No es fácil discernir entre los posibles motivos que impulsan el comportamiento humano en cada tesitura. En el caso de la vida pública en nuestra Ciudad, contaminada hasta extremos insufribles, la gama de opciones oscila entre el egoísmo exacerbado y la estupidez recalcitrante.
Nos comportamos como necios, como egoístas, o como una variable combinación de ambos. Esta dramática evidencia es la que explica la incapacidad para encontrar un espacio de consenso imprescindible para gestionar un contexto social cada vez más complejo, complicado y difícil. Quienes pretenden tejer lazos de cooperación son dilapidados sin piedad. Siempre hay un interés particular y mezquino que prevalece sobre cualquier causa noble. La ausencia de un elemental sentido de la responsabilidad es pavorosa. Volamos sobre una inquietante ola de incertidumbre.
En la pasada sesión ordinaria, Caballas elevó al Pleno de la Asamblea una propuesta para equiparar, únicamente a los efectos de su tratamiento fiscal, a las familias monoparentales con las familias numerosas. No. Se presentaron diez iniciativas para impulsar el turismo durante el próximo periodo veraniego (incluía la creación de, al menos, trescientos empleos). No. Se planteó la petición de un Plan de Seguridad para la Barriada del Príncipe. No. Se intentó que la asamblea pidiera al ministerio de educación un Plan de Emergencia de Construcciones Escolares para el próximo curso. No.
Cualquier observador externo encontraría serias dificultades para explicar la razón de tanta negación. ¿Es posible que ninguna de estas propuestas fuera digna de consideración por parte del Gobierno de la Ciudad? ¿Ni siquiera para discutirlas y negociarlas? Para el PP lo importante no era el intento de buscar soluciones a problemas obvios que preocupan a la ciudadanía. Lo único importante era que quedara meridianamente claro que votaría “No” a cualquier cosa que viniera de Caballas. Ése era el objetivo. Vivas se ha derrumbado. No ha sido capaz de soportar la presión.
Desde hace algún tiempo, el Presidente del PP (y del Gobierno de la Ciudad) se encuentra en el centro de un permanente ataque soterrado orquestado desde la propia derecha. Se ha ido configurando, por amontonamiento, un variopinto ejército de excrementos y excrecencias, rebuscadores de prebendas que actúan como un extravagante lobby.
Por un lado las víctimas de la limpieza ética se resisten a no seguir cobrando del Ayuntamiento (por diversas vías y modos) lo que antes cobraban.
Por otra parte, es sabido que un amplio sector de la derecha local no comulga en absoluto con la forma de pensar de Juan Vivas, para ellos es un advenedizo que traiciona la genuina ideología del PP, pero al que no se atreven a rechistar en público porque proporciona los votos (el maná del que comen la gran mayoría). Sin embargo, ahora han visto una oportunidad para la revuelta. Unos por ambición y otros por convicción, se han aglutinado en torno al poder de la Delegación del Gobierno, para “meter en cintura” al díscolo Vivas que se negaba a seguir los postulados de ultraderecha. Así, entre unos y otros, de manera, eso sí, cobarde y sibilina (alabanzas públicas y vituperios privados) han trazado una operación de acoso. La estrategia gira en torno a la simpleza de difundir entre la opinión pública la idea de que el Gobierno de la Ciudad está “entregado a Caballas”.
Ya se sabe que la población ceutí es muy proclive a interiorizar la consigna fácil (se cree con pasmosa facilidad las mentiras más burdas).
También colabora activamente el marginal PSOE, en este caso, haciendo el lastimoso papel de “pescador en rio revuelto”, aún a costa de favorecer a la peor derecha posible. De esta manera, cualquier intento de colaboración entre Gobierno y oposición, se criminaliza. Lo importante nunca es la Ciudad sino los intereses espurios de mediocridades coyunturales ávidas de gloria, riqueza o poder, tan insignificantes como efímeros.
Toda resistencia tiene un límite. Vivas ha tocado el suyo. El miedo a perder los votos de la derecha de toda la vida (racista por definición), y la debilidad de su Gobierno, lo han superado.
El plan pasa ahora por ir recuperando a los extraviados (como siempre con dinero público) y escenificar su radical oposición a Caballas, y a todo cuanto diga o haga.
La estrategia de la confrontación abierta entre las dos principales formación políticas de Ceuta puede reportar buenos resultados al PP, a corto plazo.
Pero si no somos capaces de extraer las conclusiones políticas de la manifestación contra la inseguridad ciudadana, celebrada el pasado día diez, es que ya sólo somos unos estúpidos egoístas. Si con voluntad de unidad todo es dificilísimo (por momentos se antoja utópico), imaginemos a garrotazos.
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