Hace 40 años, María José Trigo Vázquez y su esposo, recién casados, decidieron abrir una carnicería en la barriada de Villajovita. Empezaron en el mercado de ‘Placilla’, con un pequeño puesto. Pero con la venta de apenas un kilo de pollo a la semana, la situación económica era complicada. “Al principio cuando se empieza un negocio tienes que hacerte la clientela poquito a poco, que es tener paciencia”, admite María José.
Unos meses más tarde, el matrimonio decidió que él buscaría un trabajo fuera y ella se quedaría al mando de ‘Carnicería Mari Jose’. La perseverancia dio sus frutos y Trigo se hizo con una cartera de compradores que la siguieron 15 años más tarde, en 1996, cuando trasladó el comercio a su ubicación actual, en el número 12 de la calle Padre Feijoo.
“Yo más que clientela tengo amigas porque es un barrio familiar”, asegura María José Trigo, ceutí de 58 años, con cierto orgullo. Aunque al local acude “mucha gente de fuera”, añade, y estos consumidores “también son amigos”.
Sin embargo, el coronavirus y el confinamiento trajeron consigo una época difícil para el negocio. “Nos cogió a todo el mundo desprevenido. Esto es muy chiquitito y los clientes nada más que podían entrar de dos en dos, por guardar la distancia de seguridad. Al principio era un estrés porque la gente no se concienciaba sobre que había que estar separado, nosotros éramos como guardias de seguridad, teníamos que estar apartando a la gente, y lo pasamos mal”, confiesa la carnicera.
Por suerte, agrega, los ceutíes se van “acostumbrando” y la situación “es mucho mejor”. La tendera relata que con la llegada de los primeros supermercados no hubo mucho cambio, pero con las últimas grandes superficies ya ha “notado” cierta disminución de las ventas.
La pandemia la ha obligado a diversificar todavía más sus productos. En el local se pueden adquirir frutas, verduras, conservas y dulces, aunque lo más demandado es la carne: pinchitos de ternera, pinchitos de pollo y los corazones. Esta variedad permite a María José sacar adelante el negocio y mantener a su hija, Inmaculada Lara Trigo, y a Loli Mora García –a la que considera “más que una empleada, una amiga”– trabajando con ella.