Marta Caracena, también de once años, explicaba que estaba asustada porque le dan miedo las agujas, pero que era consciente de la necesidad de hacer esto y que, por ello, estaba contenta de que por fin le fueran a poner la primera dosis.
Una vez recibido el pinchazo el ambiente y los rostros de los pequeños cambiaban, al haber comprobado que no se siente dolor: “No duele nada, un pinchazo y listo”, confirmaban orgullosos Miguel Moreno y Edurne Campos que, como el resto de niños citados volvieron a casa con los deberes ‘bien hechos’.
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